El cardenal Taranc¨®n defiende "la consistencia del matrimonio"

El cardenal Taranc¨®n, presidente de la Conferencia Episcopal espa?ola, se ha referido en su ¨²ltima carta cristiana al tema del matrimonio, sin se?alar de manera directa a uno de sus aspectos: el divorcio.El cardenal -arzobispo de Madrid-Alcal¨¢ dice, seg¨²n el resumen de la agencia Efe, que ?el matrimonio, seg¨²n el designio de Dios, es la uni¨®n de dos que no quieren ser dos, que se funden en la unidad para la procreaci¨®n, que se completan para ayudarse, para compartir los dolores y las alegr¨ªas, para llevar unidos la cruz de la vida que, en no pocas ocasiones, resulta pesada y que aplasta al que la lleva en solitario?.

Hoy quiere exaltarse el sexo con olvido; al menos, con la postergaci¨®n del amor. Y es cierto que el sexo es una parte importante y hasta condicionante de la persona humana. Pero todos no s¨®lo sabemos, sino que sentimos, si queremos ser sinceros, que el amor humano es infinitamente m¨¢s que la satisfacci¨®n sexual. Es -viene a decir monse?or Taranc¨®n- la fusi¨®n de corazones y de almas sin la que humanamente no tendr¨ªa grandeza ni a¨²n raz¨®n de ser la sola fusi¨®n de los cuerpos.

La Iglesia dir¨¢, adem¨¢s, que el matrimonio es un sacramento: una calidad sagrada que consagra -santifica- a los esposos y da una trascendencia singular a todos los actos del matrimonio.

Monse?or Taranc¨®n, que escribe estas cartas cristianas desde su posici¨®n en el arzobispado de Madrid-Alcal¨¢, y no como presidente del Episcopado, recuerda que el sacramento es algo santo y sagrado que no se debe profanar. ?La ley civil -escribe- debe regular civilmente el matrimonio de los ciudadanos, pero d¨¢ndole la importancia que a¨²n humanamente tiene esa uni¨®n del hombre con la mujer, que es el principio de una familia, cuya consistencia es de capital importancia para la consistencia de la propia sociedad. ?

El arzobispo de Madrid-Alcal¨¢ indica tambi¨¦n que es indispensable que una materia de esa importancia sea tratada con honradez, con profundidad, con alteza de miras y procurando defender la dignidad de las personas y la santidad del aut¨¦ntico amor que se entrega sin reservas.

El cardenal Taranc¨®n termina su carta afirmando que es necesario que los cristianos formen rectamente su conciencia para que se conviertan en defensores de la consistencia del matrimonio y de la estabilidad de la familia, no s¨®lo por razones de fe, sino para defender los derechos y los deberes del aut¨¦ntico amor humano.