"Los militares uruguayos han creado una f¨®rmula de pa¨ªs imposible"
Wilson Ferreira. Hay que empezar por decir que el deterioro de las libertades p¨²blicas en mi pa¨ªs no comienza con er golpe de junio de 1973. Ese fue s¨®lo el acto formal que consagr¨® la dictadura. A lo largo de los a?os inmediatamente anteriores, la situaci¨®n ya se hab¨ªa ido. agravando. Desde mediados de 1968 el pa¨ªs se vio conmovido por la presencia de un movimiento de guerrillas. Los Tupamaros fueron quiz¨¢ no un movimiento num¨¦ricamente considerable, pero indudablemente eficaz. Y fue la raz¨®n y el pretexto que justific¨® el progresivo deterioro de las libertades p¨²blicas. Es decir, para combatir la guerrilla, el r¨¦gimen recurre a medidas de excepci¨®n, lo cual nos lleva a la conclusi¨®n -desde luego no inesperada- de que el Gobierno termina dependiendo de la guerrilla, necesita de su presencia, por que s¨®lo a trav¨¦s de ella puede justificar el r¨¦gimen excepcional.Pregunta. Tal vez ser¨ªa mejor centrar la conversaci¨®n en lo que puede suceder en el futuro, m¨¢s que en lo que ocurri¨® en el pasado.
Respuesta. Pero para entender el futuro hay que decir dos palabras sobre lo que en Uruguay est¨¢ pasando. El pa¨ªs tendr¨ªa que tener, si se extrapolan los resultados de los ¨²ltimos censos y se le aplican las d¨¦biles tasas de crecimiento actuales (1,2% anual), entre 3.300.000 y 3.500.000 habitantes. Y, sin embargo, tiene 2.700.000, seg¨²n los ¨²ltimos datos. Es decir, que faltan entre 600.000 y 800.000. El r¨¦gimen es tan poco inteligente que se equivoca aun en las cifras que podr¨ªan favorecerlo. Porque yo soy m¨¢s conservador que ¨¦l. Yo me atengo a una cifra de emigraci¨®n de medio mill¨®n de uruguayos (casi una sexta parte de su poblaci¨®n). Esto es absolutamente terrible. Es el problema de sangr¨ªa poblacional m¨¢s tremendo de la historia moderna. Se trata, adem¨¢s, de una emigraci¨®n altamente selectiva: intelectuales, artistas, obreros especializados, cuadros medios.
En segundo lugar, a pesar de esto, que al Gobierno puede servirle de v¨¢lvula -hasta parecer¨ªa que lo foment¨®-, el r¨¦gimen exhoie hoy una tasa de desocupaci¨®n del 13 % y esto despu¨¦s de exportar fuera un gran n¨²mero de trabajadores. Por otra parte, si se toma como base enero de 1971, a finales de 1977 los salarlos hab¨ªan bajado un 43%. Despu¨¦s de esto, el Gobierno decret¨®un aumeto salarial del 8% en el mes de marzo, pasado, pero simult¨¢ncarnente decidi¨® un aumento medio del 17 % en todos los servicios p¨²blicos y del 20% en el valor de la carne vacuna, que sigue siendo la base de la alimentaci¨®n popular uruguaya. Lo cual hace que, en las cifras oficiales, el salario uruguayo, hoy por primera vez baj¨® a menos de la mitad del a?o 1971. Durante mucho tiempo esto tambi¨¦n obr¨® como freno. El temor a perder el trabajo, la necesidad de obtener recursos para sobrevivir, descartaron muchas posibilidades de preocupaci¨®n pol¨ªtica. Sin embargo, los ¨²ltimos datos colocan al pa¨ªs en una situaci¨®n explosiva.
Hay que tener en cuenta adem¨¢s, que para construir el pa¨ªs dotarle de toda la infraestructu ra de educaci¨®n, sanidad, transportes, Uruguay hizo un esfuerzo conside rable y se endeud¨®. Bordaberry lleg¨® al poder (1971) con una deu da externa de 730 millones de d¨®lares. Pero ese fue el costo de hacer la Rep¨²blica. Hoy debemos 1.700 millones de d¨®lares, hemos duplicado la deuda externa, sin haber invertido un centavo. Se tra ta de un pa¨ªs que se descapitaliza y se endeuda. ?Por qu¨¦? Porque con esto se paga la represi¨®n. Muy dificilmente esto puede aguantar, sobre todo porque se trata de una pol¨ªtica deliberada, es un prop¨®sito anunciado, es una visi¨®n del pa¨ªs.
P. En otros pa¨ªses americanos don de parec¨ªa haberse tocado fondo, el propio sistema est¨¢ en trance de buscar soluciones y mejorar su imagen. Soluciones que conllevan la adopci¨®n de ciertas medidas pol¨ªticas, aunque t¨ªmidas. Eso no parece suceder en Uruguay
R. En esas condiciones, en esa f¨®rmula de pa¨ªs imposible, naturalmente, hay que buscar salidas. Pero ?cu¨¢les? Aqu¨ª, en Espa?a, uno se encuentra gentes que dicen, bueno, pues una salida a la espa?ola: hay un momento en el que el pa¨ªs se cansa y resuelve reiniciar su camino en paz. Pero eso requiere esperar cuarenta a?os. Yo no estoy dispuesto, y seguro que los uruguayos tampoco.Entonces, ?c¨®mo podemos salir? Mire, hay ciertas cosas que han marcado el proceso uruguayo. Una, quiz¨¢ la m¨¢s importante, radica en que, a diferencia de pa¨ªses vecinos, en Uruguay el Ej¨¦rcito no ten¨ªa tradici¨®n de formaci¨®n pol¨ªtica y confiaron la tarea del Gobierno a un equipo de sirvientes civiles reclutados de entre una mediocridad pasmosa. Estos servidores est¨¢n condenados a ser m¨¢s realistas que el rey y nunca se dan el lujo de ser prudentes, por miedo a parecer flojos. Esto es lo que da al r¨¦gimen uruguayo esa cara de desaf¨ªo arrogante y lo que le hace decir las estupideces que dice.
No creo que haya tampoco, en el aparato militar, discrepancias graves, lo que llen¨® las expectativas, en un determinado momento, de sectores de la izquierda. Lo que s¨ª va a haber son dos tipos de problemas. Tengo la impresi¨®n de que hay ya dos generales que desean candidatarse a la presidencia de la Rep¨²blica: los generales Gregorio Alvarez, nuevo comandante enjefe del Ej¨¦rcito, y Valora, anterior comandante y embajador en Paraguay. Por ah¨ª surgen querellas que terminan dejando huellas profundas. Pero hay m¨¢s. Yo dir¨ªa que, dentro de la oficialidad, debe haber, tiene que haber elementos -aunque no puedan expresarseque vean que quienes dirigen el r¨¦gimen est¨¢n conduciendo al pa¨ªs inexorablemente hacia su destrucci¨®n. Es inevitable que, tarde o temptano, aparezcan esos militares preocupados por.que el Ej¨¦rcito deje de ser lo que es ahora: un ej¨¦rcito de ocupaci¨®n.
P. La nueva administraci¨®n norteamericana ha jugado un papel importante en la transforpiaci¨®n de reg¨ªmenes vecinos. ?Puede ser tambi¨¦n un factor de presi¨®n en Uruguay?
R. Yo no lo dudo, aunque en Uruguay no tenemos los condicionantes que otros, es decir, no tenemos grandes inversiones extranjeras que defender. Pero hay algo que no puede olvidarse y es que el Ej¨¦rcito uruguayo tiene sus armas gracias a Estados Unidos. Nuestros militares se visten con los norteamericanos. Todo lo tienen prestado, hasta la ideolog¨ªa. Los militares uruguayos estudiaban en la zona del canal, en Texas, y se consideraban defensores de la civilizaci¨®n cristiana, hermanados con la gran naci¨®n del Norte. Entonces, la nueva pol¨ªtica norteamericana produce en ellos una crisis, sobre todo cuando descubren que no s¨®lo son los puntos de vista de los liberales del Congreso. Esto les ha dejado en el aire, obligados a redes cubrir un falso nacionalismo. Ellos, que han permitido actuar en nuestro pa¨ªs a las polic¨ªas extranjeras, consideran ahora una agresi¨®n externa cual quier preocupaci¨®n por la situa ci¨®n de los derechos civiles en Uruguay.
P. Se trata, pues, de un r¨¦gimen en el l¨ªmite de sus posibilidades y que ha perdido, de cara al exterior, a su gran aliado. ?Existe entonces alguna posibilidad de que los partidos uruguayos puedan forzar un cambio pol¨ªtico?
R. Mire, hacer una reuni¨®n pol¨ªtica es un delito castigado con las m¨¢s s¨¢dicas de las medidas. Se trata de un r¨¦gimen inhumano, desp¨®tico. Se anunciaron elecciones para 1981, que son en realidad un plebiscito que no tiene nada que ver, ni siquiera, con los plebiscitos hitlerianos, porque por lo menos en ¨¦stos se pod¨ªa votar no. En ¨¦ste, el candidato es ¨²nico y el voto obligatorio. Eso es lo que anuncian conio proceso democratizador. Dicen tambi¨¦n que permitir¨¢n la participaci¨®n de los partidos tradicionales -el m¨ªo, el Blanco, y el Colorado-, pero juntos y apoyando a un candidato designado por los militares. Creo que en esta salida no creen ni ellos, y en el fondo refleja solamente una querella interna en el aparato militar. Puedo decir claramente, en nombre de mi partido, que jam¨¢s aceptaremos ninguna soluci¨®n que no respete la posibilidad de participaci¨®n de todas las fuerzas pol¨ªticas y de todos los ciudadanos. De todos. Hay ahora ntismo 15.000 uruguayos desprovIstos de sus derechos pol¨ªticos en raz¨®n de su ideolog¨ªa. Yo estoy entre ellos, afortunadamente.
P. ?Y la posibilidad de unir a todos los partidos en un frente contra esos intentos?
R. Frente es en Uruguay el nombre de una ?cooperativa? de partidos qae compareci¨® en las ¨²ltimas elecciones (Frente Amplio de Izquierdas), lo cual hace que a nosotros, hasta por el nombre, la idea no nos sirva. Creo que no hay ning¨²n uruguayo que no entienda que sacarse la dictadura de encima es una tarea de todos. Esto ha dejado de ser un problema ideol¨®gico para transformarse en un problema de decencia nacional, y ser¨ªa criminal no abrir la colaboraci¨®n a todoslos uruguayos para derribar al r¨¦gimen. Pero no dir¨ªa lo mismo ert cuanto a la necesidad de concertar tambi¨¦n el modo de organizar el pa¨ªs una vez eliminada la dictadura. Es bueno para el pa¨ªs que cada fuerza pol¨ªtica conserve su individualidad.
P. Hablaba m¨¢s bien de una v¨ªa ¨²nica para salir de la dictadura, sin perjuicio de que cada cual conserve su identidad.
R. Desde que vivo en el extranjero he visto a miles de compatriotas y he hablado con ellos de millones de cosas. Pero nunca les he preguntado a qu¨¦ partido pertenecen. Hayun deber de solidaridad, de solidaridad efectiva entre todos los que viven en el exilio. Una solidaridad que es muy real. Las patrias son colecciones de muertos. Eso es lo que forja las unidades. Tenemos ya muertos comunes, desdichadamente demasiados, y hasta por respeto a esos muertos, no nos vamos a seguir peleando por tonter¨ªas olvidando los objetivos fundamen?ales.
P. ?En el horizonte, como jefe de partido, ve una salida a m¨¢s o menos corto plazo?R. Yo s¨¦ que existe esa salida, que es lo m¨¢s importante. Es m¨¢s importante la salida que el plazo. Ser¨ªa tr¨¢gico que yo no supiera si esto termina o no. Y yo s¨¦ que termina. Pero, adem¨¢s, que termina a plazo no demasiado corto, pero tam largo. Me atrever¨ªa a decir que a corto plazo. No debe ser muy buen espa?ol, pero en nuestro espa?ol colonial, la frase ser¨ªa: esto termina no prontito, pero pronto.
P. Hay experiencias de democratizaci¨®n en pa¨ªses vecinos. Son los casos de Ecuador, Bolivia y Per¨², donde ¨²ltimamente est¨¢n surgiendo dificultades. ?En qu¨¦ medida puede afectar a Uruguay el ¨¦xito o fracaso de esas experiencias?
R. Naturalmente, la experiencia de la desaparici¨®n de reg¨ªmenes militares alienta a los opositores y debilita a reg¨ªmenes similares. Pero no hay que exagerar la importancia del argumento, porque creo que en mi pa¨ªs hay algunas razones espec¨ªficas. Creo que las seudodemocracias, las democracias tutelares, son m¨¢s viables en otros lugares con tradiciones democr¨¢ticas menos firmes. La tradici¨®n democr¨¢tica uruguaya es tan fuerte que es muy dificil abrir peque?as hendiduras sin que se produzcan grietas terribles. Cada vez que el r¨¦gimen intenta liberalizarse, por poco que sea, se ve inmediatamente obligado a acrecentar la represi¨®n porque la gente aprovecha cualquier resquicio. Es lo que ha ocurrido con las llamadas ?comisiones paritarias?, donde el ¨²nico que interviene es el Gobierno. El Gobierno lo pone todo: los representantes patronales y, de acuerdo con la patronal, los representantes obreros. Pues bien, se han creado problemas ya en las paritarias.
P. A pesar de la negativa de los partidos a la salida patrocinada por el r¨¦gimen, ?ha intentado ¨¦ste en alg¨²n momento entrar en contacto con los grupos pol¨ªticos uruguayos?
R. Las fuerzas armadas lo han intentado. Incluso un oficial asociado a la comandancia del Ej¨¦rcito, el coronel M¨¢rt¨ªnez, hizo propuestas, absolutamente confusas, a gente de nuestro partido para ofrecerles una salida y solicitar colaboraci¨®n. Pero el nivel, de contactos obtenido ha sido tan lamentable -en nuestro caso se trataba de gente no representativa del partido- que no se han atrevido a decirlo p¨²blicamente e incluso han desautorizado informaciones en este sentido. Lo han intentado tambi¨¦n con otros partidos, pero la verdad es que en ning¨²n caso han conseguido interlocutores.
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