Una preposici¨®n
Yo escrib¨ª un libro y lo titul¨¦ La noche que... en vez de La noche en que... Yo hab¨ªa decidido otra noche, una noche de insomnio, que es cuando se me ocurren a m¨ª los t¨ªtulos, saltarme una preposici¨®n, com¨¦rmela, incurrir en coloquialismo ya desde el principio, y dorm¨ª mal, claro, no dorm¨ª, di muchas vueltas en la cama con aquella preposici¨®n, aguda espina de oro en el coraz¨®n clavada, eres como una espinita, etc¨¦tera. Por la ma?ana hab¨ªa expulsado la preposici¨®n como los que expulsan piedras urol¨®gicas, me sent¨ªa mejor y el libro se llam¨® as¨ª.Pero en esto que llega Fernando L¨¢zaro Carreter, sabio y santo del idioma, y me reprocha lo de la preposici¨®n. A m¨ª, de Fernando L¨¢zaro Carreter, como de Paco Rabal, me hab¨ªan hablado m¨¢s las mujeres guapas que los hombres sabios: por ejemplo, la hoy famosa Charo L¨®pez -?hay una mujer m¨¢s guapa en el mundo?-, que hab¨ªa asistido a sus clases en Salamanca.
Porque yo puedo admirar infinitamente a un escritor, pero no acabo de admirarle de verdad hasta que no me llega a trav¨¦s de la admiraci¨®n de una mujer. De modo que aquella noche volv¨ª a no dormir, por culpa de L¨¢zaro Carreter, de Charo L¨®pez (pero sin Charo L¨®pez) y de la preposici¨®n. Me sent¨ªa culpable de haberle robado una preposici¨®n al castellano como si hubiese robado una custodia de la catedral de Salamanca. Aunque donde suelen robar las custodias es en Oviedo, y de Oviedo me la devuelven ahora.
De Oviedo me escribe Emilio Alarcos, otro santo y sabio del idioma. Yo viv¨ª en Valladolid el culto de Emilio Alarcos, padre. Valladolid, Oviedo, Salamanca. Como ven ustedes, esto es una historia de provincias, un trayecto de la Renfe. Este art¨ªculo parece un Ter. Y ahora vivo el culto de Emilio Alarcos, hijo, que ha escrito un libro tan definitivo como ese que hizo sobre el poeta Angel Gonz¨¢lez, mi querido amigo. De Alarcos no me ha hablado todav¨ªa ninguna jai, pero me hablar¨¢, y si no les hablar¨¦ yo a ellas para culturizarlas un poco, que son unas burras. Y me dice el sabio Alarcos (perd¨®n, Emilio, por reproducirte un poco):
- Querido Paco Umbral: ya hab¨ªa venido notando que te arrepent¨ªas un poco de haber escrito La noche que... (se refiere al t¨ªtulo, no al libro, aunque tambi¨¦n me arrepiento, mayormente por lo mal distribuido que est¨¢ en las librer¨ªas). ?Pero hoy leo que tambi¨¦n se cabrea por ello Fernando L¨¢zaro, siguiendo a Buero. Yo no me cabreo, sino todo lo contrario. Bello admite la falta de en en el p¨¢rrafo 964 de su Gram¨¢tica. Adem¨¢s, si muchos complementos temporales se expresan sin preposici¨®n (?La conoc¨ª el d¨ªa de su cumplea?os?, ?El a?o pasado tampoco me toc¨® la loter¨ªa?), no hay ninguna obligaci¨®n para que el relativo que representa a esos complementos tenga que ir precedido de en. As¨ª que adelante.?
Buero, Bello, L¨¢zaro, Alarcos, Charo, cuatro sabios y una guapa en torno de una preposici¨®n. Se la dan y se la quitan unos a otros, se la pasan como una pelota. Es el hermoso juego de la cultura, si ocultamos un dato: que la preposici¨®n es m¨ªa. Est¨¢ claro que aqu¨ª el ¨²nico que sobra soy yo.
Ahora que los pol¨ªticos se pierden en pol¨¦micas mediocres, ahora que los programas culturales est¨¢n ausentes de los partidos, ahora que todo el mundo se pregunta d¨®nde est¨¢ Espa?a -porque evidentemente no est¨¢ en el Congreso, aunque hable Su¨¢rez-, yo me atrever¨ªa a apuntar que Espa?a, la Espa?a que quedar¨¢, la sociedad de hoy, lo mejor de ella, est¨¢ en esos sabios de provincias que todav¨ªa pueden escribir cartas y coger man¨ªas a prop¨®sito de una preposici¨®n, aunque en este caso partan de una base falsa: que la preposici¨®n es m¨ªa y por tanto no hay autoridad ala que remitirse, pues que no tengo ninguna y me averg¨¹enzo de cantar la cultura y la lengua a partir de m¨ª, que eso es lo que parece aqu¨ª. Mientras la televisi¨®n, la prensa y las traducciones -hay peri¨®dicos madrile?os escritos como en lunfardo- nos desvencijan el castellano, tres grandes debaten una preposici¨®n y conjuran a un cuarto: Andr¨¦s Bello. A mi licencia po¨¦tica responden tres cl¨¢sicos vivos. No todo lo ha matado UCD.
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