El vencedor, Giscard d'Estaing, intentar¨¢ atraerse a los socialistas
El discurso que pronunciar¨¢ ma?ana, mi¨¦rcoles, el presidente de la Rep¨²blica francesa, Val¨¦ry Giscard d'Estaing, se espera con enorme expectaci¨®n, porque debiera anunciar las consecuencias que ¨¦l ha sacado del voto del domingo ¨²ltimo y las orientaciones sociales, econ¨®micas y pol¨ªticas que instruir¨¢n a los franceses sobre lo que va a ser la ?segunda primavera de Giscard?.
Los resultados que han alumbrado la nueva Asamblea Nacional confirmaron la estabilidad relativa del electorado, ya esbozada por el escrutinio de la primera vuelta. Las dos grandes formaciones de la mayor¨ªa gubernamental, como los socialistas y los comunistas en la oposici¨®n, desde ayer ya, est¨¢n confrontados con nuevos planteamientos: delicados para la derecha, como consecuencia de su victoria en esca?os (la mitad de Francia volvi¨® a votar por la izquierda) y desgarradores para la oposici¨®n, porque su octava derrota consecutiva en los anales de la V Rep¨²blica pone en entredicho una estrategia que pr¨¢cticamente ten¨ªa tres lustros de edad: la Uni¨®n de la Izquierda.Una nueva era
?Hoy ha empezado una nueva era de la pol¨ªtica francesa?. Desde anteanoche, el mundo giscardiano repite esta frase que el propio presidente, se?or Giscard d'Estaing, hab¨ªa escogido como eslogan en mayo de 1974, cuando el resultado de las elecciones presidenciales anunci¨® su triunfo sobre el entonces candidato de la izquierda, Francois Mitterrand. Pero las reformas, por todos consideradas necesarias, toparon con otras realidades: el giscardismo no ten¨ªa respaldo popular, ni parlamentario. Y en la mayor¨ªa gubernamental contaba con un freno permanente: el partido eternamente dominante de la V Rep¨²blica, el gaullista.
Paralelamente, la impotencia reformista del presidente consolid¨® a la Uni¨®n de la Izquierda, que a trav¨¦s de varias consultas se perfilaba como la alternativa que iba a motorizar el ?cambio?. As¨ª, en v¨ªsperas de estas legislativas, el presidente y el giscardismo contaban con el poder, pero les faltaba el respaldo parlamentario y electoral.
Todo lo expuesto hasta aqu¨ª ha sido el razonamiento de los portavoces del giscardismo para explicar las dificultades del presidente y para fundamentar su estrategia: destruir dos mitos, es decir, acabar con el gaullismo ?como partido dominante?, y fraccionar la Uni¨®n de la Izquierda.
?Cosa hecha?, se respir¨® anteanoche en el mundo del se?or Giscard: su coalici¨®n, la UDF (Uni¨®n por la Democracia Francesa), con 137 esca?os, ha igualado pr¨¢cticamente al RPR (Uni¨®n por la Rep¨²blica), gaullista, que obtuvo 153, es decir, dos docenas menos de los que contaba en la C¨¢mara saliente. En segundo lugar, el otro mito, la Uni¨®n de la Izquierda, pertenece a la historia. Por todo lo expuesto, opinan los observadores, el verdadero vencedor de estas elecciones es Giscard.
En todo caso, ayer, el presidente fue convertido por el resultado de las elecciones en el verdadero protagonista de la estrategia que formular¨¢ el futuro inmediato de Francia: su obstinaci¨®n, contrariando los deseos de su ?hermano enemigo?, Jacques Chirac, para no adelantar estas legislativas, su jugada a doble o nada al comprometer su funci¨®n presidencial dirigi¨¦ndose repetidamente a los franceses para que depositaran en las urnas el voto bueno (la derecha) y, por fin, el reequilibrio conseguido con el nuevo hecho pol¨ªtico que constituye su partido, la UDF, le han devuelto la iniciativa. El ganador de estos comicios hist¨®ricos se .enfrenta ahora con una tarea ingente: atraer a una parte de los socialistas para, con ellos, realizar las reformas que hab¨ªa prometido al empezar la primera ?nueva era de la pol¨ªtica francesa?.
"Apertura" a los socialistas
Desde la noche del domingo, en la boca de los lideres giscardianos Jean Pierre Soisson, Jean Lecanuet y Jean Jacques Servan Schreiber, adem¨¢s de evitar todo descarrilamiento triunfalista y de cantar la nueva legitimidad reforzada del se?or Giscard, no han hecho m¨¢s que anunciar las consignas presidenciales: apertura, ?brazos abiertos para acoger a los socialistas? y, por otra parte, ?ha empezado la ¨¦poca de las reformas?.
La m¨²sica es distinta en el campo del gaullismo: el se?or Chirac se encarg¨® de subrayar, primero, que es el art¨ªfice fundamental de la victoria parlamentaria, que ?se han perdido dos a?os por no haber adelantado las elecciones?, como ¨¦l lo deseaba, y que, en lo sucesivo, habr¨¢ ?que contar con nosotros para gobernar y para hacer verdaderas reformas y no reformitas aparentes?.
La palabra apertura no figura en el vocabulario gaullista. Sin embargo, todos los analistas coincid¨ªan ayer al apuntar que el gaullismo seguir¨¢ contando con su peso en la mayor¨ªa, pero ya no podr¨¢ imponerse como lo ha venido haciendo.
Los d¨ªas y semanas venideros dir¨¢n exactamente hasta d¨®nde los resultados negativos han revelado las notas falsas que escond¨ªa la llamada Uni¨®n de la Izquierda. De momento, el fracaso, si no ha oficializado el divorcio, ha liberado a cada uno de los tres partidos que a¨²n la integran oficialmente para manifestarse con desparpajo y despecho. El Partido Socialista, por boca del se?or Mitterrand, por primera vez, culp¨® abiertamente a los comunistas de haber sido los causantes directos de la ruptura del mes de septiembre y, en consecuencia, de la derrota.
Pero en el interior del partido, mientras el primer secretario a¨²n contin¨²a pleiteando en favor de la continuaci¨®n de la Uni¨®n, los dos segundos m¨¢s al acecho del liderazgo supremo, Michel Rocard y Pierre Mauryoy, expresaron claramente que, en lo sucesivo, ha llegado la hora de una cierta autonom¨ªa, para profundizar en un programa espec¨ªficamente socialista. No pocos, quiz¨¢ prematuramente, ya dan por abierta la sucesi¨®n del se?or Mitterrand.
Doce esca?os m¨¢s para los comunistas
El Partido Comunista (PCF) ha ganado m¨¢s esca?os que el PS, doce contra nueve, lo que le hace totalizar en la nueva Asamblea 86 diputados, contra los 103 socialistas. Por otra parte, su estrategia, fundada en combatir el ?giro a la derecha? del PS, parece satisfacerle, en apariencia al menos. Pero sus volteretas espectaculares, sus ataque a los socialistas, nunca bien comprendidos por una parte de la opini¨®n, sumados al anticomunismo visceral de otra fracci¨®n del electorado, pudieran devolver al PCF su imagen de anta?o, de ?partido diferente?, que parece hacer oposiciones para retornar al ghetto.
Por fin, el tercer partido de la oposici¨®n, el Movimiento de los Radicales de Izquierdas, fue quien venci¨® m¨¢s r¨¢pidamente los complejos el domingo ¨²ltimo: ?Me siento liberado del programa com¨²n de 1972?, afirm¨® su l¨ªder, Robert Fabre.
Resumiendo, la mayor¨ªa gubernamental de derechas, saliente, ha perdido diez esca?os respecto a la Asamblea saliente. La oposici¨®n ha ganado diecisiete esca?os. Pero la tendencia lent¨ªsima hacia la izquierda, cara al futuro inmediato, es producto de la quiebra de la din¨¢mica unitaria que engendr¨® la Uni¨®n, mientras la mayor¨ªa, que cre¨ªa iba a perder, se encuentra frente a la ?nueva era? giscardiana.
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