Promesas y peligros de la energ¨ªa nuclear
EL TEMA de la energ¨ªa nuclear salt¨® al primer plano de la actualidad hace meses con motivo de las protestas por la construcci¨®n de la central de Lem¨®niz y la posterior muerte de dos obreros como consecuencia de un atentado de ETA contra la misma. Y se ha mantenido en ¨¦l gracias a numerosas e interesantes charlas de intelectuales y pol¨ªticos y al colof¨®n oficial constituido por la aprobaci¨®n del Plan Energ¨¦tico Nacional (PEN), cuya discusi¨®n estuvo en el origen de la dimisi¨®n o cese de los se?ores Fuentes y Oliart de su cargo de ministros.Una primera lectura del PEN proporciona algunas cifras que son adecuada referencia a la magnitud del tema: seg¨²n el PEN, el 15% de la energ¨ªa consumida en Espa?a en 1987 ser¨¢ de origen nuclear (frente a un 2 % el pasado a?o) y las inversiones previstas en el mismo para la construcci¨®n de centrales nucleares rondan los 325.000 millones de pesetas de 1978. Estos datos subrayan por s¨ª solos lo comprometido de la opci¨®n nuclear. El PEN es, en el fondo, un ¨®rdago por la energ¨ªa nuclear como medio de limitar nuestra dependencia respecto al petr¨®leo. Dejando a un lado, de momento, los posibles riesgos mediatos de car¨¢cter ecol¨®gico, e incluso los inmediatos de supervivencia en caso de una cat¨¢strofe en alguna central de este tipo, el PEN supone no s¨®lo una apuesta a favor de que los precios relativos del uranio y del petr¨®leo van a inclinarse en el futuro hacia el primer tipo de combustible, sino tambi¨¦n de que Espa?a va a tener asegurado el reprocesamiento del uranio enriquecido, temas ambos b¨¢sicos para lograr las metas fijadas en el PEN.
No es posible dar una respuesta satisfactoria a inc¨®gnitas de tama?a importancia, pero s¨ª conviene, en todo caso, situar el tema de la energ¨ªa nuclear en su marco adecuado.
En 1975, la Organizaci¨®n para la Cooperaci¨®n y el Desarrollo Econ¨®mico (OCDE) predec¨ªa que en 1985 este tipo de energ¨ªa suministrar¨ªa el equivalente a 750 millones de toneladas de petr¨®leo, frente a los 35 millones de 1972. Actualmente, aunque los propios expertos de la OCDE han rebajado a cuatrocientos millones sus predicciones, nadie niega el inmenso potencial que encierran fuentes at¨®micas de la energ¨ªa. Digamos a t¨ªtulo de ejemplo, que, seg¨²n c¨¢lculos conservadores, las reservas conocidas de uranio y torio constituyen una fuente suministradora de energ¨ªa diez veces mayor que la totalidad de las actuales reservas de petr¨®leo y gas.
Por desgracia, el panorama no es tan rosado como esa escueta comparaci¨®n pudiera hacer pensar. En primer lugar, para que se convierta en realidad deber¨¢n resolverse dos problemas tecnol¨®gicos claves: el desarrollo de reactores adecuados para generar energ¨ªa y el logro de un ciclo eficiente y con el m¨ªnimo peligro de obtenci¨®n del combustible utilizado por ellos, con la consiguiente soluci¨®n del problema de, almacenamiento de los residuos generados.
En la actualidad, los pa¨ªses con una tecnolog¨ªa m¨¢s avanzada -Estados Unidos, Alemania Federal y Francia- est¨¢n perfeccionando los llamados reactores nucleares r¨¢pidos regenerables, cuyas versiones m¨¢s prometedoras tecnol¨®gicamente son el reactor r¨¢pido regenerable de gas enfriado y el reactor t¨¦rmico regenerable de agua ligera. Pero suponiendo que esos obst¨¢culos se resuelvan y se logre vencer la resistencia de los ecologistas a su instalaci¨®n y puesta en funcionamiento, queda el problema de su alimentaci¨®n. Hasta hace a?os el proceso de difusi¨®n gaseosa constitu¨ªa el ¨²nico procedimiento conocido para enriquecer el uranio. Hoy en d¨ªa se ha avanzado mucho en este terreno; los americanos est¨¢n experimentando el enriquecimiento mediante rayos l¨¢ser y hace unos meses el Comisariado franc¨¦s para la Energ¨ªa anunci¨® el descubrimiento de un procedimiento que, si bien menos rentable que aqu¨¦l, tendr¨ªa la gran ventaja de imposibilitar la proliferaci¨®n del combustible nuclear.
Es precisamente en este punto donde reside una de las v¨ªas de ataque a la energ¨ªa nuclear; a saber, que si bien el combustible es pr¨¢cticamente inextinguible (pues a diferencia del petr¨®leo o el gas se puede reproducir por medios industriales), su obtenci¨®n y reproducci¨®n suscita el grave peligro de su utilizaci¨®n con fines militares o terroristas. lo cierto es que todos los sistemas conocidos hasta el momento pueden dar lugar, por muchas restricciones que se impongan al proceso de enriquecimiento y reprocesamiento del combustible at¨®mico, a la fabricaci¨®n de armas nucleares.
Pero aun imaginando soluciones futuras satisfactorias a esta amenaza, queda en pie el tema del almacenamiento de los residuos nucleares, con el consiguiente peligro de radiactividad, no s¨®lo para los pr¨®ximos a?os, sino tambi¨¦n durante generaciones futuras.
Esta breve referencia a los inconvenientes de esa prometedora fuente de energ¨ªa deber¨ªa bastar para hacer reflexionar antes de recomendar alegremente que Espa?a se lance por la senda nuclear. Es muy cierto, no obstante, que los condicionamientos que rodean a las fuentes alternativas pueden forzar razonablemente a cualquier Gobierno a decidirse por la energ¨ªa nuclear; pero en todo caso deber¨ªa constituir una obligaci¨®n pol¨ªtica, e incluso moral, tanto para el Gobierno como para los partidos o grupos antinucleares, el explicitar claramente ante el pa¨ªs las ventajas e inconvenientes de las opciones energ¨¦ticas que Espa?a tiene abiertas ante s¨ª, con las previsibles consecuencias econ¨®micas de elegir una u otra. Creemos que el debate nacional sobre la utilizaci¨®n de la energ¨ªa nuclear deber¨ªa abrirse cuanto antes, aun cuando s¨®lo fuera por privar a grupos de fan¨¢ticos y terroristas de un elemento de perturbaci¨®n de la convivencia ciudadana.
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