Lo que yo gano
S¨¦ que bastar¨ªa escribir ?Lo que gano?, queridos L¨¢zaros queridos Carreteres, queridos Torrentes, queridos Ballesteres, pero me queda mejor as¨ª y le da m¨¢s fuerza al t¨ªtulo: lo que yo gano.Porque lo qne yo gano con la pluma -que no es sino una Olivetti port¨¢til del 61, mejorada por Ezequiel, que trabaja en la casa, vive en el piso de abajo y tiene tres ni?as preciosas: Laura, Mercedes y M¨®nica-, lo que yo gano escribiendo parece que es problema de mentideros, esos mentideros donde el resentimiento nacional le hace a uno ?comunista a toro pasado? -?y cu¨¢l es el toro que nos vais a soltar ahora, majos, el de Arefiza, sobrado de arrobas y yerbas?-, oportunista y m¨¢s cosas. Ay si yo hubiera optado por ser oportunista, con las cualidades que me ha dado Dios para ello. Pero he preferido ser simplemente oportuno.
Lo que yo gano parece que no est¨¢ claro, parece que es motivo de esc¨¢ndalo, cr¨ªtica, reticencia o calumnia. Dec¨ªa Ruano que la calumnia es una forma m¨¢gica de adivinaci¨®n: a ver si es verdad que acabo ganando lo que dicen que gano.
Ahora que mi santa esposa se dispone a hacer la declaraci¨®n de la renta como si estuviera preparando unas oposiciones -las que debi¨® preparar en su d¨ªa, para no serme gravosa y salvar el sagrado v¨ªnculo-, ahora que yo mismo he hecho en esta columna mi declaraci¨®n literaria de la renta o lote del vivir, que dec¨ªa Larra, ahora es cuando, en mi ir y venir zascandil y veraniego por las Espa?as del Estado espa?ol este, me salta un reportero audaz:
-Ya s¨¦ que a usted le pagan 33.000 pesetas por cr¨®nica en EL PAIS.
Nunca me molesta la calumnia, a favor o en contra -las calumnias a favor, como ¨¦sta, son las peores-, por eso que dec¨ªa de que suponen una forma m¨¢gica de adivinaci¨®n, o, en todo caso, una forma pr¨¢ctica de promoci¨®n.
Pero me ha hecho gracia la cifra, m¨¢s por lo caprichosa que por lo disparatada. Yo debiera salir a un mill¨®n de pesetas y un piquillo, en este peri¨®dico, seg¨²n esas cuentas, mill¨®n cobrado mensualmente y que no creo que la econom¨ªa del rotativo pudiera soportar m¨¢s all¨¢ del primer mes. A ver si hac¨¦is un esfuerzo, Juan Luis, cheli, y le dais la raz¨®n al audaz reportero perif¨¦rico.
Mas vuelvo a la minuciosidad caprichosa de la calumnia, porque creo que esto es lo que caracteriza y delata siempre toda falsedad: un manierismo en la mentira, un punto de exactitud excesiva que raya ya con la inexactitud, una voluta barroca de precisi¨®n por donde se ve que la farsa queda en demas¨ªa redondeada. ?Por qu¨¦ 33.000 pesetas, y no treinta o treinta y cinco, que son cantidades m¨¢s redondas?
Estrellita Castro, en Cantares, que es la ¨²ltima consecuencia televisivoleguminosa de un lorquismo repudiado por Lorca y galvanizado por Lauren Postigo (ahora siguen en plazas de toros), Estrellita Castro, digo, cont¨® un d¨ªa una an¨¦cdota muy circunstanciada sobre su familia y don Jacinto Benavente, an¨¦cdota que ven¨ªa a parar en llamarle al escritor maric¨®n.
Pero yo va la conoc¨ªa como dicharacho de caf¨¦. Demasiado perfecta para ser verdad. Estrellita Castro se la estaba atribuyendo por quedar graciosa. Ni a Benavente se atrevieron a decirle eso ni a m¨ª me pagan 33.000 pesetas por columna. Pero, haciendo balance estival de lo que uno ha trabajado durante el a?o, se llega a estas melanc¨®licas conclusiones de mentidero: Carrillo est¨¢ vendido a Su¨¢rez, Felipe hace esqu¨ª acu¨¢tico con Willy Brandt (Felipe hace de esqu¨ª), Alfonso Guerra se ha montado en la reforma s¨®lo por verse en el Congreso con Julia Navarro y yo gano 33.000 pesetas por art¨ªculo, lo cual, naturalmente, no me da derecho a ser ni siquiera socialdem¨®crata, ni a denunciar nada ni a salir a la calle.
Nos vamos de Madrid por poco tiempo, o nos iremos, y la gusanera de los mentideros sigue hecha un nido y un nudo de v¨ªboras con el calor. A ver si a la vuelta me han redondeado ya las cincuenta mil diarias. Es lo menos, jefe
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