Un gran bazar que vive de Marruecos
El puerto y la frontera constituyen el cord¨®n umbilical por el que le llega a Melilla cada d¨ªa el h¨¢lito de dinero y mercanc¨ªa imprescindible para el sost¨¦n de comerciantes y funcionarios, que junto con sus seres, enseres y haciendas constituyen las cuatro quintas partes de cuanto Melilla es. Puestos a precisar habr¨ªa que decir que la frontera, m¨¢s que el puerto, es la espita que oxigena las cajas de caudales y nutre los est¨®magos.
Cada ma?ana 10.000 marroqu¨ªes cruzan los pasos fronterizos a pie, a lomos de un burro, en bicicleta o en coche cargados de productos del campo para vender en el rastro de la ciudad o en las tiendas de alimentaci¨®n propiedad, en una parte considerable, de compatriotas suyos. A la ca¨ªda de la tarde otros tantos marroqu¨ªes cruzan la frontera en direcci¨®n opuesta llevando consigo toda clase de productos manufacturados, preferentemente mantas, herramientas, ropas y calzado de baja calidad, jabones, muebles y medicinas. En realidad la actividad desplegada por el marroqu¨ª que visita Melilla ofrece las siguientes variantes: vender, comprar, visitar al m¨¦dico, beber e ir al cine.Dependencia alimenticia de Marruecos
?Qu¨¦ es lo que vende el marroqu¨ª en Melilla? Fundamentalmente, productos del campo. La agricultura y la ganader¨ªa pr¨¢cticamente no existen en la plaza africana, De una poblaci¨®n activa de 15.100 personas en 1975, s¨®lo 568 se dedicaban a estas dos actividades m¨¢s la silvicultura y la pesca. Actualmente, seg¨²n estimaciones sindicales, al menos otras doscientas personas han abandonado este tipo de actividades. Teniendo en cuenta que la poblaci¨®n de la ciudad, contando soldados y transe¨²ntes, sobrepasa los 70.000 habitantes, es f¨¢cil imaginar el grado de dependencia respecto a la zona fronteriza.
?En cuestiones alimenticias, la dependencia es casi absoluta, salvo en el trigo y la carne congelada, que nos llegan respectivamente de la Pen¨ªnsula y de los mercados internacionales?, manifestaba a EL PAIS un dirigente local de UCD. A¨²n no se han olvidado en Melilla las consecuencias que sobre los precios de los productos alimenticios tuvo el cierre de la frontera de 1971 a causa de un brote de c¨®lera en Marruecos. ?En un s¨®lo d¨ªa?, recuerda el militante del PCE, Francisco Sol¨ªs, ?los productos subieron de un 300 a un 500%?. Si hoy volvieran a cerrarse ?as fronteras, las consecuencias sobre los precios ser¨ªan id¨¦nticas.
Las posibilidades de romper con esta dependencia son muy escasas De las trescientas hect¨¢reas de regad¨ªo de otros tiempos, situadas en las m¨¢rgenes del r¨ªo de Oro, que cruza Melilla de poniente a levante, s¨®lo son cultivadas o quince o veinte. La raz¨®n de este abandono se debe al descenso de los niveles fre¨¢ticos a causa de los pozos perforados para suministrar agua a la poblaci¨®n. Al menos, despu¨¦s de estas perforaciones, la ciudad ha logrado autoabastecerse e incluso cede agua, ocasionalmente, a las poblaciones marroqu¨ªes pr¨®ximas.
Antes la dependencia en este aspecto era total, ya que no hab¨ªa otra agua que la de las fuentes de Trara y Yashinen, ubicadas en territorio marroqu¨ª, aunque la finca era y sigue siendo propiedad del Ayuntamiento de Melilla. Ambas fuentes s¨®lo producen hoy doce litros por segundo, frente a los doscientos que se obtienen de los pozos.
El alcalde de la ciudad manifestaba a EL PAIS que en un plazo corto de tiempo conf¨ªa en que pueda volver a regad¨ªo una parte importante de esas trescientas hect¨¢reas, pues se pretenden destinar a este uso las aguas residuales una vez depuradas. ?Cuando consigamos ese objetivo?, afirma el se?or Cobreros, ?Melilla ser¨¢ la primera ciudad ribere?a que no vierta aguas contaminadas al Mediterr¨¢neo?.
La iron¨ªa de la pesca
Agua y electricidad son acaso los dos ¨²nicos recursos en los que la ciudad es autosuficiente, porque, aunque resulte dif¨ªcil de imaginar, por estar Melilla donde est¨¢, la casi totalidad del pescado que se consume en ella es capturado por los marroqu¨ªes.
La flota pesquera melillense tuvo que quedar amarrada en puerto despu¨¦s del tratado de 1969, en el que, como en otros anteriores, a la diplomacia espa?ola, todav¨ªa bajo los auspicios del general Franco, gran conocedor de Africa en general y de Melilla en particular, se le olvid¨® pactar nada sobre las aguas jurisdiccionales de la plaza de soberan¨ªa espa?ola. Hasta entonces los armadores mal que bien hab¨ªan suplido con picaresca las deficiencias de la diplomacia, sobornando a las patrulleras marroqu¨ªes.
En memoria de este ¨¦xito negociador y por el adem¨¢n de la figura, los melillenses llaman El pescador, a la estatua erigida post mortem a Francisco Franco en la d¨¢rsena de pescadores por acuerdo del Ayuntamiento. La presi¨®n popular no pudo impedir la construcci¨®n del monumento, pero s¨ª que la dedicatoria est¨¦ dirigida al comandante Franco en vez de al General¨ªsimo.
Si graves son las consecuencias de un cierre de fronteras para el abastecimiento de productos perecederos, m¨¢s temibles ser¨ªan a¨²n para el comercio melillense, cuya dependencia de su hinterland es todav¨ªa m¨¢s acusada. Si Melilla absorbe productos en un radio de catorce kil¨®metros como m¨¢ximo, expende mercanc¨ªas en un radio cuatro veces superior; en los ¨²ltimos anos su poder de irradiaci¨®n llega hasta colonias de espa?oles situadas en Argelia, incluso a seiscientos kil¨®metros. Desde Tlemcen, Or¨¢n y Argel los fines de semana se acercan los espa?oles a comprar en Melilla. Dos o tres d¨ªas por semana llegan desde T¨²nez expediciones de turistas que tambi¨¦n se cargan de los m¨¢s variados productos.
?Qu¨¦ pensar pues, en caso de un hipot¨¦tico cierre fronterizo? El alcalde de Melilla considera que es posible pero no probable: ?Nosotros somos el mercado natural de toda la provincia de Nador, una de las m¨¢s pobladas de Marruecos.? Un hombre de negocios recuerda, por su parte, que cuando el cierre de frontera de 1971, a causa o con el pretexto del c¨®lera, comerciantes y m¨¦dicos fueron a exponerle su situaci¨®n comprometida al delegado del Gobierno. Los comerciantes se hicieron acompa?ar de los doctores porque ambos obtienen sus mas ping¨¹es ganancias entre la poblaci¨®n marroqu¨ª.
En Melilla se da posiblemente la mayor concentraci¨®n de doctores por kil¨®metro cuadrado del mundo y por habitante, seg¨²n dato no contrastado, pero obtenido de fuente fiable no son menos de noventa. En realidad su clientela es ilimitada entre la m¨ªsera poblaci¨®n rife?a que, ante la desasistencia que sufre en Marruecos, no tiene m¨¢s remedio que acudir a las consultas de los m¨¦dicos espa?oles o, en caso de intervenci¨®n, al hospital de Melilla. Todo lo cual les cuesta sus buenos dirham. Al enviado especial de EL PAIS le han contado, aunque no lo ha podido comprobar durante su estancia en la ciudad, que a pesar de lo ?limitado de la clientela, es posible ver en Melilla como entra un musulm¨¢n en la sala de espera de un m¨¦dico y despu¨¦s de hablar con sus compatriotas en chelja se los lleva a la consulta de otro.
Con todo lo que la frontera tiene de ubre para Melilla, la preocupaci¨®n en este momento de autoridades y ciudadanos de a pie es el puerto, cuyo futuro se ve comprometido por el de Beni-Enzar, que los marroqu¨ªes tienen pr¨¢cticamente acabado y cuya construcci¨®n ha sido posible por la falta de delimitaci¨®n de las aguas jurisdiccionales de Melilla y por el desinter¨¦s con que en Madrid se acogieron las denuncias de las autoridades locales.
Ante una falta de limitaci¨®n expresa de las aguas jurisdiccionales la pr¨¢ctica internacional reconoce por tales al tri¨¢ngulo comprendido entre los dos extremos de la costa y las seis millas mar adentro. Aunque los marroqu¨ªes parece que no han entrado dentro de este tri¨¢ngulo, el dique que arranca desde las proximidades de Nador se mete de tal manera en el puerto de Melilla que actualmente s¨®lo queda una bocana de trescientos metros, espacio notoriamente insuficiente para maniobrar, m¨¢xime teniendo en cuenta las dificultades que presenta entrar en puerto con viento de Levante.
En opini¨®n de un t¨¦cnico ya no queda otro remedio que llegar a un acuerdo con Marruecos al menos sobre la regulaci¨®n del tr¨¢fico. Y en esto est¨¢ trabajando una comisi¨®n presidida por el se?or L¨®pez Aguirre-Bengoa, director general de Asuntos para Africa.
Las arcas melillenses van a resentirse, sin duda, de la puesta en marcha del puerto marroqu¨ª,ya que va a suponer el fin de las exportaciones de productos del pa¨ªs vecino.
Muchos piensan en e? turismo como una mina todav¨ªa inexplo ada, sin embargo, hoy por hoy, las disponibilidades de plazas hoteleras y las deficientes comunicaciones de Melilla con la Pen¨ªnsula (transbordadores diarios M¨¢laga-Almer¨ªa: cuatro vuelos a M¨¢laga), no permiten ir mucho m¨¢s all¨¢ de a donde se ha llegado: punto. de retorno para los turistas europeos que recorren Marruecos y Argelia, y veraneo obligado para novias y familiares de soldados.
Nadie pone en duda que las playas de la ciudad son maravillosas. pero no es probable que con un horizonte, m¨¢s o menos de perros, el empresario tur¨ªstico se decida a efectuar la gran inversi¨®n que hace falta.
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