Un nuevo Despe?aperros
En la capilla de la Virgen de los Reyes de la catedral de Sevilla hay un plateresco baldaquino que suele pasar inadvertido en los cernudianos atardeceres del templo: Per me reges regnant: Por m¨ª reinan los reyes. Una frase an¨¢loga deber¨ªa ser escrita en el frontispicio del futuro estatuto andaluz: ?Por m¨ª las Espa?as que s¨®lo hablan castellano son aut¨®nomas?. Porque si bien a Andaluc¨ªa le ha llegado la preautonom¨ªa como todo, como la revoluci¨®n industrial y como el desarrollo, como la conquista castellana y como el fin del monopolio del comercio con Indias, tarde y mal, la verdad es que aqu¨ª abajo fue donde por vez primera se pidi¨® la autonom¨ªa en castellano, en la misma lengua que se hablaba en Madrid. Un esquema a lo II Rep¨²blica, de unas regiones con estatuto y otras regiones sometidas al centralismo secular, un esquema hace ya muchos meses superado se rompi¨® precisamente aqu¨ª. El estampido que, en palabras ministeriales, ?romp¨ªa la barrera del sonido? de las autonom¨ªas. son¨® en Madrid, pero la velocidad contra el resbaladero de la historia hab¨ªa sido superada aqu¨ª, quiz¨¢ en el primer viaje perif¨¦rico del Rey, aquella primavera sevillana de 1976, en que un Borb¨®n grit¨® ??Viva Andaluc¨ªa!?, el grito que por ¨²ltima vez hab¨ªa sido escuchado en agosto de 1936, cuando ca¨ªa muerto Blas Infante.
Esquemas rotos
Todos los esquemas para poder contemplar a Andaluc¨ªa se han roto. Hay que archivarlos junto con las copias de Quintero, Le¨®n y Quiroga o hay que colocarlos en el anaquel de la historia y del conocimiento profundo de la regi¨®n, con las agitaciones campesinas de Diez del Moral o con las cr¨®nicas lebrijanas de Azor¨ªn. No hay que enga?arse al reconocer que Andaluc¨ªa tiene hoy reconocida una personalidad pol¨ªtica propia por tres razones que hasta ahora no se hab¨ªan dado en la historia: ha habido una burgues¨ªa que ha cre¨ªdo de veras en el regionalismo, encarnado por los esquemas autonomistas del partido en el Poder: ha habido una conciencia de identidad andaluza en el pueblo, a pesar de la enajenaci¨®n secular que supuso su falso folklore y su tipismo de cart¨®n-piedra, y ha habido. finalmente, unas organizaciones de izquierda que han jugado por vez primera en la historia andaluza la carta de la autonom¨ªa. Puede resultar novedosa una Andaluc¨ªa que en vez de llenar las calles para ferias y procesiones lo hace para pedir puestos de trabajo e inversiones. Puede resultar novedosa una Andaluc¨ªa sin ?se?oritos?, sino con empresarios que ven en la autonom¨ªa el futuro de la sociedad de libre mercado que defienden. Puede resultar novedosa una Andaluc¨ªa en que los mismos partidos de izquierda que dejaron solo y ante los fusiles a Blas Infante durante la II Rep¨²blica son ahora los que juegan, para ganarla, la carta de la autonom¨ªa
La nueva valoraci¨®n
Hay, pues, una nueva Andaluc¨ªa en pie, para cuya valoraci¨®n no valen los esquemas hasta ahora utilizados, ni el t¨®pico grana y oro de una tierra ?alegre como una rosa?. ni el t¨®pico tr¨¢gico y cruento de Casas Viejas, del latifundio, del paro y la emigraci¨®n; sigue habiendo emigraci¨®n y paro -?c¨®mo que si hay paro!- pero hay que enjuiciar la realidad del subdesarrollo a la luz de otro sistema de relaciones pol¨ªticas con los poderes f¨¢cticos del Estado. Cuando don Juan Carlos gritaba ??Viva Andaluc¨ªa!? en el patio de los Abasidas del alc¨¢zar sevillano, pon¨ªa a su modo el Per me reges regnan que hab¨ªa colocado Fernando III en el baldaquino de la Virgen de los Reyes. ?Por m¨ª -podr¨ªa haber dicho el Rey- Espa?a ser¨¢ auton¨®mica, empezando por Andaluc¨ªa.?
Levantamiento
Queda todav¨ªa, y m¨¢s en estas fechas, mucho que ver y que escuchar del viejo t¨®pico andaluz: del t¨®pico de derecha, del t¨®pico de izquierda, del t¨®pico del centro. Tiempo habr¨¢ de pasar antes que nos demos cuenta de que la Andaluc¨ªa de Casas Viejas ya no existe, que la Andaluc¨ªa de los partidos turnantes ya no existe, que la Andaluc¨ªa de los planes de desarrollo y los trenes de las l¨¢grimas ya no existe.
La regi¨®n se ha levantado, ha cobrado conciencia de su cultura, de su lengua, de sus riquezas, de su potencial humano, de su miner¨ªa, de sus resortes tur¨ªsticos, de sus mares... El futuro de Andaluc¨ªa no va a estar al albur de copleros ni viajeros franceses en busca de C¨¢rmenes. Se est¨¢n encontrando nuestras ra¨ªces culturales. Se est¨¢ empezando a hacer antropolog¨ªa y sociolog¨ªa para dejar de hacer pastiche florido.
Pero ojo al cirio, que la procesi¨®n es muy larga, y que los andaluces no podemos afrontar un futuro de libertad pol¨ªtica repitiendo esquemas manidos, juicios de valor sobre una Andaluc¨ªa que ya no existe, mientras se silencia otra Andaluc¨ªa que ha empezado a existir.
Porque lo primero que habr¨¢ que empezar a tener en cuenta es que Andaluc¨ªa existe, que, si bien las diferencias con el resto de Espa?a son patentes, se ha alzado un nuevo Despe?aperros. Antes era el Despe?aperros del hambre, de la pobreza, del sol y del ol¨¦. Ahora debe ser el Despe?aperros de las exigencias a Espa?a, de la solidaridad, de la justicia, como, con la claridad de un visionario, m¨¢rtir de su patria, escribi¨® Blas Infante en 1919: ?No habiendo sido jam¨¢s Andaluc¨ªa entregada a s¨ª misma desde la conquista y dominaci¨®n cristiana que vino a absorber nuestros jugos vitales y a esterilizar nuestro genio creador, no puede decirse que sea Andaluc¨ªa incapaz de regirse bajo las nuevas condiciones. Cuantas veces fue libre, cre¨® nuestra regi¨®n las ¨²nicas maravillosas civilizaciones que existieron en Espa?a.?
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