David Hockney
La absoluta infrecuencia con que la obra de David Hockney se presenta ante el p¨²blico espa?ol obliga a saludar calurosamente la presente exposici¨®n. Con todo, la situaci¨®n de Hockney respecto a nuestro pa¨ªs resulta privilegiada si pensamos que otros artistas ingleses de su generaci¨®n (Kitaj, Jones, Blake ... ) nos est¨¢n todav¨ªa vedados. El hecho resulta m¨¢s sangrante si pensamos en cu¨¢n determinante ha sido su preexistencia para un cierto n¨²mero de componentes de la joven figuraci¨®n espa?ola. Volviendo al tema que nos ocupa, esta tercera, creo, exposici¨®n de obra gr¨¢fica de Hockney que llega hasta nosotros presenta la carpeta The blue guitar, realizada por el artista el pasado a?o. Se trata, en cierto modo, de una traducci¨®n, de un acercamiento al mundo picassiano a trav¨¦s de un texto del poeta americano Wallace Stevens. No es ¨¦sta, por supuesto, la primera toma de contacto del pintor con la obra de Picasso. ?Enamorado?, del pintor espa?ol, seg¨²n propia confesi¨®n, desde principios de los cincuenta, varias son las obras en las que Hockney ha tocado el tema: Sillas ante un mural de Picasso(1971), Artista y modelo (1974)... Incluso dibujos, como el boceto para La vida de un libertino, o muchos de los retratos a pluma, han sufrido una influencia muy directa en el modo de ejecuci¨®n. Otro hecho viene a estrechar m¨¢s la relaci¨®n entre ambos, pues Hockney aprende realmente la t¨¦cnica del grabado al entrar en contacto con Aldo Crommelynck, con quien hab¨ªa trabajado habitualmente Picasso durante los veinte ¨²ltimos a?os de su vida.El Hockney que The blue guitar nos presenta se halla muy lejos del que vimos en la anterior exposici¨®n de Juana Mord¨®. Nada queda de aquel proceso hacia el realismo, que se hab¨ªa iniciado hacia 1965 para culminar en los dibujos de vegetales, en los retratos de Celia o Heriry Geldzahler. Cabr¨ªa decir, en cierto modo, que existe un regreso a la espontaneidad de sus trabajos de principios de los sesenta. Pero en su concepci¨®n general es preciso rastrear este modo de hacer en obras inmediatamente anteriores, tales como los Rostros simplificados (1974) o el Hombre inventado con naturaleza muerta (1975). En ambos, ese mundo bufo, cercano al comic, nos presenta ya a un Hockney que, curiosamente, adquiere notables semejanzas con la obra de Sa¨²l Steinberg.
David Hockney
Grupo Quince. Fortuny, 7.
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