Un ataque al Estado y a la democracia
?No es casual que el secuestro de Aldo Moro se haya realizado mientras el presidente de la Democracia Cristiana se dirig¨ªa al Parlamento para participar en la discusi¨®n sobre la confianza al nuevo Gobierno que por primera vez sancionaba el ingreso de los comunistas en la mayor¨ªa?, afirmaba ayer el editorial de La Republica, el diario romano social radical.En realidad, todas las fuerzas democr¨¢ticas del pa¨ªs calificaron este hecho como el m¨¢s grave que ha vivido Italia despu¨¦s de la resistencia. No porque ha tomado de mira al presidente de la Democracia Cristiana, el partido de mayor¨ªa relativa, sino porque Aldo Moro, el hombre m¨¢s respetado de toda la pol¨ªtica italiana, es el puente de di¨¢logo entre las dos grandes fuerzas populares: la DC y el PCI.
Sin Moro no existe compromiso hist¨®rico, afirm¨® un parlamentario. Sin ¨¦l, no s¨®lo la DC se queda hu¨¦rfana, sino tambi¨¦n las dem¨¢s fuerzas democr¨¢ticas pierden el ¨²nico interlocutor. Moro ha sido quien desde hace veinte a?os, desde el centro-derecha al centro-izquierda y al nuevo Gobierno con los comunistas en la mayor¨ªa parlamentaria, est¨¢ llevando a Italia hacia formas de democracia siempre m¨¢s abiertas.
Sin Moro, el Partido Comunista probablemente no hubiese nunca dialogado con toda la DC. Por eso, ayer los comunistas han afirmado que el secuestro de Moro es ?la herida m¨¢s grave a la libertad que ha recibido Italia en treinta a?os?. Por eso han sido los primeros en salir a la calle con ediciones extraordinarias a toda p¨¢gina. Movilizaron en pocos minutos todos los trabajadores de las mayores ciudades de Italia. Un obrero declar¨®: ?Si hubiesen secuestrado a Berlinguer, el Partido Comunista no se hubiera comportado de otra manera.?
La impresi¨®n pol¨ªtica en Roma es que lo ocurrido a Moro es algo que no s¨®lo ha sucedido a la Democracia Cristiana, sino a toda Italia. ?Un ataque al Estado? es el t¨ªtulo que aparece en todos los peri¨®dicos.
Hace a?os que los pol¨ªticos italianos no hablaban en sus declaraciones con el nudo en la garganta. Todos, desde el jefe del Estado al ministro del Interior, afirman: ?Los italianos no deben perder los nervios.? Por un momento, se ha temido que pudiese suceder lo peor.
La ministra Tina Anselmi declaraba con las manos en la cabeza: ?Es la guerra civil.? La Malfa, el l¨ªder carism¨¢tico del Partido Republicano, a?adi¨® en la televisi¨®n: ?Esta es la guerra. Tenemos que responder con medidas excepcionales.?
Moro puede ser el ¨²nico capaz de mantener unida a toda la Democracia Cristiana y prepararla a aceptar, ante la emergencia del pa¨ªs, una colaboraci¨®n cada vez m¨¢s estrecha con todas las fuerzas de la izquierda. ?Todos los comentaristas Pol¨ªticos -dice Il Messaggero, de ideolog¨ªa independiente- aseguran que fue el paciente e iluminado trabajo de Moro el que consigui¨® la soluci¨®n de las mayores crisis pol¨ªticas del pa¨ªs, incluida la ¨²ltima de estos d¨ªas.?
Todos los pol¨ªticos del pa¨ªs han coincidido en que las Brigadas Rojas no pod¨ªan golpear m¨¢s alto ni escoger un d¨ªa m¨¢s significativo que el de ayer. Mientras, los democristianos aseguran que el partido de Moro teme por su vida.
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