El Madrid enton¨® el alir¨®n en tono muy menor
El Madrid enton¨® el alir¨®n a tres jornadas del final, pero lo hizo en un tono menor, bastante inferior al que hubiese deseado. En efecto, junto a un rival floj¨ªsimo, que ?festej¨®? a su vez el regreso a la Segunda Divisi¨®n, tras un paso fugaz por la m¨¢xima categor¨ªa, ofreci¨® un desastroso y sopor¨ªfero partido. Marc¨® sus dos goles muy pronto y en esta ocasi¨®n no sucedi¨® como ocasiones pasadas, de triste recuerdo, en que pas¨® apuros, o s¨®lo ¨¦l jug¨® mal, sino que estuvo fatal ante un contrario much¨ªsimo peor, que justific¨® con creces su descenso. De no haber sido porque los aficionados blancos se ?entretuvieron? casi toda la primera parte con la incertidumbre -y posterior alegr¨ªa- de la derrota barcelonista en Gij¨®n y, despu¨¦s en la segunda a la espera de vitorear a su equipo al t¨¦rmino del encuentro, los minutos se habr¨ªan hecho eternos. Posiblemente la bronca hubiese sido continua ante tanto fallo y juego in¨²til, as¨ª como la deserci¨®n masiva mucho antes de llegar al minuto noventa.Pero la jornada del domingo era de fiesta para un Madrid que se hab¨ªa ganado a pulso en dos tacadas espl¨¦ndidas, ante Barcelona y Atl¨¦tico, un nuevo t¨ªtulo de Liga. Se le pod¨ªa perdonar todo y que incluso no marcara m¨¢s goles, porque en todo el equipo parec¨ªa haber la consigna de que Santillana marcara el m¨¢ximo n¨²mero de goles hacia el Pichichi. El monta?¨¦s logr¨® uno, que ya supuso una explosi¨®n de j¨²bilo, para casi todos sus compa?eros -de Guerini, no, por ejemplo-, pero todos los dem¨¢s intentos resultaron in¨²tiles. Su lucha con Kempes, al que ha igualado otra vez, deber¨¢ resolverla en los tres partidos que restan ante el Racing, H¨¦rcules y Las Palmas. Pero no lo conseguir¨¢, desde luego, con la obsesi¨®n de jugar todos para ¨¦l.
El partido se vio pronto que no iba a tener color. Al minuto, Guerini sac¨® una falta desde la izquierda y el bal¨®n dio en el larguero. Aunque el C¨¢diz respondi¨® con sendos tiros de Ortega e Ib¨¢?ez, el primero de ellos desviado por Miguel ?ngel por alto y que tambi¨¦n dio en el larguero, el primer gol de Wolf acall¨® sus escarceos iniciales. Despu¨¦s, como Miguel ?ngel volvi¨® a desviar un centro-tiro del mismo Ib¨¢?ez y Santillana, antes de marcar su gol, remat¨® en plancha junto al poste derecho un centro de Wolf tras una bonita jugada de ¨¦ste y de Roberto, el C¨¢diz se apag¨® por completo. Hasta el descanso el cuadro andaluz no pasar¨ªa m¨¢s que dos veces del medio campo. En la primera, Man¨¦ tir¨® alto y en la segunda, a centro del mismo Man¨¦, Ib¨¢?ez goz¨® de la mejor ocasi¨®n al cabecear de cerca. Miguel ?ngel, sin embargo, que no dio concesiones el domingo, realiz¨® una espectacular parada.
Lo grave, ante un equipo tan d¨¦bil enfrente, fue que el Madrid no forz¨® la m¨¢quina, o m¨¢s bien, no supo hacerlo. Guerini pudo siempre con Ram¨®n y tambi¨¦n Stielike y Wolf con Ortega e Ib¨¢?ez, respectivamente, al atacar el Madrid, o con Ib¨¢?ez y Ortega al hacerlo (?) el C¨¢diz. El casi campe¨®n domin¨® el centro de campo sin problemas, pese a la pegajosidad de los gaditanos, pero nunca abri¨® demasiados huecos en una defensa que tambi¨¦n confirm¨® su plusmarca de la m¨¢s goleada de Primera Divisi¨®n. Juanito volvi¨® a fallar estrepitosamente en el pase, y a Roberto le cost¨® excesivo esfuerzo deshacerse alguna que otra vez de un dif¨ªcil Cui?as.
Las mayores ovaciones de la primera parte fueron a los veinticinco y 35 minutos, cuando el Sporting marc¨® su ¨²nico gol al Barcelona y al terminar el partido. La aparici¨®n del uno y de la F -de final- en el marcador electr¨®nico trajo a las gradas los gritos de alir¨®n y se not¨® entonces que pr¨¢cticamente se hab¨ªa pasado la primera parte con la mirada de casi todo el mundo fuera del c¨¦sped de Chamart¨ªn. All¨ª s¨®lo quedaba la esperanza -frustrada, despu¨¦s- de ver la mayor cantidad de goles posible y en caso de ser a caruo de Santillana, mejor.
Si la primera parte hab¨ªa sido mala, ha segunda, fue quiz¨¢ peor. Aunque Wolf, al irse Pirri, pas¨® a defensa libre, pero se fue muchas veces al ataque, y San Jos¨¦ se coloc¨® de centrocampista dejando su puesto a Isidro, el Madrid s¨®lo gan¨® en velocidad. Las imprecisiones continuaron y tambi¨¦n los sucesivos centros de la impotencia, por si Santillana... El campe¨®n ya no tuvo ni ocasiones de gol y como el C¨¢diz le acompa?¨® en desaciertos a peor nivel a¨²n, el espect¨¢culo fue lamentable. La gente se hab¨ªa quedado para aplaudir al final al Madrid y se hab¨ªa tenido que ?tragar? hora y cuarto -descontamos los primeros minutos por aquello de los goles, pero nada m¨¢s- sopor¨ªfera. No es extra?o, entonces, que nadie reclamara a Molowny, ni a los suplentes, en el saludo final desde el centro del campo. En realidad, el Madrid termin¨® la Liga como jug¨® gran parte de ella: mal. Pero el tuerto siempre es el rey en el pa¨ªs de los ciegos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.