Urgente: tras la Constituci¨®n, la econom¨ªa
Diputado de UCD por Teruel
En las ¨²ltimas semanas se ha comentado profusamente el informe anual de la OCDE sobre Espa?a, que es relativamente irrelevante porque, b¨¢sicamente, su enfoque es diploin¨¢tico y se refiere al pasado. En cambio, no han recibido atenci¨®n alguna los res¨²menes publicados en fechas coincidentes sobre dos informes ?cient¨ªficos? sobre la evoluci¨®n probable de la econom¨ªa mundial, de gran tendencia.
En el primero, elaborado tambi¨¦n por la OCDE, se concluye que los pa¨ªses ?avanzados? no podr¨¢n conseguir el pleno empleo en 1980 (tal como se hab¨ªa previsto en 1976), sino hacia 1985. Es decir, con cinco a?os de retraso, y ello siempre que pudieran obtener tasas anuales de crecimiento del orden del 5% (hasta ahora inalcanzable). Naturalmente, las previsiones que contiene para pa¨ªses menos avanzados, como nosotros, son mucho peores, porque, como se reconoce, ¨¦stos no pueden incrementar tan f¨¢cilmente sus tasas de ahorro e inversi¨®n ni su competitividad externa a los niveles necesarios.
En el segundo, la Comisi¨®n Econ¨®mica para Europa (del Este y del Oeste) de la ON U prev¨¦ una disminuci¨®n de la tasa de crecimiento global de Europa, debido a la necesidad de incrementar el ahorro y la inversi¨®n para sectores de rentabilidad d¨¦bil (sociales) y de alta de capital (sustitutivas de materias primas). Esta desaceleraci¨®n del crecimiento ser¨¢ m¨¢s fuerte a partir de 1985. per¨ªodo en el que habr¨¢ es tallado de nuevo la crisis de materias primas (especialmente energ¨¦ticas), hoy soterrada por la baja demanda que supone el bajo crecimiento actual y los ¨²ltimos descubrimientos de petr¨®leo (Alaska, M¨¦xico, China, etc¨¦tera).
La conclusi¨®n que hay que extraer de la lectura conjunta de estos dos informes es simple: los pa¨ªses avanzados. una vez comprobado que el ajuste mundial optimista, inicialmente previsto por el Fondo Monetario y del Banco Mundial, y seguido por la OCDE y la ONU, es impracticable, han decidido acumular paro hasta que se independicen del racionamiento energ¨¦tico y de los l¨ªmites financieros del comercio mundial, mediante la reestructuraci¨®n de sus econom¨ªas, lo que est¨¢n realizando, a trav¨¦s de la reorientaci¨®n de su tecnolog¨ªa y financiaci¨®n, a marchas forzadas, antes de que estalle la nueva crisis (alrededor de 1985). Posteriormente, cuando se desate ¨¦sta, absorber¨¢n el paro acumulado, mediante soluciones aut¨®nomas. Los pa¨ªses menos desarrollados acumular¨¢n m¨¢s paro hasta 1985, porque no pueden reaccionar igual frente a los impactos negativos y no podr¨¢n corregirlo posteriormente porque, por su debilidad tecnol¨®gica y financiera no habr¨¢n realizado reestructuraciones del mismo sentido. Hasta 1985, y m¨¢s a¨²n despu¨¦s, su suerte depender¨¢ del apoyo de los pa¨ªses avanzados que a su vez se otorgar¨¢ en funci¨®n de su importancia y obediencia.
Era un escenario previsible de hecho el m¨¢s probable y lo previmos varios autores en diferentes pa¨ªses. En 1975 en mi conferencia La d¨¦cada del petr¨®leo, en el Ateneo de Madrid, indiqu¨¦ las pautas gen¨¦ricas de la evoluci¨®n mundial que ahora explican esos informes. Posteriormente, en diferentes art¨ªculos, he ido precisando c¨®mo deber¨ªa reestructurarse por sectores reales y funcionales la econom¨ªa espa?ola para adecuarse lo m¨¢s posible a la situaci¨®n.
Un escenario que, de hecho, han seguido todos los pa¨ªses serios, aunque hicieran manifestaciones rituales de fe en el camino ilusorio, que Espa?a, consciente o inconscientemente, ha seguido. Como consecuencia, hemos perdido cuatro a?os no s¨®lo frente a los pa¨ªses m¨¢s avanzados, sino frente a pa¨ªses menos desarrollados industrialmente. No hemos seguido ni el ejemplo de EEUU-Alemania-Jap¨®n, ni el de Inglaterra-Francia-ltalia, ni siquiera el de Brasil-M¨¦xico-India. Somos el pa¨ªs industrial que menos se ha reestructurado frente a la crisis.
Hay razones de peso que justifican total o parcialmente el retraso y sus costes.
Primero, fue necesario dar prioridad absoluta (pero no excluyente) al prop¨®sito de garantizar que la transici¨®n tuviera lugar bajo la forma de reforma en lugar de ruptura.
Despu¨¦s de conseguir este objetivo. que nos ha costado m¨¢s de 12.000 millones de d¨®lares de deuda externa y la quiebra oculta de todos los sectores cr¨ªticos que habr¨ªa que haber reestructurado (para mantener un clima de ficticia prosperidad) ha sido preciso dar de nuevo prioridad absoluta (pero tampoco excluyente) a la elaboraci¨®n de la Constituci¨®n por consenso. El ¨¦xito de esta ¨²ltima operaci¨®n parece asegurado al coste de llegar a la cota de un mill¨®n de parados.
Pero el problema, aunque justificado, al menos en parte, no s¨®lo subsiste, si no que se ha incrementado. Por las razones indicadas. tenemos una situaci¨®n econ¨®mica y social peor que hace cuatro anos y s¨®lo nos quedan seis para producir el profundo reajuste necesario. Necesario, para subsistir como pa¨ªs civilizado, hay que advertir. porque ning¨²n r¨¦gimen pol¨ªtico ni el constituido tan largamente deseado, puede garantizar la convivencia moral civilizada con las cifras de paro previsibles (dos millones ya en 1980: m¨¢s del 20 % de la poblaci¨®n asalariada).
A¨²n hay tiempo y medios para evitar el desastre. S¨®lo falta la decisi¨®n pol¨ªtica de dar prioridad absoluta a la econom¨ªa en los pr¨®ximos a?os No hay tiempo que perder. Problamente, el momento id¨®neo para esa decisi¨®n debi¨® ser hace dos a?os, como se dice pens¨® el Rey en su d¨ªa, pero es indudable que no puede demorarse m¨¢s all¨¢ del refrendo de la Constituci¨®n sin grav¨ªsimo riesgo.
En cuanto a los medios. El sentido de las soluciones es claro. S¨®lo se debaten los procedimientos: qui¨¦n. c¨®mo y cu¨¢ndo debe implantar las soluciones.
Es evidente y m¨¢s en una democracia, que la pol¨ªtica econ¨®mica de supervivencia, que precisa del esfuerzo consciente de todos los espa?oles. no puede. como en el pasado reciente, formularse en secreto, redactarse apresurada y err¨®neamente, e imponerse a consumidores, trabajadores y empresarios.
El dise?o de las grandes l¨ªneas (ahorro, consumo, inflaci¨®n, paro. empresa privada, etc¨¦tera) de la futura pol¨ªtica econ¨®mica debe ser resultado de un aran debate nacional, que permita que la sabidur¨ªa del pueblo elija el camino de m¨¢s sentido com¨²n. Los aspectos distributivos de ese gran dise?o deben pactarse directamente entre trabajadores y empresarios. El Parlamento Y el Gobierno deben limitarse a aprobar Y cumplir las leyes adecuadas a su desarrollo. con estudios t¨¦cnicos e instrumentos contrastados mediante suficiente cr¨ªtica.
Hasta entonces es imprescindible evitar que se produzcan nuevos yerros. No queda ya ning¨²n objetivo pol¨ªtico que permita justificar total o parcialmente la celebraci¨®n de pactos que. por error t¨¦cnico, han generado m¨¢s inflaci¨®n y paro que, como puede demostrarse, hubiera producido el mercado por s¨ª mismo. Tampoco cabe ninguna justificaci¨®n si alguna ha existido para rehuir la cr¨ªtica sobre la oportunidad y el m¨¦todo de planes obviamente inadecuados y err¨®neos.
Finalmente. es preciso reconocer la ineficacia de los instrumentos econ¨®micos disponibles y actuar acordemente. No s¨®lo en cuanto respecta al instrumento fiscal cuya debilidad era conocida sino del monetario. en el que tanto se confiaba.
La experiencia prueba que el Banco de Espa?a s¨®lo es capaz de controlar los efectos depresivos de los principales factores aut¨®nomos (d¨¦ficit de pagos y super¨¢vit presupuestario) de la base monetaria. Es incapaz de esterilizar los expansivos y mantener los flujos monetarios y crediticios constantes.
Por si esta experiencia condujera a alguna tentaci¨®n de revaluar o devaluar sorpresivamente la peseta este verano, seg¨²n qu¨¦ tendencia predomine, es necesario advertir, para que no se afirme que no hab¨ªa alternativas:
1. Que tanto los devaluadores como los revaluadores tienen parte de raz¨®n. pero que ambas t¨¢cticas pueden ser muy nocivas. Los revaluadores, a cambio de reducir la tensi¨®n crediticia y evitar las quiebras y el paro, pueden anular todo el reajuste externo alcanzado a lo largo del a?o, los devaluadores a cambio de mantener el reajuste externo necesario todav¨ªa incipiente, pueden provocar un caos crediticio, si compensan la devaluaci¨®n con nuevas restricciones crediticias, o acelerar la inflaci¨®n si no lo hacen.
2. Inhibirse de la decisi¨®n puede ser la peor soluci¨®n porque puede frenar el ajuste externo e incrementar a la par el paro y la inflaci¨®n.
3. La soluci¨®n del problema consiste desde luego en la flotaci¨®n de la peseta una vez que se disminuya la deuda externa activaa (ya innecesaria) mediante la reducci¨®n de las reservas (excesiva) que fuerzan ficticiamente al alza la cotizaci¨®n de la peseta, y se proceda a la liberaci¨®n del comercio y la convertibilidad de la peseta.
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