Los "voyeurs" de la revoluci¨®n
Director de ?Cuadernos para el Di¨¢logo?
Como todo el mundo sabe, y sin embargo olvida, la izquierda francesa es la m¨¢s revolucionaria del mundo. Pero, hecha su revoluci¨®n en el siglo XVIII, consider¨® que en el XX su misi¨®n principal estaba en animar todas y cada una de las revoluciones pendientes en Asia, Africa y Am¨¦rica Latina. En animar y en escribir libros, eso s¨ª, muy cr¨ªticos, sobre todos y cada uno de los procesos revolucionarios habidos y por haber en el Tercer Mundo y en el sur de Europa, de modo que las librer¨ªas de Par¨ªs est¨¢n atestadas de estupendas reflexiones sobre la Uni¨®n Sovi¨¦tica, Cuba, Chile, China Popular, Bolivia, etc¨¦tera. La izquierda francesa es adem¨¢s dogm¨¢tica, y as¨ª, cuando en el 68 los estudiantes se echaron a la calle, sin grandes apoyaturas te¨®ricas, pero dispuestos a hacer la revoluci¨®n en su propio suelo, se asust¨® anatematizando contra el ?aventurerismo izquierdizante? de los que preconizaban la imaginaci¨®n al poder. Y mientras la izquierda en Francia discute y debate los fundamentos te¨®ricos de la Revoluci¨®n, con may¨²sculas, pierde elecciones tras elecciones y la derecha lleva camino de gobernar por los siglos de los siglos, solidificando gran¨ªticamente uno de los sistemas sociales m¨¢s cerrados y reaccionarios que se dan en el seno del capitalismo occidental.
La elemental reflexi¨®n anterior viene estos d¨ªas a cuento del debate despertado en el seno del socialismo espa?ol a prop¨®sito de unas declaraciones de Felipe Gonz¨¢lez donde ¨¦ste no propon¨ªa abandonar el marxismo, sino simplemente hacer desaparecer la palabra, por lo dem¨¢s de aparici¨®n program¨¢tica reciente, del programa de su partido. Y aqu¨ª ha sido Troya. Voces de esc¨¢ndalo se han alzado por doquier y las acusaciones de oportunismo, electoralismo y socialdemocracia han llenado los aires del socialismo espa?ol, no pidiendo una confrontaci¨®n ideol¨®gica abierta y seria, sino, pr¨¢cticamente, la defenestraci¨®n por hereje del secretario general. Curiosa la inseguridad en su programa de muchos socialistas cuando la puesta en cuesti¨®n de una sola palabra parece hacer peligrar todo el edificio. Significativa la fe en el exorcismo que arroja los peligros de desviaci¨®n derechista por la inclusi¨®n de un t¨¦rmino de costosa y dif¨ªcil definici¨®n como lo prueba que ni siquiera los partidos socialistas de Italia y Francia (los m¨¢s radicales de Europa), los incluyan. Por otra parte, ?ser¨ªa m¨¢s revolucionario el laborismo ingl¨¦s con la palabra marxismo, lo que ha estado varias veces a punto de suceder?
Cierta izquierda espa?ola, como la francesa, no parece haber digerido bien una consoladora inflaci¨®n ideol¨®gica. Da la impresi¨®n de haber comenzado leyendo, por lo general de o¨ªdas, a Carlos Marx y terminado en Julio Verne. Sin pasar, por supuesto, por Rosa Luxemburgo, Lenin y Granisci. As¨ª aspira a transformar la sociedad y suprimir el capitalismo, sin pasar por el Gobierno, que deja en manos de la derecha para lo que ¨¦sta guste reformar. Que, como es l¨®gico, es poco o nada. As¨ª, en el fondo de su ser desprecia a los electores, a los que se tolera como ?mal necesario ? pero molesto, y a los que, por supuesto, s¨®lo hay que tener en cuenta mes y medio antes de las elecciones. Y as¨ª, con el pretexto de la revoluci¨®n, se desde?an las ?peque?as? reformas que desde el Estado, y con el apoyo de las masas, los socialistas pueden hacer. Y mientras se hace la revoluci¨®n, el paro que siga aumentando, que los especula dores no encuentren trabas, que la educaci¨®n sea un privilegio y la derecha imponga una Constituci¨®n a su medida. Y decir a los que votan socialista en busca de mejoras concretas en la sociedad que vivimos, que vuelvan el siglo que viene, cuando la agudizaci¨®n de las contradicciones del capitalismo haya dado al traste con el sistema y ¨¦ste se caiga por s¨ª mismo.
Partidarios de contraponer la reforma a la revoluci¨®n rechazan aqu¨¦lla por, seg¨²n dicen, ser contradictoria con ¨¦sta. El peligro reformista, suelen decir, aleja el horizonte revolucionario y consolida el sistema. Efectivamente, ah¨ª est¨¢ el peligro, pero es un reto que los socialistas deben aceptar. ?Qu¨¦ otra alternativa real queda? Si se aceptan las urnas como veredicto definitivo del pueblo, ?qu¨¦ posibilidades existen de llegar al poder desde?¨¢ndolas? ?Se puede construir una sociedad socialista desde la eterna oposici¨®n? Que se lo pregunten a los franceses, eternos voyeurs de las revoluciones ajenas.
Esto, se?ores, es Europa. Para mal y para bien estamos en una sociedad industrial. El ¨²ltimo palacio de invierno se asalt¨® en estas latitudes all¨¢ por el a?o 1917. Los socialistas a lo ¨²nico que no pueden renunciar es a un proyecto de sociedad que destierre la explotaci¨®n y suprima las clases sociales. Pero, que se sepa, eso no lo ha dicho Felipe Gonz¨¢lez. ?A qu¨¦ viene entonces tanto rasgarse las vestiduras? La alternativa socialista es una opci¨®n de gobierno. No s¨®lo eso, evidentemente, pero tambi¨¦n eso. Y una alternativa de poder marxista exige la adecuaci¨®n de la t¨¢ctica pol¨ªtica a las condiciones objetivas para conseguir una sociedad socialista que nadie ha puesto en cuesti¨®n. El PSOE, primer partido pol¨ªtico del pa¨ªs, tiene que decir si quiere o no gobernar. Si la respuesta es afirmativa, lo cierto es que le faltan dos millones de votos, muy dif¨ªciles de conseguir por su izquierda. El dar la batalla por el otro lado no tiene por qu¨¦ suponer un giro hacia la derecha, sino un rescate de capas de poblaci¨®n objetivamente explotadas que se han dejado llevar por los se?uelos del espejismo centrista. El marxismo, en cualquier caso, no es un recetario, sino un sistema de an¨¢lisis y una dial¨¦ctica de trabajo. Y, desde luego, no debe ser un refugio para contemplativos que aplican sus dogmas para analizar los errores de los instalados para siempre en el poder. Y decir de paso que aqu¨ª no ha cambiado nada. Que nada puede cambiar. Lo que evidentemente ser¨¢ verdad mientras la derecha mande y, gobierne teniendo como coto a la izquierda minoritaria.
Cierto tipo de voyeurismo pol¨ªtico masoquista puede tener desde luego compensaciones indudables a nivel individual. Curioso que se practique mucho m¨¢s en las universidades que en las f¨¢bricas. Por cierto, el PSOE hace solamente cinco a?os ten¨ªa apenas 5.000 militantes. Quiere eso decir que una gran parte de los que ahora salen a la calle con pegatinas que dicen ?soy marxista? deber¨ªan a?adir ?..., desde hace doce meses?. Pero, en fin, ese ser¨ªa quiz¨¢ otro tema...
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.