Mayor tolerancia jur¨ªdica sobre prostituci¨®n
Desde el pasado 15 de septiembre, fecha en que se abri¨® el a?o judicial, las sentencias condenatorias de mujeres que ejercen la prostituci¨®n han sido escasas, en n¨²mero no superior a tres o cuatro en Madrid, que hayan sido apeladas. La legislaci¨®n espa?ola no considera la prostituci¨®n corno delito, sino como conducta peligrosa, y para perseguirla exige dos supuestos: que puedan probarse el ejercicio habitual y su peligrosidad, y esto ¨²ltimo es muy dif¨ªcil.Eduardo Alarc¨®n, abogado penalista y especialista en la defensa de causas contra la prostituci¨®n manifiesta que ha cambiado mucho la decisi¨®n ¨²ltima del juez al respecto. ?He conocido incluso el caso de una madre que era prostituta y que estaba privada de la patria potestad, y la absolvieron. El criterio para absolver a estas mujeres parece ser que no est¨¢ demostrada su peligrosidad. La sala considera que son peligrosas si seducen a menores, transmiten enfermedades infecto-contagiosas o mantienen una actitud que cause esc¨¢ndalo. Pero hay que tener en cuenta que el forense de Peligrosidad no cuenta con medios ni para hacerles un examen m¨¦dico.?
Por todo lo anterior, la polic¨ªa mantiene con las prostitutas una tolerancia progresiva, aunque contin¨²e haciendo redadas, ya que pretende que no aumente la prostituci¨®n. Pero, una vez detenidas les imponen una multa de mil pesetas por falta moral o esc¨¢ndalo p¨²blico, figuras previstas en la ley de Orden P¨²blico, y las pone en libertad. Las ¨¦pocas de mayores redadas suelen ser a primeros de diciembre, despu¨¦s de las Navidades, antes del verano y, tambi¨¦n cuando matan a alguna chica relacionada con el tema.
Las prostitutas han venido sufriendo condenas de hasta seis meses de privaci¨®n de libertad. Pero puede aducirse ya ejemplos claros de la tolerancia policial y judicial La prisi¨®n de Alc¨¢zar de San Juan, que es exclusivamente para prostitutas y est¨¢ llevada por funcionarios y monjas, tiene actualmente m¨¢s funcionarios que internas pues las prostitutas no suelen ya ir a la c¨¢rcel.
Dentro de esta situaci¨®n de cambio de interpretaci¨®n de las normas jur¨ªdicas se dan algunos casos que, a juicio de Eduard Alarc¨®n, son claramente injustos ?Antes de que cambiara el criterio de las jurisprudencia -explica el abogado penalista- la sala especial no estimaba los recursos y continuaba fallando las medidas del juzgado. Si la prostituta estaba en libertad provisional, se daba una orden de busca y captura y, cuando se la encontraba, iba a la c¨¢rcel. Algunas de aqu¨¦llas est¨¢n apareciendo ahora y entran en prisi¨®n en virtud de aquella situaci¨®n anterior, lo cual resulta claramente in justo, y puede salvarse con un re curso de revisi¨®n, a la vista del cambio de circunstancias.?
Los impresos de sentencia se han venido vendiendo todos con car¨¢cter condenatorio, hasta el punto de que, en los casos de absoluci¨®n, ten¨ªan que tacharse.
Otra situaci¨®n jur¨ªdicamente injusta y discriminatoria es la de las prostitutas extranjeras, que llevan a Peligrosidad Social e ingresan en prisi¨®n la mayor parte de los casos. La expulsi¨®n o el sometimiento a la ley de Peligrosidad Social queda a criterio de la polic¨ªa, que decide pasarlas al juez o no. Si consideran que pueden quedar incluidas en la ley de Orden P¨²blico por indeseables, las expulsan. Mientras se produce la expulsi¨®n, la prostituta extranjera, que es mayoritariamente argentina y portuguesa, y tambi¨¦n uruguaya, colombiana o francesa, e incluso, en alg¨²n caso, inglesa, ingresa en la c¨¢rcel mientras se llevan a cabo los tr¨¢mites para sacarla del pa¨ªs, que pueden durar hasta dos meses. Despu¨¦s de la propuesta de expulsi¨®n, el caso pasa a la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias, tras de lo cual la prostituta es expulsada en un coche de la Guardia Civil conocido en el argot como canguro. Corno este coche sale cada quince d¨ªas, la extranjera puede pasar en la c¨¢rcel hasta dos meses, entre unos tr¨¢mites y otros, incluso aunque un familiar o amigo le pague un billete de avi¨®n, porque la Direcci¨®n General de Seguridad demora a veces los tr¨¢mites antes de remitirlos a la Direcci¨®n General de Instituciones Penitenciarias.
Las redadas de extranjeras suelen ir precedidas de un chivatazo de las espa?olas, que consideran pisado su terreno. Las extranjeras suelen ser m¨¢s abiertas, por lo que el espa?ol las prefiere. El chivatazo puede provocar la expulsi¨®n autom¨¢tica de las competidoras extranjeras, ya que la mayor parte de ellas no tiene permiso de residencia.
Seg¨²n fuentes jur¨ªdicas, en Espa?a puede haber entre 300.000 y 400.000 prostitutas, incluidas las de bares americanos, barras, casas de citas y otras eventuales, como personas casadas que mantienen secreta la profesi¨®n ante su marido y estudiantes que ejercen la prostituci¨®n para costearse la carrera, entre otros casos. En los clubs y barras americanas suele haber una prostituci¨®n encubierta, que se da tambi¨¦n en las carreteras, donde hay bares con reservados que suelen frecuentar los camioneros. Las chicas que trabajan en estos lugares carecen de Seguridad Social y no cumplen las ordenanzas de trabajo.
Las prostitutas trabajan en distintas zonas de las ciudades. Y as¨ª como en Barcelona son tradicionales el barrio Chino y las Ramblas -en este ¨²ltimo lugar, chicas muy j¨®venes-, en Madrid contin¨²an en los lugares tradicionales, como la Ballesta, Fleming o la calle Montera, la plaza de V¨¢zquez de Mella y Hermanos B¨¦cquer, pero tambi¨¦n han ido extendi¨¦ndose por las calle de Orense y Capit¨¢n Haya. La calle Montera, donde los comerciantes han hecho ya m¨¢s de quince denuncias -en la ¨²ltima semana han detenido a m¨¢s de cuarenta chicas-, las prostitutas siguen trabajando, aunque es donde menos ganan: entre ochocientas y mil pesetas de media. Luego, hay que contar con el n¨²mero de clientes que tenga cada una. En esta zona se habla mucho de la capacidad para captar clientes de una gitana de diecisiete a?os. Los precios dependen tambi¨¦n de las ciudades. Un macarra contaba que le echaron de Madrid y tuvo que irse a Las Palmas, donde una mujer puede cobrar no m¨¢s de trescientas o cuatrocientas pesetas por vez y multiplicar estos ingresos por hasta diecis¨¦is veces diarias.
Alta prostituci¨®n
Todo lo anterior se refiere, l¨®gicamente, a la prostituci¨®n de calle. Pero en Madrid, como en todas las grandes ciudades, siguen existiendo los bares de alta alcurnia y las casas privadas de lujo, as¨ª como los hoteles de categor¨ªa. En Madrid hay varias cadenas de hoteles muy conocidas que tienen la prostituci¨®n pr¨¢cticamente entre los servicios al cliente, siempre que ¨¦ste pueda pagar, por ejemplo, 25.000 pesetas. Por este precio, en algunos pisos particulares, como uno de Alberto Aguilera y otro en Princesa, 3 (en el edificio de la Delegaci¨®n de Trabajo, muy conocido como La casa de Cristina, frecuentada, seg¨²n un conocedor del tema, ?a nivel de ministerio para arriba?, el cliente puede tener compa?¨ªa al tiempo que se toma una copa).Aunque el ejercicio individual de la prostituci¨®n no es delito, si lo es ampararla. La ley castiga a los proxenetas o a quienes regentan casas de citas hasta a seis a?os de prisi¨®n, que se aplican en grado m¨¢ximo si la prostituta es menor de veintitr¨¦s a?os. El chulo o cacero, a quien la ley denomina rufi¨¢n, y que parece que lleva la gran tajada del negocio, puede tener dos sanciones: una por la ley de Peligrosidad Social y otra por el C¨®digo Penal.
Las medidas que la ley establece contra las prostitutas son su internamiento en un establecimiento de reeducaci¨®n, la prohibici¨®n de visitar establecimientos p¨²blicos y su sometimiento al delegado gubernativo. Estos establecimientos son penitenciarios. Los padres o el juez pueden ordenar el ingreso en el Patronato de Protecci¨®n de la Mujer, sucesor del Patronato Real para la supresi¨®n de la trata de blancas y cuya organizaci¨®n y funcionamiento viene siendo denunciado desde amplios sectores. La ley de 20 de diciembre de 1952 reorganiz¨® el patronato y afirm¨® que se creaba ?para la dignificaci¨®n de la mujer, de las j¨®venes, para impedir su explotaci¨®n, apartarlas del vicio y educarlas moralmente?. Parece que el lenguaje que explica sus fines no es lo ¨²nico arcaico y desfasado de la instituci¨®n.
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