El "test" de Alicante y Asturias
LAS ELECCIONES para cubrirlos dos esca?os senatoriales vacantes en Asturias y Alicante, por la dimisi¨®n de Wescenlao Roces (que lo obtuvo con la candidatura unitaria Senadores para la Democracia) y por el fallecimiento de Juli¨¢n And¨²gar (que se present¨® bajo los auspicios del PSOE) han cobrado una importancia que apenas guarda relaci¨®n con la finalidad espec¨ªfica para la que han sido convocadas. En efecto, la c¨®moda situaci¨®n de UCD en la C¨¢mara Alta no necesita ser reforzada con la conquista de esos dos esca?os, que pertenecieron en su d¨ªa a la oposici¨®n de izquierda. Los 106 representantes de que dispone el partido del Gobierno en el Senado le bastan y le sobran, contando con la alt¨ªsima probabilidad de que al menos diecinueve de los cuarenta senadores de designaci¨®n real le secunden, para imponer sus criterios. Sin contar, por otra parte, con que la C¨¢mara Alta, cuyo sistema de elecci¨®n y campo de competencias fueron introducidas con calzador en las Cortes org¨¢nicas por los franquistas nost¨¢lgicos, en la vana esperanza de convertir al Senado en el b¨²nker de Alianza Popular, ha perdido protagonismo pol¨ªtico.As¨ª, pues, ni el juego de mayor¨ªas y minor¨ªas dentro del Senado, ni el papel que ¨¦ste puede jugar en el proceso constituyente justifican la inusitada expectaci¨®n suscitada por estas elecciones parciales, en la que los estados mayores de los cuatro principales partidos han echado el resto. La campa?a ha sido larga, tensa y costosa; y las grandes figuras de la pol¨ªtica nacional han comparecido en m¨ªtines y actos p¨²blicos ante asturianos y alicantinos. Se trata, evidentemente, de utilizar estas elecciones parciales como banco de prueba de la popularidad de unos y otros.
Los datos a comparar no son, sin embargo, los sufragios obtenidos el 15 de junio de 1977 en las elecciones para el Senado, a las que se presentaron coaliciones y en r¨¦gimen de lista abierta, sino los votos conseguidos por cada partido en las candidaturas cerradas para el Congreso. En Asturias, con una abstenci¨®n del 27,4%, el PSOE logr¨® el 31,9%; UCD, el 31%; AP, el 13,6%; y el PCE, el 10,5%. En Alicante, con una abstenci¨®n del 16,12%, el PSOE alcanz¨® el 38,3%; UCD, el 35,4%; el PCE, el 9,4%; y AP, el 6,3%.
Este claro punto de referencia puede servir para contrastar los cambios producidos en el electorado en los once meses transcurridos desde los comicios generales. La circunstancia de que se trate de dos circunscripciones provinciales fuerza a tomar en consideraci¨®n los factores puramente locales que puedan influir sobre el resultado. Sin embargo, el registro ?en directo? de la voluntad popular suprime las distorsiones de los sondeos ?a escala nacional, que no predicen el resultado electoral, sino que fotograf¨ªan la opini¨®n de los futuros votantes en la v¨ªspera de acercarse a las urnas.
En cualquier caso, Asturias y Alicante aportar¨¢n ma?ana datos indicativos de las tendencias generales de todo el pa¨ªs. El partido del Gobierno podr¨¢ comprobar si su gesti¨®n en el Poder ha hecho subir o bajar sus acciones en el electorado, en detrimento o en beneficio del PSOE, su m¨¢s directo competidor en las urnas. El PCE tendr¨¢ igualmente ocasi¨®n de verificar su teor¨ªa acerca del decisivo papel disuasorio del miedo en contra de sus siglas en junio de 1977 y de medir las repercusiones electorales de su abandono del ?marxismo-leninismo? y de las decisiones de su IX Congreso. AP acude a las urnas con la misma e injustificada pretensi¨®n de ser la ¨²nica propietaria de la bandera nacional y de los valores patri¨®ticos.
La campa?a electoral, por lo dem¨¢s, ha tenido el mismo dise?o en Asturias y Alicante. Los partidos hegem¨®nicos de la derecha -UCD- y de la izquierda -PSOE- se han enfrentado duramente entre s¨ª, pero han aplicado igual o peor trato a sus directos competidores -AP y PCE, respectivamente- en ambas zonas del hemisferio pol¨ªtico; los cuales, a su vez, han dirigido lo m¨¢s granado de sus ataques contra ucedistas y socialistas. Si esta tendencia se confirmara en el futuro, adquirir¨ªa mayor plausibilidad la hip¨®tesis de que en Espa?a no va a cristalizar, a corto o medio plazo, ni un Frente de Derechas, pivotado sobre un pacto entre UCD y AP, ni una Uni¨®n de Izquierdas, articulada sobre un acuerdo entre socialistas y comunistas; y que la ¨²nica perspectiva razonable ser¨ªa, despu¨¦s de las pr¨®ximas elecciones legislativas, un Gobierno de coalici¨®n de UCD y PSOE, presidido por el partido que consiguiera en las urnas la mayor¨ªa relativa, pero integrado en cualquier caso por las dos formaciones pol¨ªticas hegem¨®nicas.
Esa agresividad entre los partidos te¨®ricamente m¨¢s cercanos ha alcanzado su cota m¨¢xima en Asturias. En esta circunscripci¨®n, por lo dem¨¢s, el PSOE y el PCE presentan como candidatos a dos destacadas personalidades, conocidas en todo el pa¨ªs. Horacio Fern¨¢ndez Inguanzo es uno de esos veteranos luchadores comunistas -como Sim¨®n S¨¢nchez Montero o Romero Mar¨ªn, en Madrid, o L¨®pez Raimundo en Barcelona- que cuentan con una impresionante ejecutoria de acci¨®n clandestina y, de c¨¢rceles; su participaci¨®n en las grandes huelgas que sacudieron la cuenca asturiana desde 1956 a 1963 le ha convertido en una figura legendaria. Fernando Mor¨¢n, hasta hace un mes dirigente del PSP, es un prestigioso experto en cuestiones internacionales, que ha cultivado con ¨¦xito el ensayo y la creaci¨®n literaria; la credibilidad del PSOE para hacerse cargo del aparato del Estado descansa, en parte, en su capacidad de atraer a este tipo de funcionario p¨²blico de reconocida eficacia y probada experiencia.
Queda, finalmente, la verificaci¨®n del grado de desiluci¨®n del electorado ante el funcionamiento de las instituciones democr¨¢ticas durante este primer a?o de incierto rodaje de sus mecanismos. Los porcentajes de abstenci¨®n resultar¨¢n ilustrativos al respecto. Y tambi¨¦n lo ser¨¢n los sufragios que obtengan los grupos extraparlamentarios tanto en Asturias como en Alicante.
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