Veterinarios y presidente, culpables
Tambi¨¦n es desgracia: estamos aqu¨ª en Valencia, intentando escribir de toros, y no nos dejan. Llevamos tres d¨ªas a lo pasota, venga arriba y abajo con el fraude y la camorra, y ya cansa. Los lectores tambi¨¦n se cansar¨¢n lo suyo, me temo.Pero no es cosa de ponerse a intentar y decir que hubo en la feria mucho bueno, cuando casi todo fue malo. Ni de rizar el rizo de la especulaci¨®n en un esfuerzo supremo para buscar con lupa entre la espesa mara?a de la vulgaridad y el timo, el perfil de calidad ese que dicen tiene el fen¨®meno de turno y que le ha llevado a la categor¨ªa de figura. No vale uno para eso, qu¨¦ le vamos a hacer. Uno tambi¨¦n es limitado.
Lo cierto es que, en lo que llevamos de feria, nadie ha justificado su condici¨®n de figura, excepto D¨¢maso Gonz¨¢lez, y Ruiz Miguel que adem¨¢s, lo que es la vida no son figuras. As¨ª de coherente y justo es el mundillo taurino. El que llaman elegante Manzanares se qued¨® en voluntarioso muletero de cabras. El maestro Viti hizo lo que pudo (bueno, tampoco se herni¨®) en el ¨²nico toro que tuvo delante y en los dem¨¢s ya se sabe: de enfermero. El h¨¢bil Ni?o de la Capea, barullo. El pulcro y t¨¦cnico Teruel, finolis. Y as¨ª.
Plaza de Valencia
S¨¦ptima de feria, Toros de Salvador Domecq, bien presentados, derrengados; con el tercero, de gran nobleza, se simul¨® la suerte de varas. Casi todos fueron protestados. Palomo Linares: media y dos descabellos (bronca). Pinchazo, otro hondo muy bajo y descabello (pitos). Angel Teruel: estocada corta (silencio). Pinchazo hondo atravesado perdiendo la muleta y cuatro descabellos (algunos pitos). Ni?o de la Capea: estocada trasera y dos descabellos (oreja). Tres pinchazos y seis descabellos (silencio)
Estos dos ¨²ltimos torearon ayer la cuerda de inv¨¢lidos que sali¨® por los chiqueros y se ocultaron en la niebla de la mediocridad mientras era Palomo el que pagaba los vidrios rotos. ?Y tampoco es eso, che! Cuando sali¨® a matar al inv¨¢lido colorao y asardinao corrido en cuanto lugar le tiraron almohadillas y botes de cerveza a espuertas pero a dar. Hubo de refugiarse en un burladero y de tenerlo a mano se habr¨ªa puesto un casco. Tal como est¨¢n las cosas, las figuras deben sustituir la montera por el casco.
En el sexto hizo Palomo el qui- te del perd¨®n, y lo mismo. Por delantales lo hizo. Le salieron unos dentales no de primoroso bordado al estilo de aquellos que se pon¨ªan las anta?onas amas para hacer encaje de bolillos sino m¨¢s sufriditos y bastorrones, de los de fregar. Pero tampoco era raz¨®n para que le quisieran escalabrar con los botes de cerveza.
As¨ª que Palomo, sin demasiado motivo, o acaso ninguno, se convirti¨® ayer en el pararrayos de una tormenta que dur¨® pr¨¢cticamente toda la corrida. Los toros de Domecq estaban bien presentados en esta ocasi¨®n, pero eran in¨²tiles. ?De qui¨¦n es la culpa? Los aficionados del palco 55, un modelo de ponderaci¨®n y oportunidad durante toda la feria, acusaban a la presidencia:
??Culpable. culpable!? Pero adem¨¢s de Sisinio Requena, un presidente que para encontrarlo peor habr¨ªa que buscarlo en la, pasada feria de Sevilla, hay m¨¢s culpables. Los veterinarios tienen tambi¨¦n responsabilidad en el desastre de la corrida. Ellos son los obligados a examinar los toros en el reconocimiento y proponer que sean rechazados los que no valgan. Si resulta que no vale ninguno y no hay con qu¨¦ sustituirlos se suspende la corrida. Mas al toro: hubo uno de nobleza excepcional (tan flojo que ni se le pic¨®), que fue el tercero, y el Ni?o de la Capea le dio muchos pases. ?Es para echar las campanas al vuelo que una figura del toreo le pegue pases adocenados -y por docenas- a un toro sin fuerza de calidad extraordinaria? El primero de Palomo era incierto y no cab¨ªa m¨¢s que abreviar. En el otro exactamente igual, por inv¨¢lido. Los de Teruel se quedaban cortos. Tambi¨¦n el sexto, aunque no ten¨ªa malas intenciones. y volvieron los pases adocenados y embarullados del Ni?o de la Capea.
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