La situaci¨®n en la regi¨®n condiciona cualquier apertura de los militares mauritanos
Si razones de orden interno parecen ser, principalmente, las que han llevada al derrocamiento del presidente mauritano, Uld Daddah, problemas insalvables de pol¨ªtica exterior podr¨ªan enfrentar a los militares que le han sucedido, y hacer que en plazo m¨¢s o menos breve las cosas regresen al punto del cual hoy se pretende partir.
Setenta y dos horas despu¨¦s del golpe incruento que llev¨® al poder al coronel Mustaf¨¢ Uld Salek y a un grupo de militares conservadores, subsiste la misma incertidumbre en cuanto a la actitud del nuevo poder con respecto al problema central: el conflicto del Sahara. Esta cautela se explica f¨¢cilmente porque lo que ya se confirma como un golpe llevado a cabo con habilidad y bien aconsejado -por Francia, naturalmente, se estima en Par¨ªs- puede ser contraproducente de adoptarse actitudes apresuradas en una cuesti¨®n tan delicada como la del Sahara.Lo ¨²nico realmente claro es la satisfacci¨®n o el acomodo de los medios econ¨®micos y financieros franceses con un putsch que se traducir¨¢ en un mayor liberalismo en la gesti¨®n econ¨®mica mauritana. El presidente Uld Daddah empieza a ser pintado ya como un hombre molesto: para Marruecos, para Argelia, por su tradicional enemistad con Bumedian, y para las empresas franceses, por su excesivo dirigismo.
Esto explica la r¨¢pida solidaridad con el golpe de Ismail Uld Amar, director de la compa?¨ªa minera francesa (SNIM) que explota la principal riqueza exportable M pa¨ªs, el hierro, y hombre que hizo carrera con Uld Daddah. Se a?ade que el Ej¨¦rcito, la ¨²nica fuerza organizada, que ha conocido un auge singular en los tres ¨²ltimos a?os -de 3.000 hombres a 17.000-, encontr¨® en ese descontento de los medios econ¨®micos, especialmente los ligados a Francia, la justificaci¨®n para llevar a primer plano el piso que las Fuerzas Armadas han adquirido recientemente y dotar a Mauritania de un poder fuerte y capaz de una actitud nueva en todos los terrenos.
Ninguna de estas explicaciones, m¨¢s o menos en curso, permite anticipar la desaparici¨®n de conflictos del horizonte mauritano. Tampoco la idea de una operaci¨®n cimera de gran envergadura para solucionar, sobre todo, el conflicto del Sahara, parece una tesis compartida por los especialistas, que, no obstante, piensan que esto podr¨ªa haber sido una ?tentaci¨®n francesa?, aunque de hecho la sustituci¨®n de Halle-Setassie, en Etiop¨ªa, no llev¨® a la soluci¨®n del problema eritreo, de la misma forma que es posible que no se resuelvan por ese m¨¦todo ni el problema de Chad ni ahora el saharaui.
La respuesta, en Jartum
Marruecos, Argelia y el propio Polisario, cogidos al desprovisto por el golpe, intentar¨¢n logicamente hacer que el nuevo Gobierno se incline de su parte.
El alto el fuego decidido ayer unilateralmente por el Polisario, como muestra de buena voluntad?, puede apuntar en ese sentido.En cualquier caso, la cuesti¨®n saharaui puede ser la que decida no s¨®lo el futuro de las relaciones en la zona, sino el del nuevo Gobierno militar. La afinidad tribal de los nuevos jefes en Mauritania con los polisarios permite pensar que se puede intentar una soluci¨®n pr¨®xima a las tesis argelinas que conllevar¨ªa la retirada gradual del contingente marroqu¨ª, a la par que el color pol¨ªtico conservador del actual poder debe tranquilizar a Marruecos le que Mauritania no se convertir¨¢ m un Estado pro argelino en sus fronteras.
Todas las especulaciones del momento no pueden prolongarse en la medida del deseo de los propagonistas del golpe y quienes le hayan apoyado, y en cualquier caso los militares de Nuakchott de adoptar una actitud en la cumbre de Jartum, que se inicia el d¨ªa 18 y que est¨¢ pendiente de ellos.
A menos que ¨¦sta se suspenda, los plazos para las definiciones son relativamente exguos.
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