Las Ordenanzas Militares en el Parlamento: un hecho hist¨®rico
El env¨ªo a las Cortes, por resoluci¨®n del Consejo de Ministros, del proyecto de ley de Reales Ordenanzas para las Fuerzas Armadas, representa, con independencia del contenido concreto de su articulado, un hecho hist¨®rico que debe ser convenientemente destacado. Estamos tan acostumbrados a declaraciones de principios que luego no se traducen en realizaciones pr¨¢cticas, que produce gran satisfacci¨®n el observar c¨®mo en este caso la idea tan repetida de que las Fuerzas Armadas hab¨ªan asumido claramente el proceso de cambio que vive la sociedad espa?ola, empieza a plasmarse en hechos concretos, en mi opini¨®n, m¨¢s significativos que mil declaraciones.Muy oportunas han sido en estos ¨²ltimos a?os las efectuadas por aquellos mandos militares que han tenido la enorme responsabilidad de conducir a las Fuerzas Armadas por el revuelto mar de la transici¨®n. La serenidad del juicio hist¨®rico permitir¨¢ situar en el alto lugar que corresponde su responsable labor de apoyo a la consolidaci¨®n del sistema pol¨ªtico que el pueblo espa?ol deseaba para regular su convivencia. Pero mucho m¨¢s importante es comprobar c¨®mo en la actualidad el esp¨ªritu de esas declaraciones se va convirtiendo en realidades tangibles.
Capit¨¢n de Ingenieros
Novillos de Mar¨ªn Marcos, bien presentados, muy bien armados; serios, fuertes, con casta; tres de ellos mansos; manejables primero y cuarto, los dem¨¢s con problemas, que empeoraron por la mala lidia. El V¨ªctor: Estocada en la que resulta cogido y pasa a la enfermer¨ªa (oreja). Pedro Mariscal: pinchazo, estocada corta huyendo y tirando la muleta, y rueda de peones (silencio). Siempre tirando la muleta y ech¨¢ndose fuera, tres pinchazos y estocada tendida (silencio). Dos pinchazos, estocada contraria perdiendo la muleta y rueda de peones (silencio). Curro Cruz, de Osuna, debutante. estocada baja y trasera ech¨¢ndose fuera (silencio). Pinchazo huyendo, media muy baja y tendida, rueda de peones, aviso y cuatro descabellos (silencio). Presidi¨® con acierto -excepto en la concesi¨®n de oreja- el comisario Mantec¨®n .Parte facultativo: El V¨ªctor sufre dos cornadas: una en el tercio superior del muslo izquierdo, con dos trayectorias, de diez y quince cent¨ªmetros, que destroza abductores y fractura el isqui¨®n; otra en regi¨®n periumbilical, de diez cent¨ªmetros, que produce destrozos en m¨²sculos rectos y contusiona el peritoneo. Contusiones y erosiones m¨²ltiples. Pron¨®stico grave.
Y me gustar¨ªa que esta idea fuera admitida en sus t¨¦rminos reales y no tomada como exageraci¨®n. Quiz¨¢ una lectura r¨¢pida y no meditada del texto de las nuevas ordenanzas pueda producir un cierto desencanto en aquellos que se encuentran alejados de la realidad de las Fuerzas Armadas. En cierta medida ello es l¨®gico, ya que lo m¨¢s importante de la reforma de las ordenanzas ser¨¢ su incidencia en la vida interna de las unidades militares, pero, en otro aspecto, la remisi¨®n de este proyecto de ley a las Cortes es muy significativa, ya que las Fuerzas Armadas someten aquello que define lo m¨¢s ¨ªntimo de su ser, la regla moral de la instituci¨®n, a la consideraci¨®n de los representantes del pueblo, ¨²nico depositario de la soberan¨ªa nacional.
Esta decisi¨®n, que para un profano puede carecer de importancia, es para cualquier apasionado del tema un momento digno de vivirse. Estamos acostumbrados los militares profesionales a ser interrogados constantemente en conversaciones privadas sobre nuestra opini¨®n respecto al ingreso en la OTAN, cu¨¢l ser¨ªa nuestra reacci¨®n personal ante un posible Gobierno de izquierdas, si es mejor un ej¨¦rcito profesional o no, etc¨¦tera. Yo siempre he contestado que, como militar, mi respuesta era clar¨ªsima: debemos defender la postura que haya sido expresada democr¨¢ticamente por los espa?oles; en todo caso, como ciudadanos normales, por supuesto, que tendremos una opini¨®n formada, que se manifestar¨¢, de alguna manera, mediante el voto individual a aquel partido o coalici¨®n que cada uno elija por sintonizar mejor con sus ideas, sin que esta postura nos impida trabajar y aportar las soluciones t¨¦cnicas que, como conocedores de alguna de las materias, nos sean solicitadas a trav¨¦s de la cadena de mando militar.
Decidir¨¢n las Cortes
Ante esta respuesta, suelo observar en mis interlocutores una cierta reacci¨®n esc¨¦ptica, como si lo que yo dijera fuera fruto de mi imaginaci¨®n, pero sin ninguna base real, ya que ?todos sabemos que aqu¨ª lo ¨²nico que se har¨¢ es aquello que emane de la voluntad de los famosos poderes f¨¢cticos?. Yo me alegro de disponer en estos momentos de un ejemplo claro, la consideraci¨®n por las Cortes del proyecto de ley de las ordenanzas militares, que demuestra la falsedad de esta afirmaci¨®n.
Una comisi¨®n militar ha redactado un primer borrador de nuevas ordenanzas que fue sometido a la consideraci¨®n de la
Junta de Jefes de Estado Mayor y de los Consejos Superiores de los tres Ej¨¦rcitos, para, a continuaci¨®n, elevado al ministro de Defensa, y previa deliberaci¨®n del Consejo de Ministros, ser remitido a las Cortes. Ser¨¢n, pues, diputados y senadores los que fijen en definitiva los principios ¨¦ticos y morales que deben informar la vida del militar, tarea que, sin duda alguna, les corresponde, ya que es tanto como fijar los que deben animar a cualquier ciudadano cuando, llegado el caso limite, tenga que intervenir en la defensa militar de su patria. Y en contra de esta postura, no creo que tenga ninguna fuerza la de particularizar el c¨®digo ¨¦tico s¨®lo para los profesionales militares; ser¨ªa tanto como institucionalizar la teor¨ªa de que la defensa militar de Espa?a es s¨®lo problema de los cuadros permanentes del Ej¨¦rcito, y esto me parece inadmisible. La conducta ¨¦tica del militar, sus obligaciones, sus relaciones jer¨¢rquicas, su sentido de la disciplina, son cuestiones que a todos afectan y que deben ser tratadas responsablemente en el Parlamento. No olvidemos que ya la Constituci¨®n de C¨¢diz se?alaba, en su articulo 359:
?Establecer¨¢n las Cortes por medio de las respectivas ordenanzas todo lo relativo a la disciplina, orden de ascensos, sueldos, administraci¨®n y cuanto corresponda a la buena constituci¨®n del Ej¨¦rcito y Armada.?
Todo lo expresado no quiere decir que los que pertenecemos al estamento profesional de los Ej¨¦rcitos debamos permanecer al margen; al contrario, tenemos la obligaci¨®n de aportar toda nuestra colaboraci¨®n en la b¨²squeda de mejoras y soluciones a nuestros numerosos problemas, elaborando anteproyectos, asesorando t¨¦cnicamente cuando sea preciso, actuando dentro del campo de decisiones puramente militares, con ¨¢nimo esforzado para ir mejorando la eficacia de nuestras Fuerzas Armadas, pero sin anular en absoluto la labor que corresponde a los parlamentarios, que tienen que hacerse responsables de su funci¨®n en este tema.
Ej¨¦rcito y democracia
Actuaciones de este tipo son las que permitir¨¢n ir creando ese clima real de confianza en las instituciones democr¨¢ticas y el engarce perfecto de nuestras Fuerzas Armadas, con ellas. Creo que estas ideas compartidas por tant¨ªsimos espa?oles es bueno que se expresen p¨²blicamente por un militar profesional. Temo que se haya desvirtuado en muchos momentos la idea de la neutralidad pol¨ªtica del militar con un claro sentido apartidista, confundi¨¦ndola co la ignorancia o negaci¨®n pol¨ªtica. No puedo entender c¨®mo a un militar, ciudadano que adem¨¢s de las obligaciones generales, tiene la suprema de defender a la patria en un momento cr¨ªtico, no se le exige una profunda formaci¨®n y actitud pol¨ªticas que le haga ver claro que de la abstracci¨®n de la idea de patria, debe pasar a la concreci¨®n de qu¨¦ valores son los que tiene que defender, entre los que, l¨®gicamente, est¨¢n la independencia e integridad territorial de Espa?a y el orden constitucional.
El corolario l¨®gico es que el militar debe ser un apasionado conocedor de nuestra ley fundamental, de la que debe extraer sus principios esenciales y hacerlos propios; en caso contrario dif¨ªcilmente podr¨¢ defender colectivamente un ordenamiento b¨¢sico que considere ajeno o no vital. Y, por supuesto, que creer en esos principios y manifestarlo es una afirmaci¨®n pol¨ªtica, pero que no s¨®lo no es censurable en un militar, sino que hay que exig¨ªrsela a todos.
En este mismo orden de ideas, no quiero terminar sin destacar la gran importancia que tiene dar al militar la formaci¨®n adecuada en estos temas. Hay que especificarle claramente desde el soldado y el cadete al concurrente a un curso del m¨¢s alto nivel de cualquier centro de ense?anza militar, que si bien es cierto que hay valores permanentes e inalterables que son compartidos por ej¨¦rcitos al servicio de sistemas pol¨ªticos e ideol¨®gicos muy dispares, todos ellos son imprescindibles para conseguirla eficacia ?t¨¦cnica? de los Ej¨¦rcitos, pero ¨¦sta se subordina a unos ideales m¨¢s altos, que pueden variar de unos Estados a otros. Si importante es formar a los militares en los aspectos m¨¢s espec¨ªficos para conseguir el buen funcionamiento de las Fuerzas Armadas, tan fundamental ser¨¢ que conozcan y amen los valores esenciales que garantizan, cuesti¨®n que debe encontrarse perfectamente definida en la Constituci¨®n. Este texto debe convertirse, por tanto, en uni¨®n de las ordenanzas, en los dos pilares b¨¢sicos de la formaci¨®n moral militar.
Esta l¨ªnea de actuaci¨®n, destacando la dependencia ?constitucional? de las Fuerzas Armadas, entiendo que es la que debe marcar la ? democratizaci¨®n ? de nuestra instituci¨®n militar. Por el contrario, aquellos que preconizan la desaparici¨®n de la disciplina y del orden jer¨¢rquico castrense, el establecimiento de autoridades paralelas, la representatividad asamblearia, la discusi¨®n o negaci¨®n de la decisi¨®n firme del jefe, opino que lo ¨²nico que pretenden con mayor o menor grado de ingenuidad es destruir la eficacia de los Ej¨¦rcitos, planteamiento que estoy convencido no compartir¨¢n la mayor¨ªa de los espa?oles.
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