Cristina Onassis y Serguei Kauzov se casaron ayer en Mosc¨²
Los novios llegaron con quince minutos de adelanto a la ceremonia. A las diez menos cuarto, cuando un centenar de periodistas extranjeros hac¨ªa guardia frente al Palacio de los Matrimonios, apareci¨® de improviso, un Chevrolet amarillo antiguo, con matr¨ªcula diplom¨¢tica. La sorpresa hizo que muchos de los reporteros gr¨¢ficos y de televisi¨®n que hab¨ªan tomado estrat¨¦gica posici¨®n en el primer piso de la casa de enfrente al palacio matrimonial no pudieran recoger la llegada. La milicia impidi¨® cruzar la estrecha calle y acercarse al edificio donde se iba a celebrar la ceremonia civil. Los novios entra ron r¨¢pidamente, visiblemente nerviosos. Cristina llevaba un vestido estampado, con los hombros al descubierto y ancho de cintura, que ha sido interpretado como prueba de que se encuentra embarazada. Serguei, de peque?a estatura, vest¨ªa traje oscuro de fina raya y corbata roja. La calle donde est¨¢ situado el edificio matrimonial, pese a estar en el centro de la ciudad, es de poco tr¨¢nsito. Dos docenas de curiosos se quedaron a observar lo que ocurr¨ªa. La prensa sovi¨¦tica no ha publicado hasta el momento ninguna informaci¨®n y el acontecimiento social ha pasado inadvertido para los ciudadanos de este pa¨ªs.
La an¨¦cdota surgi¨® cuando un haiga negro -el Cadillac que en los ,a?os cincuenta utilizaban, de alquiler, los novios espa?oles para casarse, y que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica es ahora el coche de los diputados y altos cargos- aparc¨® junto a la puerta, adornado con cintas de colores, globos y flores. Era una boda de post¨ªn en este pa¨ªs; en su interior, una joven rubia vestida de blanco y su novio, con traje oscuro, acompa?ados por cinco invitados que se hab¨ªan colocado sus mejores galas, no entendieron la presencia de tantos fot¨®grafos. Se les aplaudi¨® y correspondieron, t¨ªmidamente sorprendidos, con sonrisas. Ellos no hab¨ªan previsto que a la misma hora se iba a celebrar otro enlace de m¨¢s post¨ªn que el suyo.
Poco m¨¢s de media hora dur¨® la ceremonia oficial, y por la puerta del edificio modernista pintado de verde. de una planta. volvieron a aparecer Cristina Onassis, ahora Cristina Kauzova, y Serguei Kauzov. ahora Onassis consorte. Cristina llevaba en el brazo un ramo de rosas rojas y blancas y ense?aba su amplia dentadura en una sonrisa llena de satisfacci¨®n. Serguei, m¨¢s impresionado y p¨¢lido. se dirigi¨® hacia su coche Volga 5. marca de autom¨®vil que en la Uni¨®n Sovi¨¦tica supone un alto nivel de vida, aparcado junto a los periodistas. Entr¨® Cristina en el autom¨®vil la cual respondi¨® a la pregunta tal?? con un lac¨®nico ?yo estoy muy feliz?.
Al mediod¨ªa se localiz¨® en su casa a la madre del novio. ?No ha habido banquete nupcial.?, Ayer con motivo de la boda de su hijo, pidi¨® un permiso especial para no asistir al trabajo habitual de asistente de un director de pel¨ªculas sovi¨¦tico. No hubo ning¨²n problema. Para esta boda algunos ha tenido todo tipo de facilidades. No as¨ª los corresponsales. extranjeros. Al preguntarle su opini¨®n sobre los titulares de un peri¨®dico griego que dec¨ªan: ?El nuevo marido de Cristina se denominar¨¢ Serguei Onassis ?. La madre del novio respondi¨® en¨¦rgica: ?Mi hijo seguir¨¢ llam¨¢ndose Serguei Kauzov y ella es, desde hoy, Cristina Kauzov.
A las tres de la tarde, la millonaria y el sovi¨¦tico no acudieron a la cita con los periodistas. Una hora antes, en la oficina de EL PAIS recibi¨® una llamada del hotel donde iba a celebrarse la rueda de prensa para recordar que est¨¢bamos invitados y que no falt¨¢semos.
Las televisiones extranjeras quitaban c¨¢maras y focos. El director del hotel, sin poder disimular su mal humor. repet¨ªa: ?No se celebrar¨¢ la rueda porque la se?ora no est¨¢ dispuesta.? Alguno le interpret¨® mal y pregunt¨®: ??Est¨¢ indispuesta?? El director no soport¨® por m¨¢s tiempo la presencia de los periodistas y de forma poco acad¨¦mica mand¨® marchar a dos corresponsales que tomaban notas.
Informativamente, poco m¨¢s ha dado de s¨ª esta boda, que supone el deshielo sentimental entre el m¨¢s puro capitalismo y el socialismo m¨¢s ortodoxo. Serguei pertenece al Partido Comunista de la Uni¨®n Sovi¨¦tica (PCUS).
La pareja ha sido vista en los ¨²ltimos d¨ªas de compras en algunos de los comercios que existen en Mosc¨² para extranjeros -berioskas-, en los que se pueden obtener todo tipo de productos que no se encuentran en las tiendas sovi¨¦ticas. En algunos se paga en moneda extranjera y en otros s¨®lo en cheques D, modalidad que viene a suponer lo mismo que pagar en inoneda extranjera, pero que se canjean en el banco para extranjeros por las cuentas en divisas que tengan las personas acreditadas en este pa¨ªs. Cristina parece que tiene status de persona acreditada en la URSS y por ello ha podido sacar de su cuenta los famosos tickets. Suponemos que muy pronto Serguei har¨¢ uso de una cuenta an¨¢loga, ya que, seg¨²n el testamento de Onassis, el marido de su hija tiene derecho a percibir 50.000 d¨®lares al a?o -alrededor de cuatro millones de pesetas- Hasta el primero de junio, que dej¨® su trabajo por razones de salud. el se?or Kauzov, percib¨ªa doscientos rubios al mes, lo que supone unas 300.000 pesetas al a?o.
Mientras la t¨ªa de Cristina se ha cansado de repetir estos d¨ªas que no le gusta nada esta boda, la novia en los pocos,minutos que s¨¦ le ha visto hoy, parec¨ªa ?radiante de felicidad?. Su nuevo marido, a pesar de su baja estatura, de tener un ojo de cristal y una incipiente calvicie en la nuca, parece simp¨¢ticoy, al decir de las pocas comadres que esta ma?ana vigilaban la entrada y salida de la pareja del Palacio de Matrimonios, ?tiene un no s¨¦ qu¨¦ que resulta?.
Es una l¨¢stima que la pareja del a?o no haya concedido una posibilidad para entablar una m¨ªnima relaci¨®n con ellos. Posiblemente Cristina Kauzova, antes Onassis, hubiera podido explicar claramente si es cierto que el a?o pasado aport¨® 100.000 d¨®lares en favor de una fundaci¨®n pro derechos humanos. Tambi¨¦n sabr¨ªamos si efectivamente ha ido al matrimonio embarazada y quiere dar a luz en una cl¨ªnica moscovita, como se ha difundido en algunos medios informativos, desde luego occidentales. Tampoco est¨¢ claro si esperar¨¢n a tener un apartamento del Estado o est¨¢n dispuestos a pagar doscientos rubios por metro cuadrado y contar en fecha pr¨®xima con un apartamento de cincuenta metros cuadrados, que supondr¨¢ un desembolso de 10.000 rubios. alrededor de 1.200.000 pesetas. en las afueras de Mosc¨².
?Cuando dos personas se quieren. lo de menos es que uno sea capitalista y el otro comunista?, dijo Cristina hac¨¦ poco tiempo. Que sea para bien.
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