Galicia, en el umbral de la autonom¨ªa
Senador por Pontevedra
En la historia reciente de Galicia lucen dos fechas estelares. Me estoy refiriendo, claro est¨¢, a los anales pol¨ªticos de la posdictadura, lastrados a¨²n de tanta ganga... anacr¨®nica. No sobrar¨¢ a?adir que apunto a cronolog¨ªas concretas: la del 15 de junio y la del 4 de diciembre de 1977.
Tanto una como otra abren cap¨ªtulos miliarios del proceso de cambio hist¨®rico en que, de una u otra manera, todos ponemos las manos. Cambio de destino, que no de postura. De las estructuras, y no s¨®lo de las etiquetas.
La primera de ambas movilizaciones del cuerpo social galaico, orientada a la exteriorizaci¨®n formal de su voluntad pol¨ªtica, se mantuvo dentro de la coordenada general. La segunda, en el ¨¢mbito propio, tuvo un acento espec¨ªfico. Entre una y otra, a trav¨¦s de la lente global, se aprecian s¨®lo l¨ªneas de coherencia externa. Es el filtrar ambos fen¨®menos de masas por el tamiz de la interpretaci¨®n socio-pol¨ªtica, cuando la perspectiva se toma distinta. Cuando afloran al plano dial¨¦ctico connotaciones diferenciales, sean o no convergentes. Valdr¨¢ la pena reparar en algunas de las m¨¢s ostensibles.
Lo que representa el 15 de junio
Mediante reestreno del rito electoral, el pueblo se pronunci¨® el 15 de junio, inequ¨ªvocamente, en favor de la democracia y en contra de la dictadura. Sin embargo, copiosos vestigios de la segunda han conseguido reflotar, bien a cara descubierta, bien bajo disfraz democratoide; con predominio num¨¦rico del segundo grupo sobre el primero, como es sabido.
Bajo el mismo ¨¢ngulo, las cosas se han sucedido en Galicia, como en casi todo el resto de Espa?a. Sin embargo, algunas diferencias cuantitativas se acusan. No tanto cualitativas, dado que el proceso electoral fue impulsado a la brava. Sin tiempo para la decantaci¨®n, ni la m¨¢s elemental depuraci¨®n. M¨¢s bien con indulgencia plenaria para el tr¨¢nsfuga, por muy entregado que haya estado al r¨¦gimen autocr¨¢tico.
Dentro del marco as¨ª esbozado, no es indiferente cierto rasgo t¨ªpico. El de que en Galicia el ¨ªndice de abstenci¨®n haya llegado al 40 % del censo. M¨¢s o menos el mismo que se hab¨ªa registrado ante las urnas del refer¨¦ndum, el 15 de diciembre de 1976.
El dato en s¨ª, y m¨¢s su reiteraci¨®n, revelan un grado de aton¨ªa innegable. Sin embargo, pierde mucho de su significado si se tiene en cuenta otro presupuesto perentorio. El de que casi un tercio de la poblaci¨®n del pa¨ªs permanece en la inmigraci¨®n.
Basta un sustraendo de semejante masividad para revelar que la imagen emergente de las urnas result¨® severamente mutilada. Y para aconsejar que los valores de decisi¨®n, en orden al futuro, y m¨¢s al futuro auton¨®mico, debieran ligarse tambi¨¦n a otros elementos representativos de las estructuras del pa¨ªs, as¨ª como de su voluntad pol¨ªtica.
Lo que representa "O Catro de Nadal"
El d¨ªa ?4 de Nadal? se ha concelebrado en los cuatro mayores n¨²cleos urbanos de Galicia la Xornada pol-a autonom¨ªa. No estaba en esta ocasi¨®n puesta en juego -como en la primera- la suerte de la democracia. Se trataba de una opci¨®n distinta, aunque inscrita dentro del mismo proceso, mucho m¨¢s espec¨ªfica en orden al futuro de la nacionalidad.
Era nada menos que la batalla al aire libre, en la calle, a pecho descubierto, por la conquista de la autonom¨ªa. O sea, de la batalla contra el centralismo obliterante y monol¨ªtico, que vino estrangulando durante siglos el ser y el estar de Galicia, perpetu¨¢ndola en la depresi¨®n socioecon¨®mica, con todas las salidas obturadas menos el aliviadero de la emigraci¨®n.
As¨ª como la jornada del 15 de junio tuvo un car¨¢cter monoliberatorio, la del 4 de diciembre respondi¨® a un cartel m¨²ltiple de reivindicaciones. Ha encarnado, por primera vez en forma tan multitudinaria y expresiva, la protesta popular, militante contra la depresi¨®n socioecon¨®mica regional, la fuga del ahorro interno y retornante a la inversi¨®n extrarregional, el subdesarrollo rural, el infradesarrollo o el polidesarrollo industriales, la marginaci¨®n secular de la vertiente atl¨¢ntica, del idioma propio en la vida y en la escuela gallegas de la problem¨¢tica de las pesquer¨ªas, las readaptaciones del caciquismo... contra la desocupaci¨®n resultante que genera pobreza interior y expulsi¨®n de las energ¨ªas humanas y naturales para crear trabajo y prosperidad en otras latitudes. Y cuanto ha venido deteriorando la imagen del pa¨ªs como pueblo responsable y libre.
El cuadro reivindicativo as¨ª esbozado puso su acento definitorio en las calles el d¨ªa. 4 de Nadal. M¨¢s que complementaria, fue una xornada superadora, en masividad, en definici¨®n y en expresividad de la del 15 de junio. Constituy¨® la proclamaci¨®n de la exigencia de redimir al pa¨ªs de las taras seculares, como ligada medularmente a la conquista de la autonom¨ªa.
La diagonal azul en rect¨¢ngulo blanco, ondeante sobre un mill¨®n de brazos, y 500.000 gargantas monoling¨¹es, en aquella oportunidad ha construido algo ¨²nico. Algo de energ¨ªa civil y semiolog¨ªa pol¨ªtica, mucho m¨¢s claro, palpitante y definitorio que cuanto se ha logrado el 15 de junio. Ha erigido, aunque s¨®lo fuese por horas, el monumento vivo m¨¢s dimensionado y elocuente que la resignada Galicia ha elevado al aire de la libertad sobre sus propios pies.
Autenticidad "versus" simulaci¨®n
Sin comenzar por reconocer a las premisas que acaban de perfilarse el peso pol¨ªtico y el calibre dial¨¦ctico que tienen, se corre un grave peligro: el de conducir, aunque sea involuntariamente, el r¨¦gimen preauton¨®mico de Galicia, que ahora sale del horno, hacia una nueva frustraci¨®n.
Los motivos para la alarma no parecen banales. Pudieran arrancar del retraso en la concesi¨®n y el recorte concedido. Del retraso, con relaci¨®n al ritmo acelerado que el mismo proceso revisti¨® para Catalu?a e incluso para el Pa¨ªs Vasco, y del recorte en las aspiraciones m¨ªnimas contenidas en la demanda inicial, y a ¨²ltima hora nuevamente mediatizadas.
Dentro de la misma ¨®rbita se ha ca¨ªdo en una deplorable tentaci¨®n. La de sobrevalorar los resultados de las elecciones del 15 de junio y olvidar en absoluto lo que han representado las manifestaciones del 4 de diciembre. Lo que han representado en cuanto a superaci¨®n del capillismo de partido, de apertura a todas las fuerzas pol¨ªticas y representaciones sociales, de consagraci¨®n popular de la unidad gallega, de condena al caciquismo endodictatorial vestido como cordero democr¨¢tico.
En contraste con la exigencia de consenso, que se impuso con tensi¨®n monocorde a la Asamblea de Parlamentairos, en nombre de los reflejos externos de la unanimidad, ahora se adopta distinta t¨¢ctica. La de confeccionar el futuro equipo dirigente a espaldas de la Asamblea, y ofrecerlo a ¨¦sta en d¨ªa pr¨®ximo como un lo tomas o lo dejas, hoy de tan escasa ortodoxia. Ofrec¨¦rselo, adem¨¢s, desde Madrid con el sello de superimposici¨®n m¨¢s t¨ªpico en las praxis del centralismo sucursalista.
Despu¨¦s de los pasos dados, para completar la jugada y reverdecer su estilo, s¨®lo faltar¨ªa que de la noche a la ma?ana se reentronizara en la cabecera de la Xunta a un ?pura sangre? del viejo caciquismo crecido a la sombra de Meir¨¢s, y apresuradamente regenerado. Galicia ha podido con mayores fraudes pol¨ªticos, con m¨¢s toscas simulaciones y, tal vez, con peores adversidades... Ha podido, pero antes de que los tiempos cambiaran.
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