Esc¨¢ndalo elesi¨¢stico en Italia por la retransmisi¨®n de una misa entre ex drogadictos
Una misa celebrada en un refugio para la recuperaci¨®n de j¨®venes drogadictos y marginados, que fue transmitida por televisi¨®n a toda Italia, ha desatado un verdadero esc¨¢ndalo. Las columnas del diario A vvenire, ¨®rgano oficial de la Comisi¨®n Episcopal italiana, han recogido las voces airadas de obispos y sacerdotes que critican a ?las iniciativas personales de curas en b¨²squeda obsesiva de in¨²tiles y desconcertantes novedades?.
El rito, bautizado por sus indignados detractores como ?la misa blasfema?, se ofici¨® en una caba?a cercana a la aldea de Murisengo, en los valles piamonteses que rodean a la ciudad de Casale. Ocurri¨® en la ma?ana del 9 de julio ¨²ltimo, cuando el p¨²blico televisivo habitual de los oficios dominicales hab¨ªa crecido por un especial motivo. El siguiente programa de la televisora estatal preve¨ªa la transmisi¨®n del acto de juramento y asunci¨®n del nuevo presidente de la Rep¨²blica italiana, Alessandro Pertini. La Italia cat¨®lica y la Italia laica asistieron a la innovadora funci¨®n religiosa. Fieles y oficiantes de la misa eran los campesinos de la zona y los j¨®venes drogadictos en proceso de recuperaci¨®n que se alojan en el refugio levantado en Murisengo por el padre Luigi Ciotti. El altar se levantaba sobre un t¨ªpico carro campesino de la zona cubierto por un lienzo blanco. Los dones que se ofrecieron durante el rito eran los frutos que los j¨®venes obtienen de la tierra donde trabajan: leche, miel, vino, tomates, lechuga.
La liturgia tambi¨¦n difer¨ªa de la habitual. En el momento de las preces, una joven pareja de esposos ofrece a Dios su elecci¨®n de ir a vivir junto con los ex toxic¨®manos.
Un campesino de voz gruesa y acento casi dialectal pidi¨® un a?o generoso para los campos y mayor justicia para los trabajadores de la tierra. Una joven tom¨® el micr¨®fono para rogar por un familiar enfermo y por todos los marginados. Tambi¨¦n el sacerdote oficiante, el padre Ciotti, implor¨® silidas pol¨ªticas, culturales y sociales m¨¢s precisas y por un mundo m¨¢sjusto. Finaliz¨® el sacerdote recordando al obispo de Casale, al obispo de Tur¨ªn y al cardenal Michelle Pellegrino, ex obispo de Tur¨ªn que abandon¨® el a?o pasado la jerarqu¨ªa para retirarse a los valles piamonteses.
Precisamente en la figura del cardenal Pellegrino se identifica gran parte de la ola de protestas levantada por la ?misa de los drogadictos?. El alto prelado apoy¨® desde el poderoso obispado de Tur¨ªn la obra evangelizadora del padre Ciotti, quien fund¨® en la capital piamontesa la org ¨¢nizaci¨®n conocida como Grupo Abel La acci¨®n de este grupo se dirigi¨® primordialmente a los sectores marginados del Piamonte. Apoyo alos ex drogadictos y alcoh¨®licos, a las prostitutas y aun a los delincuentes juveniles en su tarea de redenci¨®n. El Grupo Abel luch¨® por la sanci¨®n de una legislaci¨®n m¨¢s benigna contra la drogadicci¨®n. En la caba?a de Muresengo aloj¨® a estos j¨®venes y les di¨® trabajo en las tareas campestres.
Cuando a¨²n estaba en funciones, el cardenal Pellegrino recibi¨® criticas por el respaldo que di¨® al Grupo Abel y al padre Ciotti. El prelado, tal vez abatido por la incomprensi¨®n, dej¨® el cargo y se retir¨® a una vida humilde y monacal en una aldea del Piamonte.
El espect¨¢culo de la misa de los ex drogadictos transmitida por la televisi¨®n enardeci¨® a los sectores cr¨ªticos. Uno de ellos, el obispo de Molfi y Venosta, monse?or Armando Franco, se mostr¨® escandalizado en una carta dirigida a A vvenire. ?He notado -dijo- cosas de la cr¨®nica gris o, a¨²n m¨¢s, de la cr¨®nica negra.? Cita algunas de las supuestas irregularidades: la ornisi¨®n del Credo, las oraciones de los fieles en tono individual o de grupo. Concluye afirmando que se ha asistido a un acto arbitrario. De parecido tono son las cr¨ªticas publicadas en el ¨®rgano de la Comisi¨®n Episcopal italiana.
El padre Ciotti, el cardenal Pellegnino y los j¨®venes marginados del Grupo Abel han permanecido impasibles ante el esc¨¢ndalo. A¨²n se recuerda en Tur¨ªn que el a?o pasado el sacerdote hab¨ªa socorrido a un joven desesperado de diecis¨¦is a?os que deambulaba por las calles de la ciudad. Momentos antes hab¨ªa arrojado una bomba incendiaria en un bar que provoc¨® la muerte de una persona. El padre Ciotti pudo comprender y ayud¨® al joven a aceptar el veredicto de la justicia.
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