Gritos de "?Afeitado!" para el escandaloso toro de Manzanares
Plaza de Las Ventas. S¨¦ptima corrida de feria. Toros de Saltasar lb¨¢n, bien de presencia excepto el tercero -terciado, cojo y despitorrado- y los romos pitones del cuarto. El segundo, devuelto al corral por cojo, es sustituido por otro del mismo hierro. Derribaron primero y cuarto. Todos se dolieron al castigo, menos quinto y sexto. Manejables o francamente boyantes todos para la muleta. Angel Teruel: Estocada corta ech¨¢ndose fuera (p¨ªtos). Estocada perdiendo la muleta (aplausos y protestas, cuando sale a saludar). Jos¨¦ Mar¨ª Manzanares: Pinchazo y bajonazo a toro arrancado (indiferencia). Tres pinchazos y estocada (¨ªnd¨ªferencia). Parrita, que confirm¨® la alternativa: Cinco pinchazos, aviso, nuevo pinchazo, otro hondo, capotazos de los peones y cinco descabellos (pitos). Estocada corta baja (ovaci¨®n y saludos) .
Presidi¨® el comisario Ming¨¹ena, bien en el aviso, mal al precipitarse al cambiar de tercio al primero, peorcuando no devolvi¨® al corral al tercero, protestado porsus pitones antirreglamentarios.
El a?o pasado, en la corrida de Antonio M¨¦ndez, a Jos¨¦ Mari Manzanares le correspondi¨®, por casualidad, un toro sustituto del Jaral, que, por casualidad, estaba cojo, y devuelto al corral sali¨® en su lugar, por casualidad, un sobrero desmochado. Este a?o, en la corrida de Ib¨¢n, a Manzanares le ha correspondido, por casualidad, el lote de menos presencia, y el primero de sus toros estaba despitorrado, por casualidad.
No precisamente por casualidad a Manzanares le lleva en exclusiva la propia empresa de la plaza de Madrid.
Pero el p¨²blico, que no quiere saber nada de casualidades, puso en evidencia al torero, por la verg¨¹enza del toro que le hab¨ªan preparado, y fue a m¨¢s, con gritos de ??afeitado! ?. ?Hemos dicho torero? Jos¨¦ Mari Manzanares es figura, en l¨ªnea con ese at¨ªpico m¨¦todo de que se valen los toreros de nuestra ¨¦poca para llegar a figuras, sin precedentes en toda la historia del toreo desde 1939 (?tercer a?o triunfal?, dec¨ªan -entonces) hasta los m¨¢s remotos or¨ªgenes de la fiesta, pero cabe dudar de su torer¨ªa cuando en nada le afectan las protestas y las rechiflas, y se empe?a en dar un pase y otro hasta ni se sabe cu¨¢ntos; siete minutos largos de muleteo insulso ante un torete que no presentaba la menor dificultad. Y lo mismo en el otro Ib¨¢n, al que adem¨¢s embarcaba con el pico; incapaz de cuajar faena, aunque muy capaz de aburrir a la clientela con tanto muletazo sin sentido.
Angel Teruel tuvo tambi¨¦n g¨¦nero manejable, e incluso un segundo toro de cuyos pitones habr¨ªa mucho que hablar. La apostura, la sonrisa, la parsimonia, la actitud de suficiencia, fueron constantes en Teruel que no se correspond¨ªan de ning¨²n modo con el toreo: jam¨¢s ligado, el pico dichoso por delante, siempre, escaso temple, continuo cortar las tandas para enjaretar el fat¨ªdico unipase, que despu¨¦s de mucha prosopopeya, mucho componer la figura, le sal¨ªa mal, pues lo vulgaridad fuera completa, lleg¨® a ponerse casi de espaldas, con objeto de montar el n¨²mero del circular, el cual termin¨® con la muleta echa un rebuflo entre los pitones.
Banderille¨® Teruel a su segundo toro y coloc¨® cuatro palos, con reuniones a cabeza pasada, pero -eso s¨ª- estuvo hecho un artista en los ceremoniosos saludos al p¨²blico de sol. Ni Teruel ni Manzanares -figuras del toreo, ?no estamos en eso?- fueron capaces de arrancar un ol¨¦ verdadero por un lance de capa aut¨¦ntico. ?Ni uno dieron! Toda su labor result¨® expresi¨®n m¨¢xima, de la mediocridad, nunca aliviada por el m¨¢s remoto detalle torero. Vamos, que pueden irles dando morcilla.
Los ibanes salieron sin problemas que no pudiera resolver con relativa facilidad un matador de alternativa. Pero no parec¨ªa haber debutante Parrita tampoco acert¨® a sacarles partido en dos pl¨²mbeas faenas de numerosos pases en los que falt¨® t¨¦cnica y calidad. Cuando instrumentaba el derechazo, ten¨ªa que rectificar pues no mandaba en los remates; cuando el natural, el destemplado recorrido se dilu¨ªa en los sopores de la m¨¢s absoluta soser¨ªa. Particularmente el trasteo al sexto result¨® desesperante, pues el toro iba donde le mandaran, con suavidad, sin el menor problema, entregadito... Un castizo dir¨ªa que se le ca¨ªan las orejas. Pero Parrita no se enteraba.
Quiz¨¢ tambi¨¦n por casualidad le correspondi¨® el lote de m¨¢s presencia. El primero, un poderoso colorao, derrib¨® una vez y desmont¨® otra. Tambi¨¦n derrib¨® el cuarto. Los dos ¨²ltimos toros resultaron bravos. En conjunto puede decirse que fue buena la corrida de Ib¨¢n. A salvo, naturalmente, los ya apuntados fallos mec¨¢nicos de peritos en la materia les pas¨® inadvertido el detalle durante el reconocimiento. Y al presidente, a pesar de que el p¨²blico se lo indicaba, a grandes voces: ??Afeitado, afeitado, afeitado! ?.
Concluido el asunto de la Telef¨®nica, Garc¨ªa de Pablos deber¨ªa darse una vuelta por Las Ventas cualquier d¨ªa de ¨¦stos.
Babelia
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