El dilema planteado por las Brigadas Rojas divide a los partidos italianos
Si hoy s¨¢bado, a las tres de la tarde (a las cuatro hora espa?ola), la Democracia Cristiana no ha entablado negociaciones con las Brigadas Rojas, su presidente, Aldo Moro, ser¨¢ ?ejecutado?. ?El ultim¨¢tum -dice Giannino Guiso, abogado de Renato Curcio- hay que considerarlo con la m¨¢xima seriedad. No se puede bromear si no queremos ser c¨®mplices de un l¨²cido homicidio.? Parece ser que ¨¦ste es tambi¨¦n el contenido de la carta aut¨®grafa de Moro enviada en la madrugada de ayer al secretario del partido, Benigno Zacagnini, y cuyo texto no ha sido posible conocer.El mundo italiano vive en estas horas dos graves problemas: uno es el problema humano de salvar la vida a uno de los mayores l¨ªderes del pa¨ªs; el otro es el temorque las Brigadas Rojas obtengan realmente su objetivo: dividir a los partidos precisamente en el momento en el cual, despu¨¦s de una larga y delicada mediaci¨®n de Moro, se hab¨ªa obtenido una mayor¨ªa apoyada por cinco partidos del arco constitucional, sin excluir los comunistas. No se puede olvidar que el secuestro de Moro se llev¨® a cabo cuando el l¨ªder pol¨ªtico se dirig¨ªa al Parlamento para votar aquella ma?ana del 16 de marzo la confianza al nuevo Gobierno Andreotti.
Los comunistas son los m¨¢s preocupados en este momento de que la DC pueda ceder ante la presi¨®n de la familia Moro y de cuantos piden que se negocie con los terroristas.
En una nota publicada ayer en el diario L'Unita, ¨®rgano oficial del PCI, Gerardo Chiaromonte, ?n¨²mero dos? del Ejecutivo, despu¨¦s de una reuni¨®n de la secretar¨ªa y de la direcci¨®n del partido, escribe: ?Nosotros, comunistas, pensamos que el Gobierno de la Rep¨²blica debe rechazar con firmeza el chantaje de los terroristas. El Estado no puede abandonar los principios y las leyes que son el fundamento de la comunidad nacional y de la convivencia civil.? Y en el editorial del mismo diario se preguntan los comunistas a qui¨¦n puede interesar hoy caminar hacia una ?argentinizaci¨®n?. Esto en Italia significar¨ªa, dice L'Unita, ?dirigirnos inexorablemente hacia una guerra civil?.
En la misma l¨ªnea de intransigencia hacia cualquier negociaci¨®n con las Brigadas est¨¢n los partidos intermedios: republicanos, socialdem¨®cratas y liberales. A favor est¨¢ una parte de la DC en conflicto con la secretar¨ªa de Zacagnini. toda la nueva izquierda de Democracia Proletaria, Manifiesto y Lucha Continua y el movimiento de cat¨®licos capitaneados por la familia Moro. La lista de firmas aumenta cada hora: han firmado ya m¨¢s de doce obispos. Se han retirado los dos exponentes comunistas: Terracini y Lombardo Radice, quienes han declarado que hab¨ªan firmado porque pensaban que se tratase s¨®lo de una llamada ?humanitaria? y no de la posibilidad de una negociaci¨®n.
Es singular que por primera vez se vean juntas las firmas de obispos. exponentes de la extrema izquierda y del Partido Radical.
Incidente en el Parlamento
Los comunistas han dicho, con una cierta sorna, que no se explican por qu¨¦ tienen tanto inter¨¦s en salvar la vida de Moro quienes hasta ayer dec¨ªan pestes de ¨¦l. Se refieren a los grupos de la izquierda extraparlamentaria. En la C¨¢mara han llegado a las manos el comunista Trombadori Y el diputado de Democracia Proletaria Mimmo Pinto: ?Como ves, ahora es necesario tratar?, le dice Pinto a Trombadori, ense?¨¢ndole la fotograf¨ªa de Moro. Trombadori le contesta: ? Moro est¨¢ ya muerto, y aunque no lo fuera yo quiero que viva la Rep¨²blica.? ?Entonces eres t¨² quien lo deseas muerto.? ?No?, responde Trombadori. ?defiendo la Rep¨²blica, no firmo llamamientos con los Obispos?. ?Entonces -contestaba Pinto- eres t¨² quien lo mata? En este momento, Trombadori se lanza contra Pinto, mientras lo separan una marca de diputados que hab¨ªan presenciado la ri?a.Esto es un bot¨®n de muestra del clima de tensi¨®n que ha creado la petici¨®n y el chantaje de las Brigadas Rojas. Pero quiz¨¢ la mayor preocupaci¨®n de los comunistas sea la actitud del Partido Socialista, el cual, despu¨¦s de haber declarado que considera jur¨ªdicamente imposible un canje de prisioneros, afirma que es necesario llegar a un acuerdo, entablar un di¨¢logo para saber con claridad qu¨¦ es lo que quieren concretamente las Brigadas y con qu¨¦ se contentan. El secretario Bettino Craxi, en una entrevista a Repubblica, afirma que negociar no quiere decir debilidad del Estado: ?Tambi¨¦n Alemania ha actuado de este modo ante el caso Schiever y. sin embargo, no es un Estado de mantequilla.? Craxi propone que sea el mismo Moro el intermediario, ya que ¨¦l es quien mejor conoce la verdadera situaci¨®n. Dice que Moro debe continuar con sus cartas. Una afirmaci¨®n que ha causado mucha sorpresa, porque podr¨ªa significar que Craxi acepta que Moro ha escrito sus cartas sin coacci¨®n.
Los socialistas, m¨¢s transigentes
Mientras los comunistas dicen a la DC: ?No deb¨¦is ceder al chantaje de los terroristas por el bien del Estado?. Craxi afirma: ?Si supiese que Moro ha sido asesinado porque nosotros; no hemos hecho nada, no dormir¨ªa tranquilo. Mas a¨²n, me pregunto si hasta hoy nos hemos comportado de un modo justo.? ,Es una ayuda del PSI a la DC? ?Es un modo de crear problemas al compromiso hist¨®rico provocando una ruptura entre la DC y el PCI? Los dirigentes de la DC est¨¢n desde ayer reunidos ininterrumpidamente. En una nota publicada por II Popolo, ¨®rgano oficial del partido, se advierte a¨²n la voluntad de no romper con los comunistas: la Democracia Cristiana les recuerda a los brigadistas que ?un partido no tiene el poder de actuar en nombre del Estado?. A este punto es un problema del Gobierno, que hoy cuenta con el apoyo de cinco partidos. Por eso. si ¨¦stos se dividen, la confusi¨®n ser¨¢ enorme. Las palabras m¨¢s graves pronunciadas en estas ¨²ltimas horas las escribe el diario socialrradical de Roma La Repubblica, en su editorial de ayer: ?La decisi¨®n -dice- es terrible, porque se trata de sacrificar la vida de un hombre o de perder la Rep¨²blica. Por desgracia. para los dem¨®cratas la elecci¨®n no consiente dudas.?
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