Contra el servicio c¨ªvico temporal y obligatorio
Comisi¨®n Mujer y Socialismo del PSOEPor muy alto que haya llegado a ser nuestro umbral de asombro ante las decisiones pretendidamente innovadoras del Gobierno que nos ha tocado en suerte por obra y magia de la ley D'Hont, nuestra capacidad de indignaci¨®n se ve hoy colmada por el proyecto de la Direcci¨®n General de Desarrollo Comunitario de? Ministerio de Cultura relativo al servicio c¨ªvico para mujeres, objetores de conciencia, e in¨²tiles para el Ej¨¦rcito cuyo texto se resume en EL PA?S del 12 de febrero de 1978.
Lo primero que nos preguntamos al leer dicha informaci¨®n es qu¨¦ funciones se arroga la Direcci¨®n de Desarrollo Comunitario. ?Puede esta fantasmag¨®rica direcci¨®n regular y legislar temas como la planificaci¨®n familiar, los derechos y deberes de los objetores de conciencia y otros temas, no citados en la rese?a, pero que sabemos que est¨¢n siendo objeto del ?trabajo? de este organismo, como el Tribunal Tutelar de Menores? ?Existe una coordinaci¨®n y un planteamiento com¨²n entre esta Direcci¨®n General y los Ministerios de Sanidad, Justicia, Defensa y Trabajo?
Nuestro segundo -y angustiado- interrogante surge ante la obligatoriedad de la prestaci¨®n de este servicio c¨ªvico. Parece ser que el texto del proyecto est¨¢ concebido ?no como obligaci¨®n inc¨®moda, sino como participaci¨®n en la vida de la comunidad ?. El derecho a esta participaci¨®n, los ciudadanos creemos que lo tenemos por definici¨®n y que podemos participar c¨®mo y donde creamos m¨¢s acorde con nuestras aptitudes y preferencias, sin necesidad de que nadie nos lo institucionalice.
Pero en el borrador del proyecto la cuesti¨®n deja de estar ni medianamente clara. Por una parte, el art¨ªculo primero considera el servicio c¨ªvico ?como deber nacional de la mujer espa?ola?, a la vez que a?ade que ?le confiere el derecho a la participaci¨®n (...)? y en el art¨ªculo octavo se establece que ?el incumplimiento de la realizaci¨®n de dicho servicio dar¨¢ obligatoriamente origen a la apertura de expediente para aplicaci¨®n de las sanciones de car¨¢cter c¨ªvico o/y pecuniario que en cada caso se determine?.
Nuestra perplejidad es total. ?Se trata de un derecho, de un deber, o de una obligaci¨®n, cuyo incumplimiento se penaliza?
Nuestros interrogantes contin¨²an. ?Qu¨¦ se pretende, actualizar a los nuevos tiempos y a las exigencias de unas ?estructuras democr¨¢ticas? el antiguo servicio social ampli¨¢ndolo? ?Se intenta colmar la ?amargura? de los objetores de conciencia y declarados in¨²tiles para el Ej¨¦rcito a trav¨¦s de una participaci¨®n impuesta en, servicios y responsabilidades colectivas?
En cualquier caso, la extensi¨®n del antiguo servicio social es evidente. Pasa de afectar a una mitad de la poblaci¨®n, marginada en raz¨®n de su sexo, a otra proporci¨®n de personas, esta vez marginadas por su incapacidad f¨ªsica, ps¨ªquica o ideol¨®gica para integrarse en las viriles y marciales tareas del Ej¨¦rcito.
Fuera de estas consideraciones, lo que s¨ª es evidente es que mientras este nuevo servicio c¨ªvico -derecho o deber- entra en funcionamiento y aunque algunos hab¨ªamos cre¨ªdo ingenuamente que al desaparecer el Movimiento hab¨ªa desaparecido con ¨¦l la Secci¨®n Femenina, ¨¦sta sigue soterrada en diversas entidades administrativas. Y para que no haya vac¨ªos, y las mujeres no nos sintamos, ni por un momento, ?carentes de responsabilidades c¨ªvicas? se sigue exigiendo en la actualidad el cumplimiento del antiguo servicio social.
El viernes 3 de marzo, el PSOE present¨® ante el Congreso una pregunta sobre por qu¨¦ persist¨ªa la existencia del servicio social y en qu¨¦ consist¨ªa hoy ese servicio. La pregunta no ha sido a¨²n contestada por el director general de Desarrollo Comunitario.
Pero dejemos el pasado a¨²n vigente, queremos pensar que por inercia burocr¨¢tica, y volvamos al futuro servicio c¨ªvico. Si alguien esperaba, con toda buena fe, que el nuevo servicio iba a plantear un cambio radical de enfoques y objetivos, la citada rese?a de EL PA?S le habr¨¢ hecho perder las esperanzas.
En el borrador, parece que se especifica que ?puede rescatarse parte del temario del servicio social para la mujer en 1977? y se cita como uno de sus puntos de formaci¨®n: ?conocimiento de diferentes t¨¦cnicas y destrezas con aplicaci¨®n pr¨¢ctica en el hogar?, con el a?adido escrito a mano ?incluido corte y confecci¨®n para ambos sexos?. Parece ser tambi¨¦n que en el proyecto se reitera varias veces que ?se pretende acabar con la vieja divisi¨®n de temas en funci¨®n del sexo?. Este prop¨®sito gen¨¦rico es ciertamente de alabar, pero sospechamos que las mujeres resultar¨¢n m¨¢s beneficiadas y enriquecidas en este aspecto con su integraci¨®n real y sin discriminaciones en las funciones creativas, pol¨ªticas, sociales, etc¨¦tera, de la comunidad, que con la falsa satisfacci¨®n que creen algunos que nos puede producir la incorporaci¨®n de unos cuantos miembros marginados -desde luego por razones injustas que parten de planteamientos fascistas- en las tareas presunta y tradicionalmente femeninas.
A las tareas del servicio social anterior se a?aden en ¨¦ste, bien es verdad, algunas novedades. Una de ellas es la integraci¨®n de la planificaci¨®n familiar, y, adem¨¢s, en un alarde de progresismo, se llega hasta a suprimir la referencia del borrador inicial a ?motivos leg¨ªtimos o ileg¨ªtimos?, ?medios l¨ªcitos e il¨ªcitos?. Creemos, no obstante, que la planificaci¨®n familiar es un tema que incumbe al Ministerio de Sanidad y que debe de ser integrada en la Seguridad Social. Se nos avisa, por el contrario, que el ?planing familiar se impartir¨¢ bajo las directrices de la Direcci¨®n General de Desarrollo Comunitario?. De nuevo nos preguntamos en qu¨¦ se basa la citada Direcci¨®n General para asumir una responsabilidad de tan gran importancia, que plantea un tema que exige una alta especializaci¨®n y que afecta a fundamentales aspectos de la salud p¨²blica y de la libertad individual.
?Posee el director general, se?or Garc¨ªa Margallo, de profesi¨®n abogado, especializado en temas fiscales y formado en la Universidad de Deusto, y sin duda muy competente en su profesi¨®n, la capacitaci¨®n necesaria para arrogarse la direcci¨®n -el dirigismo- en este tema? ?Y cu¨¢l es y de d¨®nde procede el personal cualificado de que va a disponer para impartir los cursos de formaci¨®n en planificaci¨®n familiar y educaci¨®n sexual? Por ¨²ltimo ?de qu¨¦ sirve, en definitiva, que el proyecto declare expresamente su aconfesionalidad y su car¨¢cter abierto y plural, si no renuncia a un car¨¢cter doctrinal, expresamente reconocido, y al dirigismo en temas que exigen un total respeto a la dignidad e intimidad del individuo? Mucho nos tememos, a¨²n a riesgo de caer en un proceso de intenci¨®n, que si desde otros departamentos del Ministerio de Cultura se nos va a intentar inculcar el ideario del partido del Gobierno, desde esta Direcci¨®n General se nos siga adoctrinando con los cl¨¢sicos conceptos algo remozados de la Secci¨®n Femenina y que seg¨²n la ideolog¨ªa joseantoniana se siga deseando ?liberar a la mujer del taller y de la f¨¢brica?.
En conjunto; tras estas diversas ense?anzas y prestaciones que nos pretende imponer el servicio c¨ªvico, m¨¢s o menos cargadas de doctrina, se reconocen textualmente dos objetivos b¨¢sicos.
Pero la clave de todo este desgraciado proyecto se resume en el enunciado del segundo objetivo: ?Cubrir las necesidades concretas de la comunidad sin tener que incrementar o crear nuevos presupuestos en momentos de crisis econ¨®mica como el que atravesamos?. Hemos llegado, por fin, al fondo y a la verdadera invenci¨®n subyacente en el invento.
Se trata de aprovechar a mujeres y varones ?marginados de la noble tarea de las armas? para obtener una mano de obra no remunerada. Para que todas las mujeres, con independencia del estado civil (salvo contadas excepciones por motivos de salud o de familia) y un considerable n¨²mero de hombres, est¨¦n obligados, en el momento de su juventud y de su m¨¢xima capacidad de trabajo, a verse alejados de los centros laborales.
Y frente a esta intenci¨®n, lo que exigimos son menos ?prestaciones? no remuneradas y m¨¢s puestos de trabajo en los que Incorporarse plenamente a la sociedad y acceder a una posici¨®n de dignidad humana y de igualdad con el resto de la comunidad y en los que obtener un salario justo y no discriminatorio.
Si el Gobierno se ha comprometido a intentar resolver el problema del desempleo, nos parece que pretender ocupar a una parte important¨ªsima de la poblaci¨®n activa, masculina y femenina, durante plazos de seis, dieciocho o veinticuatro meses, en actividades probablemente dignas, pero decididamente de escaso inter¨¦s ante el problema econ¨®mico del pa¨ªs, y sin compensaci¨®n econ¨®mica alguna, da muestra de una falta de imaginaci¨®n total, por no decir de un descaro intolerable.
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