Espa?a se incorpora a las grandes redes mundiales de informaci¨®n automatizada
Espa?a acaba de incorporarse de una manera formal a una de las ¨¢reas m¨¢s positivas del llamado ?para¨ªso inform¨¢tico? de la sociedad postindustrial, a ra¨ªz del convenio interinstitucional firmado el pasado d¨ªa 28 de junio, en Madrid, por siete centros de toda Espa?a, por el que se establece una Red de Informaci¨®n Cient¨ªfica Automatizada (INCA) que podr¨¢ conectar instant¨¢neamente con las bases de datos documentales automatizados m¨¢s importantes que actualmente existen en el mundo. Sobre el significado de este acuerdo, sus consecuencias y aplicaciones en Espa?a informa Jos¨¦ F. Beaumont.
La red INCA, fruto del convenio que permitir¨¢ a Espa?a acceder por medio de terminales, conectadas v¨ªa tel¨¦fono, a ordenadores centrales a los principales bancos de datos cient¨ªficos del mundo, ha sido constituida y financiada por las siguientes instituciones y centros: Instituto de Informaci¨®n y Documentaci¨®n en Ciencia y Tecnolog¨ªa (ICYT), del Consejo Superior de Investigaciones Cient¨ªficas; Instituto de Informaci¨®n y Documentaci¨®n en Ciencias Sociales y Humanidades (ISOC), tambi¨¦n del Consejo Superior; Instituto de Biomedicina de Valencia, del CSIC; Consorcio de Informaci¨®n y Documentaci¨®n de Catalu?a (CIDC); Instituto Qu¨ªmico de Sarri¨¢ (IQS); Instituto Nacional de T¨¦cnica Aeroespacial ?Esteban Terradas? (INTA) y la Fundaci¨®n para el Desarrollo de la Funci¨®n Social de las Comunicaciones (Fundesco).La red INCA ha llegado a consolidarse tras cinco a?os de experimentaci¨®n -la primera terminal fue instalada por INTA, en 1973, en Torrej¨®n de Ardoz- subvencionada y coordinada desde el principio por Fundesco, fundaci¨®n no lucrativa creada por la Compa?¨ªa Telef¨®nica Nacional de Espa?a, que act¨²a como centro piloto de demostraciones de experimentaci¨®n y optimizaci¨®n de las t¨¦cnicas de teledocumentaci¨®n y de la investigaci¨®n en torno a todas sus ¨¢reas, al mismo tiempo que da a conocer las posibilidades de utilizaci¨®n al cient¨ªfico y t¨¦cnico espa?ol.
Una vez cubierta la fase experimental del sistema -tan solo queda ya instituir los cursos de capacitaci¨®n del personal que haya de manejar las terminales y en general los cursos de formaci¨®n de los usuarios- la red comenzar¨¢ a principio de enero a servir al p¨²blico por un costo no muy elevado -unas 250 pesetas al minuto- las posibilidades de la informaci¨®n automatizada, que sin duda alguna permitir¨¢ un mayor desarrollo de la investigaci¨®n y del quehacer cient¨ªfico y t¨¦cnico a escala nacional.
Todo lo concerniente a la informaci¨®n cient¨ªfica automatizada ha recibido en Espa?a el nombre de teledocumentaci¨®n, que en principio es un sistema que permite tener acceso casi instant¨¢neamente y de una manera referencial a toda la informaci¨®n existente en el mundo sin necesidad de poseerla.
Es impensable que exista una biblioteca, hemeroteca o servicio de documentaci¨®n que recoja los 500.000 libros, las 100.000 revistas y otros tantos peri¨®dicos que se publican cada a?o en el mundo. Ni siquiera han podido ?vaciar? todas estas publicaciones los servicios que se han dedicado a hacer res¨²menes o abstracts. El Chemical Abstracts, de Estados Unidos, seguramente el m¨¢s Importante del mundo, tard¨® treinta a?os en recoger su primer mill¨®n de res¨²menes. La introducci¨®n del ordenador le ha permitido avanzar mete¨®ricamente en el tiempo. Est¨¢ previsto que en 1982 el Chemical Abstracts llegue a obtener diez millones de registros por a?o.
La automatizaci¨®n en la documentaci¨®n supone, en una fase inicial, que los art¨ªculos y libros queden censados en el momento de su aparici¨®n en un ordenador. Posteriormente, desde cualquier punto geogr¨¢fico, basta preguntar a ese ordenador sobre el tema que interese, y, en modo dialogal, contesta se?alando todo lo publicado sobre el tema o temas que se le hayan demandado, su autor o autores, la extensi¨®n de los trabajos, d¨®nde se puede encontrar y un breve resumen de las obras.
Este m¨¦todo, que revolucion¨® la aplicaci¨®n pr¨¢ctica de la ciencia, se inici¨® en Estados Unidos en la d¨¦cada de los a?os sesenta, con la aparici¨®n simult¨¢nea de la segunda generaci¨®n de ordenadores y la consolidaci¨®n de la conciencia de que era necesario desarrollar la informaci¨®n cient¨ªfica a niveles transnacionales.
Imperialismo inform¨¢tico
Hasta ahora las grandes bases de datos que existen en el mundo occidental se encuentran en Estados Unidos, pa¨ªs que tambi¨¦n est¨¢ a la cabeza de las empresas de ordenadores. Las bases de estos automatizados se han formado en torno al imperio inform¨¢tico de EEU U, por lo que el acceso del resto de los pa¨ªses a estas bases supone, fundamentalmente, el acceso a una informaci¨®n elaborada y metida en la conserva del ordenador desde criterios de selecci¨®n y valoraci¨®n norteamericanos.Desde que en 1962 la NASA ofreci¨® a los investigadores de todo el mundo su Banco de Datos, con 765.000 referencias, desde la electr¨®nica normal a la tecnolog¨ªa aeroespacial, han aparecido otras empresas del mismo o parecido signo que se han integrado en unos canales de oferta com¨²n.
Los cient¨ªficos y estudiosos espa?oles podr¨¢n tener acceso a trav¨¦s de la red INCA a cuatro grandes mayoristas de informaci¨®n cient¨ªfica que ofrecen acceso a ¨¦sta de modo on-line (comunicaci¨®n directa en tiempo real desde un terminal a un ordenador central), tres de estos centros creadores de bases de datos son norteamericanos (ORBIT, DIALOG y BRS), que se han unido en dos redes de transmisi¨®n (TELENET y TYMNET), y un cuarto centro es europeo, ESA (European Space Agency), que ha entrado en la red EURONET, actualmente en estado de lanzamiento por parte de la Comunidad Econ¨®mica Europea.
Adem¨¢s, la red espa?ola tiene acceso a otros dos grandes creadores y vendedores de datos tambi¨¦n americanos, la National Library of Medicine, que ofrece seis bases de datos sobre medicina, biolog¨ªa y farmacia, y el New York Times Information Bank, que extracta en la actualidad art¨ªculos y trabajos de sesenta peri¨®dicos y semanarios de lengua inglesa, adem¨¢s de los que se publican en el propio peri¨®dico New York Times.
Las ventajas que ofrecen estos sistemas y redes de teletransmisi¨®n de informaci¨®n derivan fundamentalmente de la capacidad de relacionar casi instant¨¢neamente los millones de datos m¨¢s importantes y relevantes que se producen en torno a las acciones del hombre y los avances de la ciencia.
De esta manera, la transmisi¨®n automatizada de informaci¨®n cient¨ªfica se presenta como una incre¨ªble herramienta cultural que va a permitir, en gran manera, racionalizar la investigaci¨®n nacional y llevar al quehacer cient¨ªfico a cotas superiores de rendimiento social y econ¨®mico, dado que estos sistemas potenciar¨¢n un mejor y m¨¢s r¨¢pido conocimiento de las l¨ªneas internacionales de investigaci¨®n y de los sectores tem¨¢ticos en los que, a falta de aqu¨¦lla, puede jugar un papel importante la investigaci¨®n espa?ola.
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