Dimensi¨®n neurol¨®gica del problema
Por ser los signos neurol¨®gicos, en el fondo, los m¨¢s f¨¢ciles de detectar, con tal de que un neur¨®logo trabaje en el equipo dedicado a estudiarlas dislexias, fueron ellos los primeros en ser estudiados con detalle e incluso el nombre de dislexia procede, por analog¨ªa, del de alexia, o sea, trastornos del lenguaje adquirido en un individuo adulto que le¨ªa normalmente con anterioridad y que, a consecuencia de una lesi¨®n en el ¨¢rea t¨¦mporo-parieto-occipital izquierda del cerebro, si era diestro, se volvi¨® incapaz de hacerlo. Pero esta analog¨ªa en el adulto y el ni?o, como otras muchas en neurolog¨ªa, no es tal, al igual que un ni?o subnormal no es tampoco comparable con un adulto demente, un disl¨¦xico no es comparable con un al¨¦xico. Este tipo de generalizaciones excesivas ha dificultado mucho la comprensi¨®n de innumerables hechos cient¨ªficos.Lo que s¨ª es cierto es que en los disl¨¦xicos, al igual que en los al¨¦xicos -lesi¨®n adquirida, repetimos, en este caso-, existe no s¨®lo dislexia, sino disgraf¨ªa, esto es, dificultades para la escritura.
Es l¨®gico que ambos fen¨®menos, lectura y escritura, vayan unidos, ya que lo est¨¢n en la pr¨¢ctica diaria en los sujetos normales. Tambi¨¦n es l¨®gico que las funciones de la lectura y la escritura se perturben en el ni?o o en el adulto frecuentemente. Una y otra representan adquisiciones recientes no ya en la historia de la humanidad, sino en la de cada familia humana, una a una.
Adem¨¢s de dislexia y de disgrafia, el disl¨¦x¨ªco sufre de acalculia. Resultar¨ªa sorprendente que ello no fuera as¨ª, habida cuenta de que manejar s¨ªmbolos num¨¦ricos no es tan distinto de manejar s¨ªmbolos verbales. Sin embargo, durante toda una ¨¦poca, este hecho fue negado. Hoy se ha visto en ni?os disl¨¦xicos recuperados, que con los a?os se presentan en ellos trastornos en el uso de los s¨ªmbolos matem¨¢ticos.
S¨ªndromes
Se observa en estos ni?os, a los que algunos han calificado de s¨ªndromes de lesi¨®n cerebral m¨ªnima, concepto un poco confuso tan querido por numerosos autores anglosajones, peque?os signos neurol¨®gicos m¨¢s o menos aislados: alta incidencia de la zurdera, ?75% ¨® 14% seg¨²n los cl¨ªnicos!, zurdera que tambi¨¦n ser¨ªa elevada en sus familiares, lateralidad doble (sujetos arribidiestros), desorientaci¨®n derecha-izquierda que recuerda la que aparece en las lesiones t¨¦mporo-parieto-occipitales, confusi¨®n cuando hay que describir un objeto dibujado en tres dimensiones en un plano, dificultades para asumir el esquema corporal propio (lo que se traduce por cosas tan sencillas como no saber atarse los zapatos), trastornos del orden temporal (se equivocan en el orden de los meses del a?o, por ejemplo, o dificultades inhabituales para aprender a leer la hora en la esfera de un reloj, dificultades para aprender a lo largo de su vida alfabetos nuevos (tales como el Morse). En el electroencefalograma no aparecen signos de lesi¨®n cerebral alguna, sino (ello es muy importante) signos de inmadurez cerebral. En casos graves se observa una absoluta falta de perspectiva, una agnosia simult¨¢nea, etc¨¦tera, pero ello resulta ser infrecuente.
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