El ininteligible Sr. Boorman
Jurar¨ªa que los primeros sorprendidos ante El hereje fueron los propios productores. Concebida como una secuela -continuaci¨®n oficial- de El exorcista (1973), de William Friedkin, esta pel¨ªcula ¨ªnfringe todas las reglas habidas y por haber para, finalmente, no llegar a ning¨²n sitio.Las segundas partes pueden hacerse de dos formas: limit¨¢ndose a continuar e imitar a la cabeza de serie o bien intentanto ir m¨¢s all¨¢, partir de unos elementos, de una marca dada, para hacer algo distinto, otra cosa. Boorman ha querido hacer las dos cosas a la vez y se ha estrellado. Probablemente s¨®lo quer¨ªa hacer la segunda, pero estaba obligado a hacer la primera. As¨ª desperdicia m¨¢s de la media hora inicial en enlazar, de forma forzada y pueril, a base de malabaristicas concesiones, con su predecesora. Una vez consumado el artificioso enganche, la pel¨ªcula se detiene ante un precipicio: el de su absoluta falta de sentido.
The Heretic (Exorcist II)
Direcci¨®n: John Boorman. Gui¨®n: William Goodhart. Fotografia: William A. Fraker. M¨²sica: Ennio Morricone. Int¨¦rpretes: Linda Blair, Richard Burton, Louise Fletcher, Kitty Winn y James Earl Jones. Norteamericana, 1977. Locales de estreno: Montera, Vel¨¢zquez, Consulado, Garden, Liceo, Regio, Versalles y Victoria.
El hereje nos muestra un Boorman tan incapaz de fabricar un producto standard -lo que se le ped¨ªa- como de dar un tono personal a una obra d -e encargo. Y as¨ª, el autor de A quemarropa, cuya tendencia al desmadre, la confusi¨®n y la metaf¨ªsica divulgativa quedaba ya patente en obras como Zardoz o Leo, el ¨²ltimo, ejecuta un revelador y espectacular salto en el vac¨ªo, en el que -al carecer de una apoyatura literaria m¨ªnimamente coherente- nos aparece en bruto, con todos sus defectos y ninguno de sus disfraces, evidenciando una vaciedad de estilo tal, que le incapacita hasta para humildes (?) empresas artesanales, como la que en esta ocasi¨®n se le hab¨ªa encomendado.
Panorama de frustraciones
Los que disfrutaron -y los que se asustaron- con El exorcista, de Friedkin, nada encontrar¨¢n en El hereje: ni miedo, ni espect¨¢culo, ni diversi¨®n. Ni siquiera literatura barata. Solamente confusi¨®n y vac¨ªo. La escena final muestra un derroche de medios s¨®lo comparable a su absoluta falta de ideas.Los fans del cine de Boorman tampoco encontrar¨¢n, aqu¨ª su habitual carnada. En resumen: un filme tan est¨²pido como in¨²til, cuya sola existencia es ya dif¨ªcilmente justificable.
Babelia
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