Mauritania, entre la paz y la guerra imposible
Con una precisi¨®n y discreci¨®n muy militar, pero con una facilidad que sugiere la debilidad del r¨¦gimen, el 10 de julio ¨²ltimo a las seis de la madrugada, sin tiros y sin efusi¨®n de sangre, el entonces presidente mauritano Mokhtai Uid Daddah se vio obligado a ceder el poder a los militares.
Aunque la mayor¨ªa de los oficiales dieron de inmediato su apoyo al nuevo Gobierno, en realidad solo un reducido n¨²mero de mandos del Estado mayor participaron en la operaci¨®n y, estaban en el secreto. El comandante Jiddou Uld Salek hoy ministro del Interior y, considerado verdadero hombre fuerte del r¨¦gimen fue el ejecutor material de la parte m¨¢s importante del golpe.El d¨ªa 8 de julio, con ochenta Land-rovers artillados. Jiddou parti¨® desde su estrat¨¦gico puesto de mando en la regi¨®n de Zuerat al norte, y se dirigi¨® hacia la capital. Para no alertar a las tropas marroqu¨ªes el Estado mayor hizo creer a ¨¦stas que se trataba de un movimiento para prevenir un ataque polisario contra la capital, que deb¨ªa tener lugar antes de la cumbre de Jartum.
Previamente los complotadores se hab¨ªan asegurado la pasividad de la fuerza a¨¦rea enviando en ?misi¨®n? al Norte al comandante Kader, jefe de la aviaci¨®n. Al parecer Kader descubri¨® la columna de Land-rovers de Jiddou y le pregunt¨® por radio por qu¨¦ se dirig¨ªa hacia la capital. ?He recibido instrucciones de impedir un ataque polisario. La pista de los infiltrados est¨¢ delante de m¨ª, y no hago m¨¢s que seguirla?. respondi¨® Jiddou.
Horas despu¨¦s de esta conversaci¨®n el presidente Uld Daddah, los ministros de su Gobierno y media docena de altas personalidades, eran apresados por los militares. Con ellos tambi¨¦n el coronel M Barek Uld Buna Mukhtar, el oficial mauritano de mayor graduaci¨®n y responsable de la Defensa, que tampoco hab¨ªa sido puesto al corriente del golpe.
Jiddou Uld Salek es quiz¨¢ el m¨¢s politizado de los diecinueve miembros del ?Comit¨¦ Militar de Rehabilitaci¨®n Nacional (CMRN). que tom¨® el poder. Su mayor preparaci¨®n militar le da un cierto ascendiente sobre la oficialidad. Algunos le consideran pr¨®ximo a los baasistas iraqu¨ªes. pero su principal idea pol¨ªtica parece ser un exceso de nacionalismo. Entre las competencias que se han reservado algunos cuadros del CMRN al margen o por encima de los ministros. Jlddou Uld Salek supervisa las relaciones con el exterior. probablemente el cap¨ªtulo m¨¢s importante del nuevo Gobierno mauritano.
El resto de los oficiales que gobiernan hoy son ante todo nacionalistas y liberales. Incluso. se dice a t¨ªtulo de rumor en Nuakchott. dos ministros son pro polisarios. Lo que parece estar fuera de toda duda es que el elemento estabilizador del golpe militar es la decisi¨®n de acabar con la guerra del Sahara.
Una integraci¨®n pol¨¦mica
La integraci¨®n de Tiris el Gharbia (sur de R¨ªo de Oro) a Mauritania tras los acuerdos tripartitos de Madrid y la guerra subsiguiente, origin¨® numerosas fricciones con las poblaciones negro-africanas del sur, ?saracos?, ?uolofs?. ?tucolores?. emparentados con las mismas etnias de Senegal. que no se sent¨ªan afectados ni interesados en esa guerra. Por el contrario las poblaciones ¨¢rabe-bereberes del Norte se identificaron con los saharauls. con los que a su vez est¨¢n emparentados, y les ayudaron.La izquierda mauritana. en auge despu¨¦s de la primera d¨¦cada de la independencia, tampoco ve¨ªa con buenos ojos la guerra y aunque consideraban que el Sahara es parte de Mauritania pensaban que no se pod¨ªa integrar al pa¨ªs en contra de la voluntad de los saharauis o al menos sin que ¨¦stos se hubiesen podido expresar libremente sobre la uni¨®n. Este mismo sector pol¨ªtico estima hoy que la cuesti¨®n del Sahara no ha sido el motivo principal del golpe, sino -dec¨ªa a EL PAIS un golpe, sino dirigente de las juventudes mauritanas-, frenar los avances progresistas. Para ellos Argelia. y so bre todo el Polisario, son en gran medida culpables de esta situaci¨®n ?y del paso hacia atr¨¢s que acaba de dar el pa¨ªs, el Polisario no ha querido escucharnos nunca cuando le ped¨ªamos que no centrasen su lucha contra Mauritania. Mauritania. con Uld Daddah. despu¨¦s de todo no estaba en manos de los marroqu¨ªes. ni era una marioneta de Francia. El anterior Gobierno tambi¨¦n quer¨ªa salir de la guerra y buscaba mediadores. Argelia y el Pol¨ªsario tampoco comprendieron esto. Con este golpe, los marroqu¨ªes no han perdido gran cosa, ni los franceses tampoco?.
La eliminaci¨®n pol¨ªtica de Uld Daddah deber¨ªa permitir no obstante que todas las partes flexibilizasen sus posiciones sin perder su dignidad. El solo hecho de la existencia de un nuevo poder en Nuakchott, que proclama que quiere acabar con la guerra y susurra que todo es negociable, modifica sensiblemente las coordenadas del problema del Sahara.
Sin embargo, y por encima de la necesidad de la paz, est¨¢ la rivalidad entre Argelia y Marruecos que tiene su propia din¨¢mica de diferencias ideol¨®gicas e incluso personales entre Hassan lly Bumedian. Africa, como lo demuestra la ¨²ltima cumbre de Jartum, est¨¢ a tal punto dividida ¨ªdeol¨®gicamente, que las proyecciones de esas divisiones sobre el conflicto del Sahara hacen que ¨¦ste, aparentemente, no tenga m¨¢s soluci¨®n que la desaparici¨®n pol¨ªtica de uno de los contendientes. En el caso de Hassan II ni siquiera esto ser¨ªa una soluci¨®n pues la izquierda marroqu¨ª reivindica el Sahara con mayor vehemencia que la monarqu¨ªa. En este contexto si bien un acuerdo entre el Polisarlo y Mauritania es posible, las limitaciones que Marruecos y Argelia imponen impedir¨ªan que se llevase a cabo. Los l¨ªderes mauritanos han confirmado a EL PAIS que ellos entienden la paz con los saharauis y que ?todo es negociable?. Sin embargo la cautela que muestran en sus declaraciones p¨²blicas se explica por el reducido margen de maniobra de que disponen. Una. negociaci¨®n abierta con el Polisario, que colmar¨ªa las aspiraciones saharau¨ªs, ser¨ªa considerada ?casus belli? por un Marruecos que conserva intacto en Mauritania todo un potencial militar capaz de hacer cambiar el curso de los acontecimientos.
Limitantes para la soluci¨®n
No negociar, por el contrario, llevar¨¢ a polisarios y argelinos a recrudecer sus presiones sobre Mauritania precisamente en los momentos en que el nuevo r¨¦gimen -voluntariamente- se ha colocado en una situaci¨®n de virtual incapacidad de hacer la guerra. No s¨®lo se desmovilizan psicol¨®gicamente sus fuerzas armadas, sino que los principales jefes militares han sido sustra¨ªdos al campo de batalla y se encuentran ya inmersos en la; tareas de organizar la vida civil. La derrota pol¨ªtica de Bumedian en Jartum no ha alterado en lo m¨¢s m¨ªnimo -en lo que al conflicto saharaui se refiere- su posici¨®n de fuerza en el terreno. Los argelinos piensan que la situaci¨®n econ¨®mica. de Marruecos ha llegado al l¨ªmite de lo que Hassan II puede permitirse. Aunque no ignoran la posici¨®n de la izquierda marroqu¨ª sobre el Sahara, parecen haber apostado definitivamente a la carta del Ej¨¦rcito, Creen que las fuerzas armadas marroqu¨ªes, enviadas a combatir fuera de sus fronteras -Zaire y Mauritania- y con una parte de la oficialidad alta resentida por pasadas actitudes de Hassan, a la larga reaccionar¨¢ contra esta situaci¨®n. Cualquier hipot¨¦tico golpe militar en Marruecos, seg¨²n esta l¨®gica, deber¨ªa irremisiblemente silenciara la izquierda marroqu¨ª.Aparentemente nada ha cambiado y lo que es peor nada puede cambiar en el panorama de las probabilidades de soluci¨®n del conflicto del Sahara. Los mauritanos s¨®lo parecen tener una carta en sus manos: Francia. Si el r¨¦gimen mauritano se mantiene los pr¨®ximos seis meses, puede con impaciencia y contactos internacionales muy discretos y cautelosos crear una situaci¨®n que haga inaceptables tanto una ntervenci¨®n militar marroqu¨ª -como las presiones polisarias y argelinas. Esto no es m¨¢s que una hip¨®tesis de trabajo y en cualquier caso dif¨ªcil de cumplir.
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