Giscard d'Estaing: "La entrada de Espa?a en la CEE interesa a Europa"
Resumen del discurso del presidente franc¨¦s en la cena celebrada anoche en el palacio Real.?Esta visita, primera hecha a Espa?a desde hace 72 a?os por un presidente de la Rep¨²blica Francesa, viene a colmar lo que yo llamar¨ªa una laguna hist¨®rica. S¨¦ perfectamente que Europa, y de modo concreto nuestros pa¨ªses, han sufrido desde 1906 momentos dif¨ªciles, pero ¨¦stos no pueden justificar enteramente este alejamiento durante tres cuartos de siglo.
Su invitaci¨®n y mi propia visita adquieren su verdadero sentido si se observa la inmensidad de la obra que se est¨¢ realizando en Espa?a, las perspectivas de porvenir abiertas a dos pa¨ªses y las posibilidades de cooperaci¨®n que nos ofrece la historia.
Los grandes pueblos en los momentos decisivos de su historia deben saber renovarse en el interior, afirmando al mismo tiempo en el exterior el papel desempe?ado por su civilizaci¨®n.
Es lo que Espa?a est¨¢ consiguiendo actualmente.
Mirar hacia el porvenir, sin abandonar de ninguna manera la grandeza del pasado, llevar a bien una transformaci¨®n sin que se ponga en peligro el equilibrio del pa¨ªs, conjugar la fuerza del debate democr¨¢tico y la permanencia de la cohesi¨®n nacional, garantizar las libertades manteniendo la estabilidad de las instituciones, reunir finalmente en los dirigentes, lo mismo del Gobierno que de la Oposici¨®n, las audacias de la juventud y la sabidur¨ªa propia de los hombres responsables, ¨¦stas son algunas de las caracter¨ªsticas que revelan la renovaci¨®n de Espa?a y ponen de manifiesto los logros alcanzados.
El m¨¦rito, de manera esencial, es de Su Alteza, por la l¨ªnea propugnada y seguida por usted mismo. El ¨¦xito alcanzado, sin embargo, no hubiese sido tan completo si Su Majestad no hubiese podido contar con la competencia de su Gobierno, la conciencia del inter¨¦s nacional que tienen los miembros de la mayor¨ªa y de la Oposici¨®n, as¨ª como con la sensatez pol¨ªtica que el pueblo espa?ol entero acaba de demostrar de manera tan manifiesta.
Nuestros dos pa¨ªses encarnan, cada uno con su propio car¨¢cter, los valores del humanismo cristiano y europeo. Poseen la misma vocaci¨®n, consistente en llevar a cabo todos los esfuerzos necesarios y en asumir la responsabilidad que les pertenece en la construcci¨®n de la uni¨®n de Europa. Este es el deseo de Espa?a, pero quiero que sepan que tambi¨¦n es el de Francia. Tanto unos como otros reconocemos, por supuesto, que esta realizaci¨®n plantear¨¢ problemas graves y concretos, lo mismo a Francia que a Espa?a y a la Comunidad.
Para hacer desaparecer cualquier duda que pudiese surgir, quiero repetir aqu¨ª, en mi nombre propio y en el del Gobierno, en una de cuyas deliberaciones trato este tema, que el ingreso de Espa?a en la Comunidad no corresponde s¨®lo a una aspiraci¨®n leg¨ªtima, sino que est¨¢ en conformidad con la l¨®gica y con el inter¨¦s mismo de Europa. Hemos de considerar, frente a los grandes problemas de nuestro tiempo, las consecuencias pr¨¢cticas de esta solidaridad.
Perm¨ªtame, Alteza, dirigirme personalmente a Su Majestad antes de concluir.
Pertenecemos a generaciones bastante cerca una de otra. Conocemos el peso de las responsabilidades en pa¨ªses arraigados a la historia, creencias y culturas, y que han de adaptarse al torbellino de las ideas, comportamientos y problemas e intentar renovar el mundo. He seguido la gesti¨®n Pol¨ªtica llevada a cabo por usted allende los Pirineos. No me permitir¨ªa juzgarla y s¨¦ que Su Majestad no desea escuchar palabras de encomio por lo que ha realizado, pero s¨ª puedo afirmar que Su Majestad, entre todos aquellos que actualmente tienen la misi¨®n de dirigir sus respectivos pa¨ªses, ocupar¨¢, por los servicios prestados, un lugar destacado en la historia del suyo, en la historia de esta noble Espa?a.?
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