Uld Daddah: "Es una cuesti¨®n de dignidad"
Hay desierto, hay Sahara, en la vasta zona del continente africano que va desde la costa atl¨¢ntica hasta Sud¨¢n. Marruecos, Mauritania, Argelia, Mal¨ª, N¨ªger, Libia y Chad son pa¨ªses, al menos, parcialmente saharianos y en todos ellos hay una poblaci¨®n saharaui, es decir, habitantes del desierto. ?Reservar la denominaci¨®n de saharauis s¨®lo para los pobladores del antiguo Sahara espa?ol, por el mero hecho de que este territorio no ten¨ªa un nombre espec¨ªfico, es una simplificaci¨®n que en nada ayuda a resolver el problema?, opina el presidente Uld Daddah.Se hace muy dif¨ªcil, en efecto, distinguir entre un saharaui, o sahariano de la antigua Villa Cisneros, de otro de Atar, en Mauritania; o de uno argelino de la zona de Tinduf, o de un habitante de la franja noroccidental de Mal¨ª. Todos ellos son habitantes del mismo desierto. Son ¨¦tnicamente id¨¦nticos, su cultura es la misma y hasta sus costumbres coinciden. ?El concepto "saharaui" no es para nosotros una abstracci¨®n -dice el presidente mauritano- Nosotros somos saharauis y sabemos qui¨¦nes son de los nuestros, pero sabemos tambi¨¦n qui¨¦nes de entre ellos son mauritanos y quienes no.?
En las filas del Polisario forman saharauis de la antigua colonia espa?ola, pero tambi¨¦n otros reclutados en Argelia, Mal¨ª y N¨ªger. A ellos se agregan marroqu¨ªes y mauritanos opuestos a los reg¨ªmenes de Rabat y Nuakchott e, incluso, espa?oles. Todo un mosaico de nacionalidades. En el otro lado, junto a Marruecos y Mauritania, la decidida intervenci¨®n de Francia, justificada por Par¨ªs como ayuda a pa¨ªses amigos con los que existen pactos de cooperaci¨®n militar. El conflicto, en definitiva, se ha internacionalizado. ?Y no tendremos inconveniente ninguno en pedir m¨¢s ayuda a otros pa¨ªses amigos -opina el ministro de Asuntos Exteriores mauritano, se?or Uld Muknasass- si la evoluci¨®n de la guerra lo requiere.?
Esta evoluci¨®n no es previsible, pero tampoco aparece a la vista ninguna soluci¨®n satisfactoria. Marruecos y Mauritania no est¨¢n dispuestos a ceder un metro cuadrado de la parte que les correspondi¨® del Sahara espa?ol tras el Acuerdo de Madrid, y Argel, por su parte, sigue firme en su apoyo a la fantasmal RASD y a su brazo armado, el Polisario. En Tinduf hay, seg¨²n estimaciones mauritanas, unas 100.000 personas concentradas, procedentes de todos los pa¨ªses del ¨¢rea. Para Argelia son ?refugiados? saharauis, pero para Rabat y Nuakchott no son sino ?prisioneros?.
?El censo espa?ol de 1974 daba unos 74.000 habitantes en el Sahara occidental- explica el se?or Uld Muknass- y muchos de ellos eran s¨²bditos mauritanos que cruzaban la frontera y se instalaban con sus familiares asentados en R¨ªo de Oro para beneficiarse de los repartos de alimentos y medicinas que hac¨ªan las autoridades espa?olas.?
?Aquel censo estuvo "hinchado" -opina un diplom¨¢tico espa?ol que sigui¨® muy de cerca el proceso de la descolonizaci¨®n- porque varios miles de individuos fueron contabilizados dos veces.?
No es posible que los 100.000 saharauis que se arraciman en sus jaimas alrededor de Tinduf procedan del que fuera Sahara espa?ol. M¨¢s delirante resulta la cifra de 750.000, arriesgada propagand¨ªstica mente por el propio Polisario en mayo de 1975, en un panfleto, titulado El pueblo saharaui en lucha. Aunque todas estas cifras hay que tomarlas con mucha reserva, partiendo del censo espa?ol y teniendo en cuenta que en Mauritania viven ahora unos 12.000 habitantes de la antigua colonia espa?ola, es f¨¢cil concluir que en Tinduf no hay arriba de 15.000 ?aut¨¦nticos? saharauis. Esta es la cifra que estiman observadores imparciales.
Intervenci¨®n de Senegal
?Una victoria del Polisario y sus aliados, en el probable caso de que fuera seguida de la ca¨ªda del actual r¨¦gimen mauritano, conllevar¨ªa la inmediata desestabilizaci¨®n de todo el noroeste africano, en beneficio de la revoluci¨®n argelina y de su socialismo de exportaci¨®n?, es la opini¨®n de un portavoz del Partido Socialista senegal¨¦s, adscrito a la Internacional Socialista.
La cuesti¨®n no afectar¨ªa s¨®lo a los tres protagonistas principales del conflicto, Argelia, Mauritania y Marruecos. El propio Senegal teme cualquier cambio de signo en su frontera del Norte y considera que su seguridad y la de todos los pueblos sahelianos est¨¢ en peligro, pues, para Dakar, la acci¨®n del Polisario y sus mentores argelinos es una empresa ?imperialista y racista?.
Los dirigentes senegaleses estiman que el objetivo directo del Polisario y de quienes le apoyan no es la autodeterminaci¨®n e independencia del antiguo Sahara espa?ol, sino provocar por la violencia el hundimiento del r¨¦gimen de Nuakchott para implantan otro de corte socialista gregario de las directrices argelinas. En el caso de que esto sucediera, el presidente Leopold Sedar Senghor reclamar¨ªa ante las Naciones Unidas -repetidamente ha hecho declaraciones en este sentido- el derecho a la autodeterminaci¨®n de los 500.000 mauritanos que ¨¦tnica y culturalmente son senegaleses asentados en la margen derecha del r¨ªo Senegal.
Dakar hace suyas las acusaciones de Mauritania sobre el racismo del Polisario, seg¨²n las cuales extermina a sus prisioneros de raza negra. Desde el punto de vista senegal¨¦s, la guerra que Argel sostiene por delegaci¨®n en el Sahara trata de desestabilizar todos los Estados de sur sahariano -Mauritania, Mal¨ª, N¨ªger y Chad- en nombre de la recuperaci¨®n racial, para rechazar m¨¢s hacia el Sur a sus actuales poblaciones negras en beneficio de las moras. A esta conclusi¨®n lleg¨® un grupo de trabajo del Partido Socialista de aquel pa¨ªs, actualmente en el poder.
Mal¨ª, con largas y deshabitadas fronteras con Argelia como con Mauritania, y asociada con ¨¦sta y con Senegal en el seno de la OMVS -una organizaci¨®n que tiene como objeto la regulaci¨®n de las aguas del r¨ªo Senegal para su mejor aprovechamiento en la irrigaci¨®n de cultivos-, ha adoptado ante el conflicto del Sahara una actitud muy prudente. Igual pasa con N¨ªger, pues uno y otro pa¨ªs se ven sometidos a id¨¦nticas presiones contradictorias: tienen poblaciones saharauis en las que el Polisario recluta gente y ¨¦ste podr¨ªa alzarlas eventualmente contra sus respectivos Gobiernos negros.
Las grandes potencias
La actitud de Washington y Mosc¨², es, al menos en el plano oficial, de estricta neutralidad. Tanto Estados Unidos como la Uni¨®n Sovi¨¦tica, mantienen excelentes relaciones con Argel, como con Nuakchott y Rabat. Hace unas semanas se firm¨® en Mosc¨² un acuerdo pesquero. sovi¨¦tico-marroqu¨ª considerado por Rabat como satisfactorio, y. ello entra?a que las autoridades sovi¨¦ticas no parecen haber solicitado demasiadas concreciones a la hora de definir la extensi¨®n de las aguas jurisdiccionales marroqu¨ªes. Si, aunque s¨®lo sea por omisi¨®n, el tratado refleja que los buques sovi¨¦ticos podr¨¢n pescar en las debatidas aguas del banco saharlano, Argel debe haber acusado el golpe.
Por otra parte, est¨¢ pr¨®xima la renegociaci¨®n de un nuevo acuerdo pesquero mauritano-sovi¨¦tico y Nuakchott espera una actitud igualmente pragm¨¢tica por parte de Mosc¨², que empero se pronunciaba oficialmente en favor de la autodeterminaci¨®n del pueblo saharaui el pasado mes de enero, con ocasi¨®n de una visita de Bumedian.
Washington, por su parte, mantiene muy buenas relaciones con todas las partes implicadas en el conflicto y tiene en marcha un convenio por el que comprar¨¢ a Argelia gas natural durante los pr¨®ximos veinte a?os. Es un acuerdo del que en buena parte va a depender la econom¨ªa argelina, sobre todo si el gas de este pa¨ªs no va a poder competir en la Europa central con el procedente de la URSS y del Ir¨¢n y si Bumedian sigue poniendo obst¨¢culos al proyecto m¨¢s seguro y razonable de los tres: el gasoducto que unir¨¢ Mostaganem con la costa mediterr¨¢nea espa?ola.
No parece que las grandes potencias est¨¦n interesadas directamente en la cuesti¨®n del Sahara, al menos hasta el momento, dadas las relativamente reducidas proporciones que tiene por ahora el conflicto. Se trata de un tema africano sobre el que, por desgracia, los propios interesados no se ponen de acuerdo. S¨®lo diez pa¨ªses africanos han reconocido a la RASD y la Organizaci¨®n para la Unidad Africana no ha entrado en el estudio del problema.
Una comisi¨®n de sabios
Para las autoridades de Nuakchott, no hay cuesti¨®n de una posible autodeterminaci¨®n de la poblaci¨®n saharaui. ?Esto, que era dif¨ªcil hacer en la ¨¦poca de la colonia espa?ola, resulta ahora imposible -dice el presidente Uld Daddah- por los movimientos migratorios habidos en el territorio. As¨ª se lo he explicado a Bumedian en Bechar, y, ahora, al ministro de Asuntos Exteriores y a los parlamentarios espa?oles que me han visitado.?
?No obstante -agrega el presidente-, Mauritania est¨¢ dispues,ta a toda iniciativa que provoque una'distensi¨®n en la zona. Somos un pa¨ªs pac¨ªfico, que necesita de sus recursos para conseguir un desarrollo econ¨®mico adecuado. Pero no vamos a renunciar a Tiris el Garbia.?
El presidente viaj¨® el mes pasado a Tr¨ªpoli y se muestra muy satisfecho de la actitud que encontr¨® en el coronel Gadaffi. ?Vamos a cooperar muy estrechamente -dice- y Libia va a ayudarnos en varios sectores econ¨®micos, como el agr¨ªcola, el minero y las obras p¨²blicas. Libia y Mauritania siempre han mantenido muy buenas relaciones, pero, a partir de mi visita, se ha producido una potenciaci¨®n y un relanzamiento de las mismas. ?
Y un cambio de actitud de Gadaffi, tambi¨¦n, molesto quiz¨¢ por la postura argelina. El l¨ªder libio parece mostrarse partidario de que la cuesti¨®n del Sahara sea decidida por una comisi¨®n de sabios. ?No s¨¦ si Tr¨ªpoli es partidaria de esa soluci¨®n -opina al respecto el se?or Uld Muknass-, pero, por nuestra parte, no hay inconveniente ninguno. Queremos la distensi¨®n y la paz.?
Muy dif¨ªcil parece en todo caso el papel de la apuntada comisi¨®n de sabios. Deber¨ªa decidir sobre una cuesti¨®n que no ha podido ser suficientemente aclarada ni por el Tribunal Internacional de Justicia de La Haya, ni por las propias Naciones Unidas.
El conflicto del Sahara tiene todos los s¨ªntomas de convertirse en una guerra ?podrida?, parecida a la de Chad, en la que los intentos de soluci¨®n, muchos de ellos ofrecidos interesadamente, no pasan de ser meros espejismos. Ah¨ª est¨¢n las tropas de la facci¨®n m¨¢s belicosa del Frolinat, a s6lo cuatrocientos kil¨®metros de Ndiamena, tan s¨®lo dos meses despu¨¦s de que Gadaffi consiguiera una aparente pacificaci¨®n, primero en Sheba y luego en Bengasi.
Mauritania, la parte d¨¦bil del problema, se ha procurado poderosos aliados, dispuesta a resistir. ?Es una cuesti¨®n de dignidad -resume el presidente Uld Daddah, verdadero art¨ªfice de este pa¨ªs que para el pr¨®ximo 28, de noviembre cumplir¨¢ los dieciocho a?os de vida-. Y nosotros, los mauritanos, no tenemos riquezas, pero tenemos dignidad.?
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