La soledad del cr¨ªtico de fondo

La soledad del cr¨ªtico cinematogr¨¢fico -al fin y al cabo, se pasa muchas horas en un cuarto oscuro concentrado en lo que la pantalla le quiere mostrar- se ve acrecentada cuando comprueba que sus sentimientos hacia determinada pel¨ªcula apenas se ven compartidos por el resto de sus compa?eros de profesi¨®n e incluso por lo que se ha tenido a bien llamar p¨²blico.Renaldo y Clara, que para el arriba firmante se convirti¨®, al mismo tiempo que la ve¨ªa, en algo excesivamente querido y pr¨®ximo, por obra y gracia de la discrepancia de gustos, es uno de los m¨¢s rotundos fracasos de p¨²blico que se recuerdan por estos pagos. En el segundo d¨ªa de proyecci¨®n y, al parecer, ¨²ltimo, la sala Star, de dimensiones m¨¢s que discretas, ten¨ªa asientos sobrados.
La peque?a (Pretty baby), de Louis Malle, exhibida en la secci¨®n competitiva bajo pabell¨®n norteamericano, pese a que es un producto t¨ªpicamente europeo, supone el reencuentro con uno de los directores m¨¢s enigm¨¢ticos y desconcertantes del cine franc¨¦s actual, autor, entre otras, de pel¨ªculas como El soplo en el coraz¨®n (1970) o Lacombe Lucien (1974). La peque?a es, b¨¢sicamente, una pel¨ªcula ideada bajo la secreta admiraci¨®n por Nabokov -y su mundo de perversiones fascinantes, en las que la n¨ªnfula, en este caso una hermos¨ªsima ni?a de doce a?os, Brooke Shields, se convierte en centro y eje de la historia. Fotografiada con una perfecci¨®n casi insultante por el sueco Nykvist, cameraman habitual de los filmes de Bergman, relata la historia del barrio rojo de Nueva Orleans de la primera d¨¦cada del siglo. Un barrio que, pese a las posibles connotaciones doctrinar¨ªas de su denominaci¨®n, acog¨ªa a m¨¢s de trescientos burdeles de la ciudad romana por excelencia. Malle y Polly Platt -coguionistas- muestran a la Lolita-Shields, nacida y criada en un burdel en donde su madre, Susan Saradon, ejerce las labores propias de su condici¨®n con una evidente atracci¨®n por su f¨ªsico. En la historia surge un joven fot¨®grafo, Keith Carradine, que lenta y progresivamente se enamora de esa ni?a. La trama concluye con el cierre definitivo del barrio a consecuencia de las campa?as moralizantes de quienes, probablemente, potenciaron en su d¨ªa la vitalidad del quartier y la separaci¨®n de los amantes puesto que la madre, recuperada para la sociedad por un bondadoso burgu¨¦s que decide llevarla a la vicar¨ªa, anula el extra?o matrimonio de su Lolita con el fot¨®grafo. Sin embargo, el final no tiene ning¨²n car¨¢cter dram¨¢tico, es una separaci¨®n sin mayores incidentes y a esas alturas del filme el espectador posee ya todos los datos de lo que se le ha querido contar: desde la vida cotidiana en los burdeles de Nueva Orleans, con su dosis de atracci¨®n humana, hasta el car¨¢cter y personalidad de esa ni?a-mujer de mirada turbadora y crueldad infantil, es decir, radical.
Desde un punto de vista moral en su acepci¨®n m¨¢s tradicional del t¨¦rmino, La peque?a conseguir¨¢ irritar a todos aquellos que piensan que la infancia es, o debe ser, asexuada. Desde un punto de vista cinematogr¨¢fico, Pretty baby puede ser analizada desde numerosas perspectivas: la de aquellos que la considerar¨¢n a buen seguro como lana muestra m¨¢s de la decadencia del autor de Urombe Lucien (una bell¨ªsima Pel¨ªcula para quien esto suscribe), calificado con excesiva frecuencia y esquematismo de autor fascista o, cuando menos, de hombre de concepciones pol¨ªticas montaraces, hasta esteta del plano, si bien es verdad que en esta ¨²ltima denominaci¨®n la fotograf¨ªa de Nvkvist juega un papel absolutamente condicionante. Por ¨²ltimo quedar¨¢n las personas atra¨ªdas desde siempre por el mundo de las lolitas y a todas, ellas hay que hacerles una sola advertencia: Brooke Shields, de doce a?os de edad, lleva m¨¢s de nueve a?os en el mundo de la publicidad. Fue descubierta para la imagen a la edad de once meses y es la titular de la Brooke Shields and Company. Es decir, que personalmente no les recomiendo una excesiva mistificaci¨®n de la nueva Lolita. En resumen, la soledad del cr¨ªtico se acrecienta ante la incomprensi¨®n y en este mundo del cine y de la literatura cada vez es m¨¢s dif¨ªcil creer en la pureza de los sentimientos.
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