Gabriel de la Casa vuelve a Madrid con madurez y torer¨ªa
Los veterinarios y la autoridad cerraron el paso a la corrida de Alonso Moreno, creemos que por falta de trap¨ªo, mientras lo abr¨ªan para la del Jaral de la Mira, y ahora no creemos nada. Si eran mejores los jarales, muy malos ten¨ªan que ser los otros. Al tiempo, Rafael de Paula, que es un exquisito, se ca¨ªa del cartel. Una vez m¨¢s, la afici¨®n quedaba chasqueada, y por si fuera poco, mojada y bien remojada, porque durante casi todo el festejo llovi¨® a ca?o.El primer toro sali¨® cojo; el segundo, eso, y corto, y escaso de cabeza; el tercero, brochito. Los dos de gradas y andanadas, que son localidades cubiertas, abroncaron a la empresa y al presidente, y ped¨ªan que los toros fueran devueltos al corral. Ten¨ªan razon, pero no caridad, porque los del tendido nos est¨¢bamos poniendo como sopas y ya s¨®lo faltaba, para nuestra desgracia, que empezaran a salir los cabestros, una vez y otra. Le d¨¢bamos cara a la pulmon¨ªa y ya era bastante, digo yo.
Plaza de Las Ventas
Novena corrida de feria (domingo). Toros del Jaral de la Mira, desiguales de presentaci¨®n, los tres primeros protestados por cojos y por escasos de cabeza; serios los restantes; mansos todos. Gabriel de la Casa: media estocada ca¨ªda (al unas protestas). Pinchazo, estocada y rueda de peones (oreja). Miguel M¨¢rquez: pinchazo, estocada ca¨ªda y rueda de peones (silencio). Pinchazo feo en la suerte de recibir, otro pinchazo bajisimo y atravesado, rueda de peones y estocada ca¨ªda; rebas¨® en un minuto el tiempo reglamentario (silencio). Manolo Arruza: dos pinchazos, estocada y dos descabellos (silencio). Estocada corta desprendida y descabello (algunos pitos).Presidi¨® el comisario Del R¨ªo, que desatendi¨® las protestas por la presentaci¨®n de los tres primeros toros y no tuvo en cuenta los avisos. Muy buena entrada. Llovi¨® torrencialmente.
Esta es una de las razones por las que se ovaci¨®n¨® a Miguel M¨¢rquez cuando sin dar un solo pase (?o dio uno?) entr¨® a matar al segundo toro. El hecho fue que la afici¨®n coreaba ?? ladrones, ladrones! ?, con un tono como si las voces llegaran del m¨¢s all¨¢, y el torero de Fuengirola, en el m¨¢s ac¨¢ del fango, debi¨® pensar ?esta no es mi guerra?, y mont¨® la espada. Llov¨ªa. Gabriel de la Casa no hab¨ªa abreviado nada en el toro anterior, y se lo reprochamos, porque tampoco se.acopl¨® con eljaralillo inv¨¢lido. Enfad¨® a los aficionados que estaban a cubierto y m¨¢s a¨²n a los que aguant¨¢bamos a descubierto.
Cuando m¨¢s fuerte era el aguacero, Manolo Arruza se descalz¨® y corri¨® por el barro para poner tres pares de banderillas a cabeza pasada. Con la muleta, a mal tiempo buena cara, estuvo alegre y animoso; sin embargo, aunque el brochito era manejable, no sac¨® pase alguno de calidad. Mat¨® tan a cap¨®n como hab¨ªan hecho sus compa?eros.
Arreciaba la lluvia durante el arrastre de este tercer toro y la suspensi¨®n parec¨ªa obligada, pero aparecieron afanosos mozos con mandil y carro, que echaron arena en los charcos m¨¢s profundos y la corrida sigui¨® adelante.
Vali¨® la pena porque el panorama taurino cambi¨® (el climatol¨®gico, sin novedad) y apareci¨® por chiqueros el primer toro-toro de la corrida, sin taras, bien armado y serio, al que Ga.briel de la Casa tore¨® por ver¨®nicas del delantal ganando terreno con remate en los medios, y lo lidi¨® con maestr¨ªa. La faena fue ernotiva, bajo el aguacero fort¨ªsimo, iniciada con media docena de valientes pases de rodillas (otra vez ganando terreno, ah¨ª est¨¢ el detalle) y seguida con excelentes derechazos. En la tercera tanda el toro se empez¨® a soltar de la muleta. En realidad se iba porque era manso, y tambi¨¦n porque el torero citaba fuera de cacho. Ahora bien, la tarde de lobos no hac¨ªa aconsejable sacar la regla de c¨¢lculo y todo lo que hac¨ªa Gabriel de la Casa pareci¨® bueno, incluso, cuando ahog¨® las embestidas; incluso, cuando se descaraba frente a los pitones, la mano libre en lo alto, cual si estuviera en el metro, agarrando el pasamanos. Mat¨® con decisi¨®n y le dieron una oreja (la primera sin protestas de la feria), que premiaba no s¨®lo la faena, sino tambi¨¦n su vuelta a Madrid -despu¨¦s de tantos a?os- con responsabilidad de torero cabal y conocimiento del oficio. Bien venido sea el chico de Morenito de Talavera.
Cuando sali¨® el quinto hab¨ªa dejado de llover. ?Que m¨¢s daba, a estas alturas? Fue manso y se le pon¨ªa por delante a Miguel M¨¢rquez, quien no fue capaz de dominar la situaci¨®n. Pero, inesperadamente, cit¨® a recibir. Es casi imposible comprender a qu¨¦ ven¨ªa aquello, pues no rubricaba una faena de altos vuelos, ni si quiera medianos, e hizo muy mal la suerte, y a¨²n peor por el volapi¨¦.
De nuevo banderille¨® Arruza al sexto, sin arte. Quedado en el ¨²ltimo tercio el manso, le porfi¨®, incluso de rodillas, y se pudo comprobar que, en tal postura, los toros le llegan al mexicano por donde a Gabriel de la Casa y a Miguel M¨¢rquez subidos en una silla. Hubo consenso el domingo, por una vez, entre los diversos sectores de afici¨®n y p¨²blico en general, as¨ª los calados hasta los huesos como los de ropa enjuta: Arruza alto es. Menos da una piedra. Estar¨¢ contento, pues otros toreros han pasado por la feria con tan poca pena y tan poca gloria como ¨¦l, pero eran m¨¢s bajitos.
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