La escasa fe de la Iglesia espa?ola
Finalmente, el famoso art¨ªculo 15 de la Constituci¨®n, sobre la libertad religiosa y de creencias, ha quedado aprobado seg¨²n los deseos de sectores eclestales timoratos, inseguros, deseosos de garantizar ?seg¨²n la letra? los inalienables derechos de la Iglesia mayoritaria en el nuevo proceso democr¨¢tico.La importante afirmaci¨®n del p¨¢rrafo primero, ?se garantiza la libertad religiosa y de cultos de los individuos y de las comunidades ... ?, no les ha parecido suficiente garant¨ªa. Y as¨ª han presionado hasta lograr que incluyera la triste y espec¨ªfica referencia -justamente calificada, por Enrique Bar¨®n, de ?confesionalidad solapada del Estado?- del p¨¢rrafo tercero, en la que se a?ade: ?Los poderes p¨²blicos tendr¨¢n en cuenta las creencias religiosas de la sociedad espa?ola y mantendr¨¢n las consiguientes relaciones de cooperaci¨®n con la Iglesia cat¨®lica y las dem¨¢s confesiones? (el subrayado es nuestro).
Miembro de los Comit¨¦s Ejecutivos del PSUC y del PCE
Novillos de Jos¨¦ Samuel Pereira Lupi, muy bien presentados, con casta y nobleza (excepto el cuarto); mansurrones en los caballos; derrib¨® el quinto. El Santi: Estocada corta contraria (aplausos y protestas cuando intenta dar la vuelta al ruedo). Pinchazo, estocada perpendicular que asoma y rueda de peones (silencio). Jes¨²s M¨¢rquez: Pinchazo y estocada ca¨ªda (silencio). Media estocada ca¨ªda, aviso, v dobla el novillo tras arrodillarse varias veces (protestas y palmas, avando saluda por su cuenta). Curro Valencia, de Valencia, debutante: Bajonazo (algunas palmas). Estocada perdiendo la muleta, rueda de peones, descabello, aviso con m¨¢s de medio minuto de retraso y otro descabello (palmas).Presidi¨®, aceptablemente, el comisario Mantec¨®n. Jos¨¦ Pisol, pe¨®n, coloc¨® dos emocionantes pares de banderillas al sexto novillo
Para llevar a cabo su operaci¨®n, los art¨ªfices del texto definitivo no han necesitado libraruna gran batalla en las Cortes, por supuesto. Ni siquiera han tenido que dar la cara de forma honesta, apropiada a la nueva situaci¨®n; no todo el poder est¨¢ sentado en los bancos del Congreso y Senado. No sabemos siquiera con precisi¨®n los nombres y rostros eclesi¨¢sticos de quienes han insistido con m¨¢s fruici¨®n presionando hasta ganar la batalla desde bastidores.
Pero conocemos algunos datos seguros. No cabe duda que el partido ?correa de transmisi¨®n de la enmienda? al anteproyecto del 5 de enero -mucho m¨¢s correcto y v¨¢lido para una Iglesia lealmente evang¨¦lica- ha sido UCD. Con el apoyo de AP, mediante las apocal¨ªpticas intervenciones del se?or Fraga, por supuesto. Con ello UCID cumple el papel que hace ya un a?o le vaticin¨¢bamos: el de partido confesional -sin parecerlo en sus siglas-, pero adaptado en los hechos, cumpliendo el papel pol¨ªtico de servidor de los intereses y privilegios de la Iglesia institucional. El enquistamiento del viejo estilo de los ?propagandistas? en su todav¨ªa fluctuante estructura se trasluce en esta cuesti¨®n como en tantas otras, ganando as¨ª la partida por medios sibilinos a las alas secularizadas y progresistas del partido de centro.
Temor al "rapto, col¨¦rico"
Pero la Iglesia institucional ha jugado otra baza no menos importante: el deseo de los partidos de izquierda de evitar no tan s¨®lo nuevas ?guerras de religi¨®n? que pudieran retrotraer la opini¨®n p¨²blica a catastr¨®ficos tiempos pasados, sino cualquier fricci¨®n con la Iglesia que pudiera alimentar im¨¢genes ?anti-eclesiales? que ya no les corresponden. Por parte de estos partidos tal actitud es b¨¢sicamente consecuencia l¨®gica de su defensa de la libertad de conciencla sin restricciones. Referida particularmente a la Iglesia espa?ola, como confesi¨®n colectiva y conocida su historia, tiene connotaciones espec¨ªficas que se derivan fundamentalmente del ?ternor? a que aqu¨¦lla desempolve su ?rapto col¨¦rico? -en nada parecido a la cat¨¢rtica y humilde Palabra de Jes¨²s de Nazareth- si considera, aunque sea levemente, que se limitan o recortan sus seculares privilegios, especialmente en el campo de la ayuda econ¨®mica del Estado y de las subvenciones a ?su ense?anza?. En un proceso constituyente de consenso, ?c¨®mo no tener en cuenta la incidencia del consenso de la Gran Instituci¨®n?
Este temor era expl¨ªcitamente conocido por la c¨²spide jer¨¢rquica institucional -soy testigo personal de ello-, y le ha servido de complemento para lograr la impositiva menci¨®n de privilegio respecto a otras confesiones y creencias en el articulado constitucional. Una vez m¨¢s lajerarqu¨ªa ha optado por imponer y no por convencer. As¨ª las cosas, ante semejantes procedimientos, actitudes, d¨®nde queda la fe de la Iglesia institucional? ?D¨®nde el reciente, y parece que definitivamente olvidado, testimonio de fe sin temores del papa Juan? ?D¨®nde los creyentes que buscamos liberar la fe de trabas proteccionistas?
No s¨¦ si adem¨¢s de conocer cuanto acabo de decir y de utilizarlo la jerarqu¨ªa cat¨®lica ha reflexionado sobre el car¨¢cter de este proceso. Pues si lo dicho, dicho est¨¢ y as¨ª es, ellD quiere decir que la Iglesia cat¨®lica sigue siendo considerada por la mayor¨ªa de la opini¨®n y de los particlos como un poder f¨¢ctico m¨¢s. Es decir, seguimos, con forma renovada, bajo aquella consideraci¨®n que bajo el franquismo se resum¨ªa as¨ª: ?Franco gan¨® la guerra, entre otras muchas razones militares e internacionales, gracias al apoyo fundamental de la mayor¨ªa del Ej¨¦rcito y de la Iglesia. Y el franquismo ha podido proseguir en el poder porque ha contado con el apoyo de esos dos pilares fundamentales, el Ej¨¦rcito y la Iglesia.? Hoy hemos cambiado el lenguaje y acostumbramos a decir poderes f¨¢cticos (?pobre lenguaje!). Uno de ellos, no cabe duda, sigue siendo la Iglesia espa?ola.
As¨ª las cosas, nuestra jerarqu¨ªa prefiere dialogar en los t¨¦rminos en que ya lo planteara Stalin cuando pronunci¨® su famosa boutade: ??El Papa? ?Cu¨¢ntas divisiones tiene??. As¨ª, la lolesia ense?a suavernente sus ?divisiones ideol¨®gicas? de gran fuerza, sus garras afiladas, lanza a los padres de familia m¨¢s reaccionarios a protestar en el campo de la escuela, despu¨¦s exige que se cambie ?escuela? por ?centros docentes?., lanza truenos y centellas contra la ineficacia de los partidos pol¨ªticos, atiza el desaliento en el complejo y dif¨ªcil proceso que estamos viviendo, canta el requiem por la ?familla cristiana?. anuncia su rugido -nada prof¨¦tico- si no se atienden sus exigencias en el art¨ªculo 15 y prosigue avanzando por la senda de la remodelaci¨®n de garant¨ªas y privilegios, ?seg¨²n la nueva ¨¦poca?. Por el contrario, ?cu¨¢ndo la hemos visto, en esta hora de transici¨®n tan delicada e incierta, velar apoyando la cabeza sobre alguna piedra tal como escogiera para s¨ª Jes¨²s de Nazareth y pensar en todo el pueblo y no s¨®lo en s¨ª misma?
Bofetada a los protestantes
Una vez logrado ese incre¨ªble p¨¢rrafo tercero del art¨ªculo 15 de naturaleza antiecum¨¦nica, nueva bofetada a la identidad nacion al de nuestros hermanos protestantes -?y ello despu¨¦s del Concilio Vatican¨® II!-, ?qu¨¦ har¨¢ con ¨¦l la Iglesiacat¨®lica? ?Lo esgrimir¨¢ a diestro y siniestro cada vez que considere que futuras inedidas no est¨¢n de acuerdo con el texto constitucional? ?Reclarnar¨¢ la lista de privilellios que pueden desprenderse de esa menci¨®n honor¨ªfica que la coloca retr¨®grada y veterotestamentariamente en el cuadro de honor constitucional, como a los buenos estudiantes de los a?os cuarenta? Y si no va a liacerlo, ?para qu¨¦ promover ese p¨¢rrafo ofreciendo tan triste espect¨¢culo de miedo e inseguridades a todo el pa¨ªs? ?O es que acaso considera que con la subyacente amenaza de posible apelaci¨®n, aun sin nombrar el art¨ªculo 15, le basta?
Pese a todo, mantengo mi vena de utop¨ªa, tan inmensa, que MC conduce a so?ar -a la luz del Evangelio- con una Iglesia sencilla, cerquita de Jes¨²s en el huerto de Getseman¨ª, que, bueno, quiz¨¢ se duerma cuando aqu¨¦l le pida que vele, pero que, a pesar de ello, no s¨®lo ser¨¢ capaz de negarse a todo privilegio institucional, sino de levantarse airada ante la menor propuesta de tratamiento especial. Una Iglesia que, en los ant¨ªpodas de la que hoy nos domina -tan satisfecha de que por fin ?nadie la quiera como enemigo?-, ser¨¢ capaz de hacer todo lo necesario -desde dar su capa y sayo hasta la propia vida- para que todos, creyentes o no, la miren como un amigo. Como ese amigo capaz de dar la vida por sus hermanos...
Utop¨ªa, s¨ª, pues para ello es necesario, nada m¨¢s y nada menos, que recuperar la fe de Jes¨²s, que es en s¨ª misma inseguridad (por eso hablo de Getseman¨ª). Y nuestra Iglesia institucional, hoy por hoy, parece que entiende mejor el ritualismo conservador consistente en bendecir falsas tradiciones y grandezas pasadas o la seguridad contante y sonante de contabilidades precisas. Todo ello en los ant¨ªpodas de la Palabra de Jes¨²s, de su legado y su herencia. ?ld y predicad, sin alforja ni equipaje...?
Pero, insisto, utop¨ªa; pues, pese a todo, algunos esperan, esperamos, contra toda esperanza..., su conversi¨®n, su regreso a la Iiviana inseguridad, su pobreza.
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