Multas gubernativas en Ponferrada
El d¨ªa 12 de abril de 1977, como consecuencia de la celebraci¨®n de la sesi¨®n plenaria del Ayuntamiento de Ponferrada, que habr¨ªa de aprobar provisionalmente el nuevo Plan de Ordenaci¨®n, se produjeron dos manifestaciones espont¨¢neas, una ante el Ayuntamiento, adonde solamente se hab¨ªa permitido la entrada a las primeras cincuenta personas que se situaron en cola, y otra ante el domicilio del entonces alcalde.Citar¨¦ los hechos b¨¢sicos:
a) Se encarga la redacci¨®n del Plan de Ordenaci¨®n a los urbanistas P¨¦rez Blanco, Triay y Coloma, sin precio concurso.
b) Durante el a?o que dura la elaboraci¨®n del planearniento visitan el estudio de los redactores varios miembros de la Corporaci¨®n y alg¨²n ciudadano ponferrad¨ªno.
c) Salen a informaci¨®n p¨²blica los documentos del plan y se produce una formidable oposici¨®n colectiva. Se celebran asambleas con asistencia de miles de ponferradinos, se decide encargar un an¨¢lisis de viabilidad del plan y se crea un comit¨¦ gestor de dichas medidas. Finalmente, se impugna el plan en un documento jur¨ªdico-urban¨ªstico que se presenta al Ayuntamiento con 4.188 firmas (Ponferrada tiene poco m¨¢s de 50.000 habitantes).
d) En dicho documento se pone en evidencia la inviabilidad del plan por motivos t¨¦cnicos y econ¨®micos, pero, adem¨¢s, se resalta la absoluta falta de participaci¨®n colectiva en su elaboraci¨®n, circunstancia que queda agravada por el hecho de que los bienes urbanos del alcalde, del primer teniente y de varios otros miembros de la Corporaci¨®n se ven claramente beneficiados por el planeamiento propuesto.
e) El comit¨¦ de los afectados est¨¢ compuesto por varios ponferradinos, algunos de los cuales nos significamos especialmente, dirigiendo asambleas y coloquios de barrio, y en escritos publicados por la prensa.
f) Precisamente a estos significados miembros del comit¨¦ se nos aplican las multas m¨¢s fuertes de las que el gobernador civil juzg¨® oportuno imponer como consecuencia de las manifestaciones del 12 de abril, cuando algunos ni estuvimos -en todo o en parte- presentes en dichos sucesos.
Hab¨ªamos intentado celebrar manifestaciones con anterioridad. En dos ocasiones nos fueron denegados los permisos. Recurrimos en alzada y meses despu¨¦s se confirm¨® la denegaci¨®n. Acudimos sin respuesta a las m¨¢s altas instancias. Se propuso la celebraci¨®n de una consulta popular sobre la aceptaci¨®n de este plan y el Ayuntamiento no lo consider¨®, as¨ª como tampoco admiti¨® la formaci¨®n de una comisi¨®n mixta con los ciudadanos.
Posteriormente, tras el 15 de junio, se aprueba muy parcial y condicionadamente el plan por el Ministerio de Obras P¨²blicas y Urbanismo, se constituye una comisi¨®n ciudadana que pretend¨ªa velar por la gesti¨®n urban¨ªstica y tras cinco reuniones es sistem¨¢ticamente torpedeada por el gobernador civil, quien aplica con todo rigor la legislaci¨®n reguladora del derecho de reuni¨®n.
Entretanto, se recurri¨® contra las multas, primero en alzada y despu¨¦s en reposici¨®n, ante el ministro del Interior y se nos responde, en comunicado extensivo y v¨¢lido para todos, que ?... los hechos en que se han basado las multas que se impugnan est¨¢n plenamente probados de conformidad con el criterio interpretativo que en materia de prueba ha seguido el Tribunal Supremo en sentencia de 8 de febrero de 1971, al se?alar que a los informes policiales, en principio, hay que conceder veracidad y fuerza probatoria, como emitidos en el ejercicio de funciones p¨²blicas? (los subrayados son m¨ªos).
Precisamente a lo largo de este ¨²ltimo a?o, en Espa?a ha sido preciso perdonar a los asesinos de uno y otro signo en la dura, dolorosa y necesana v¨ªa de la reconciliaci¨®n nacional, pero en nuestra ciudad berciana, capital negra de una regi¨®n incomprendida inscrita en esta provincia artificial, se aplica la pax leonesa por un gobernador civil a quien le gusta ?... castigar poco, pero duro? y para hacer buena tan diplom¨¢tica declaraci¨®n, el ministro leon¨¦s del Interior, confirma y reconfirma las multas por unos sucesos en los que no se rompi¨® no ya una cara, sino ni siquiera un cristal.
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