Cambio estrat¨¦gico en Asia tras el golpe en Afganist¨¢n
La repentina aparici¨®n de un Gobierno comunista en el Estado centro-asi¨¢tico de Afganist¨¢n, tradicionalmente isl¨¢mico y neutral, un pa¨ªs de relleno entre grandes naciones y antiguas confederaciones, viene a dislocar el contexto pol¨ªtico y estrat¨¦gico existente hasta ahora en el sur de Asia.
El Partido Comunista afgano es radical y consistentemente prosovi¨¦tico y est¨¢ respaldado, en la actualidad, por un ej¨¦rcito y una fuerza a¨¦rea eficientes, cuya oficialidad ha sido instruida en gran proporci¨®n en academias y escuelas de la URSS y est¨¢n bien equipados de armas y pertrechos rusos.Los diplom¨¢ticos occidentales y de estados del sur de Asia destacados en Kabul han quedado sorprendidos ante la rapidez y totalidad con que los comunistas se han hecho con el poder y con los resortes del mando.
El nuevo jefe del Estado y primer Ministro, Nur Mohammed Tarakki, veterano l¨ªder marxista de 65 a?os, y dos de sus camaradas -hoy ministros en el nuevo Gobierno- son tambi¨¦n dirigentes m¨¢ximos del partido democr¨¢tico Khalk (Popular), rama del comunismo afgano.
Los tres miembros militares del Gabinete de Tarakki -incluyendo a comandantes en jefe de la aviaci¨®n y del cuerpo de carros de combate, que encabezaran el pronunciamiento del jueves 27 de abril- est¨¢n plenamente identificados como izquierdistas con estrechas vinculaciones con el Partido Comunista.
El Gabinete del presidente Tarakki ha estado casi continuamente reunido en consejo, con sus valedores castrenses, desde que fuera anunciada la constituci¨®n y composici¨®n del nuevo Gobierno, el lunes pasado. Entretanto, los diplom¨¢ticos -especialmente los occidentales- esperan impacientemente la primera declaraci¨®n pol¨ªtica del nuevo r¨¦gimen marxista.
Expansi¨®n estrat¨¦gica de la URSS
Un Estado comunista afgano, en la l¨ªnea de las rep¨²blica populares de Checoslovaquia y Hungr¨ªa, llevar¨ªa pr¨¢cticamente la presencia sovi¨¦tica a las fronteras septentrionales de Pakist¨¢n. Tal presencia tambi¨¦n pasar¨ªa para la India, por un parte, y para Ir¨¢n, por la otra, cuyo r¨¦gimen y establishment siempre se han sentido ?sofocados? por la cercan¨ªa de su gigantesco vecino del norte, no s¨®lo ahora, bajo el socialismo, sino tambi¨¦n antes de 1917, bajo el imperio de los zares.
Afganist¨¢n, naci¨®n de casi veinte millones de habitantes, hasta hace poco uno de los pa¨ªses m¨¢s extra?os y atrasados de la tierra, ubicado en el Asia surcentral, muy alejado del mar, es un complejo conjunto de tribus y grupos ¨¦tnicos, unidos solamente por la religi¨®n isl¨¢mica y por la firme determinaci¨®n de resistir al control extranjero.
El violento y expeditivo golpe de Estado de la semana pasada hizo emerger las duras y graves disensiones que existen en el seno de las fuerzas armadas -m¨¢s acentuadas en el Ej¨¦rcito de Tierra que en la Fuerza A¨¦rea-. El pronunciamiento de las fuerzas sediciosas tropez¨® con empecinada resistencia en Kabul, que se prolong¨® por m¨¢s de veinticuatro horas, y s¨®lo la decisiva intervenci¨®n de los cazabombarderos de los sublevados inclin¨® la balanza a favor de los insurgentes.
Algunos observadores occidentales calculan que el n¨²mero de, personas que perecieron durante los dos d¨ªas de combate y las subsiguientes series de ejecuciones sumarias ascender¨ªa a 10.000 muertos.
Las batallas se han caracterizado por la rudeza, a veces llevada a extremos de hero¨ªsmo, por una parte, y de ensa?amiento, por la otra. La antigua guardia de palacio del derrocado y ejecutado presidente Daoud, cuyos efectivos se estimaban entre 1.000 y 3.500 hombres, resistieron a los rebeldes con tal determinaci¨®n, que cuando los insurgentes los superaron s¨®lo quedaba doscientos.
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