Las Fuerzas Armadas / y 2
La reforma militar est¨¢ planteada ya en el plano operativo y no s¨®lo en el dial¨¦ctico, y son numerosas las medidas adoptadas durante los ¨²ltimos meses para llevar adelante una serie de modificaciones en nuestras Fuerzas Armadas.Cuando se afronta una operaci¨®n de semejante envergadura no es cuesti¨®n de preguntarse sobre el signo concreto de cada una de las resoluciones adoptadas con un evidente criterio gradualista, pues lo fundamental radica en el an¨¢lisis de cu¨¢l es el significado ¨²ltimo del objetivo perseguido, aspecto que nos remite al tema de fondo: la concepci¨®n del Ej¨¦rcito en los tiempos actuales.
Este es, a mi juicio, el punto clave a debatir y considerar con el m¨¢ximo rigor posible con el fin de conocer a ciencia cierta si los cambios hasta ahora introducidos, y los que se avizoran, responden a una pol¨ªtica militar de altos vuelos para robustecer de veras al Ej¨¦rcito o, por el contrario, son simples retoques inconexos y superficiales, de suerte que no se puede decir con propiedad que estamos ante una aut¨¦ntica pol¨ªtica de reforma militar y menos todav¨ªa ante la pol¨ªtica que Espa?a necesita acometer a estas alturas en ese ¨¢mbito tan decisivo.
Diputado de UCD por Granada
Grupo Quince. Fortuny, 7.
Considero que sin entrar en disquisiciones propias del pasado sobre la funci¨®n del Ej¨¦rcito, bien como columna vertebral de la naci¨®n, como dec¨ªa Calvo Sotelo, o como brazo armado de la misma, seg¨²n sostuvo con tino Gil Robles, lo cierto es que ahora el capital asunto se plantea con caracter¨ªsticas sustancialmente diferentes, pues algunos grupos pol¨ªticos cuestionan la necesidad misma de las Fuerzas Armadas, invocando entre otras razones la voluntad pacifista -el famoso esp¨ªritu de la Sociedad de Naciones y del Tratado de Locarno, entrevisto ya en su pacifismo integral por el abate Saint Pierre y Jerem¨ªas Benthan-, entre otrosque debe figurar en el frontispicio de los sistemas democr¨¢ticos...
Esta campa?a universal ha conseguido un impacto tremendo en los pa¨ªses del mundo libre -sobre todo a partir de la guerra del V¨ªetnam-, puesto que en las naciones sometidas al totalitarismo comunista no cabe contestaci¨®n posible y perviven all¨ª con implacable dureza los c¨¢nones disciplinarios del militarismo cl¨¢sico, rindi¨¦ndose un culto permanente a la guerra pese a las continuas invocaciones que se hacen a la paz... Como dijo Mao Tse-tung: ?La lucha armada es la m¨¢s alta forma de marxismo-leninismo.?
Debemos ce?irnos, pues, al ejemplo de los pueblos libres, pluralistas y democr¨¢ticos de Occidente, del cual formamos parte en todos los sectores, incluyendo los aspectos de car¨¢cter castrense, pues si bien no pertenecemos todav¨ªa a la OTAN, ocupamos una situaci¨®n estrat¨¦gica clave y estamos vinculados oficialmente con Estados Unidos.
?Cu¨¢l es la raz¨®n de ser de las Fuerzas Armadas occidentales? Resulta indiscutible que el concepto de Ej¨¦rcito ha sufrido las modificaciones l¨®gicas derivadas del cambio sociopol¨ªtico y, por consiguiente, la milicia contempor¨¢nea tiene en cuenta los derechos civiles del soldado y ampara los mismos con un celo ejemplar, admitiendo la objeci¨®n de conciencia y contemplando un servicio nacional como v¨ªa sustitutoria cuando as¨ª proceda. Por otra parte los ej¨¦rcitos cuentan con una tasaci¨®n de funciones expl¨ªcitas en el supremo marco de la Constituci¨®n, consistente en la salvaguardia de la independencia nacional y, en ocasiones, del propio sistema pluralista y democr¨¢tico, quedando subordinadas en ¨²ltima instancia las Fuerzas Armadas al poder civil.
Esta es la situaci¨®n a grandes rasgos. Lo cual significa que la instituci¨®n militar -no-meropoderfictico, como algunos dicen peyorativamente-, admirable e insustituible siempre, desempe?a unas tareas de suprema magnitud, que pueden sintetizarse en la m¨¢s eximia de todas: defender la independencia patria, sin perjuicio de que estas funciones se cumplan respetando estrictamente las libertades p¨²blicas.
?Quiere esto decir que las Fuerzas Armadas figuran al margen de las cuestiones pol¨ªticas strictu sensu? No. Al contrario, la alta misi¨®n que les compete las ¨ªncardina de lleno en los asuntos p¨²blicos, tanto que normalmente es un civil quien aparece corno titular del correspondiente Ministerio de Defensa. Lo que pasa es que est¨¢n por encima de la pol¨ªtica partidista y de las pugnas ideol¨®gicas. Pero no son apol¨ªticas, que si as¨ª fuera en la hora de la verdad quedar¨ªan incapacitadas o capitidisminu¨ªdas para cumplir con el m¨¢ximo acierto las funciones sustanciales quejustifican su existencia, como sucedi¨® con el Ej¨¦rcito alem¨¢n durante el per¨ªodo nacional-socialista, bajo la f¨¦rula infamente de Hitler, que las conden¨® al fracaso, envolvi¨¦ndolas en su propia locura.
La integraci¨®n , en la OTAN
El corolario de estas reflexiones sobre las Fuerzas Armadas y la reforma militar, que se impone como consecuencia del cambio pol¨ªtico y de las necesidades impl¨ªcitas en la modernizaci¨®n b¨¦lica, no puede ser otro que el derivado del rol asumido por los ej¨¦rcitos, esto es, defender la independenc¨ªa de Espa?a, para lo cual hace falta allegar pronto los recursos materiales y humanos que sean menester y organizarlos seg¨²n criterios de vanguardia.
En este sentido, debemos dflucidar cuanto antes las siguientes cuestiones: ?Nuestra defensa quedar¨¢ facilitada mediante la integraci¨®n en la OTAN? ?Supondr¨¢ una carga financiera demasiado onerosa sin que esto implique una cobertura eficaz? ?Incrementamos los riesgos, seg¨²n se?alan algunos ?expertos?, por lo cual resulta m¨¢s pertinente seguir unapol¨ªfica de neutralidad de tipo tercermundista?
El tema merece consideraci¨®n aparte, aparejado quiz¨¢ con la, pol¨ªtica concreta de reformas militares que debemos acometer. Hoy por hoy, baste recordar que la pol¨ªtica de neutralidad, si se torna en serio, lleva consigo unos dispendios formidables -caso de Suecia y Suiza-, y si, adem¨¢s, pretende ser activa e inmiscuirse, por ejemplo, en causas corno la del Polisario, supone peligros muy graves.
No olvidemos, en cualquier supuesto, el magn¨ªfico comentario del general Carlos von Clausewitz, que hace siglo y medio escribi¨® las siguientes palabras actual¨ªsimas: ?... La guerra es m¨¢s necesaria para la defensa que para la conquista; ya que es una invasi¨®n la que ha provocado la primera defensa, y con ella la guerra. El conquistador desea siempre la paz (Napole¨®n siempre la ha pretendido); ¨¦l preferir¨ªa entrar tranquilamente y sin oposici¨®n en nuestros Estados; as¨ª, pues, es con el objeto de que no pueda hacerlo con el que debemos desear la guerra y en consecuencia, prepararla tambi¨¦n. Esto significa que precisamente son los d¨¦biles los que est¨¢n expuestos a deber defenderse, que deben siempre estar armados, con el fin de no ser sorprendidos. He aqu¨ª lo que exige el arte de la guerra. ?
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