La tentaci¨®n del Senado
Opini¨®n
?Sabidos y conocidos son los grandes esfuerzos que ha costado sacar adelante la Constituci¨®n de todos en el Congreso de los Diputados. Sin el dif¨ªcil juego de pactos la carta magna por la que se ha de regir el pueblo espa?ol en los pr¨®ximos a?os -y ojal¨¢ sean muchos decenios- estar¨ªa ahora atascada en cualquiera de esos recovecos, pol¨¦micos que saltan de las esquinas del texto articulado. Y tampoco es arriesgiado asegurar que el tramo sustancial recientemente dado, ni hubiera terminado ni el grado de asentimiento qeneral hubiera sido tan alto.Parece necesario volver a reafirmar que la amplitud ideol¨®gica del actual arco parlamentario hac¨ªa racionalmente imprevisible ese punto de encuentro o al menos. desvelaba un camino lleno de dificultades que ser¨ªa arduo en su andadura. El esp¨ªritu de concordia y, la estrategia del consenso ha allanado ampliamente el sendero constitucional y hoy podemos contar ya con un proyecto m¨¢s que posible que facilitar¨¢ la convivencia com¨²n de todos los espa?oles.
Ahora el proyecto de Constituci¨®n ha comenzado a dar sus primeros pasos en el Senado. En este tramo nos encontramos con problemas adicionales, algunos de los cuales son incluso ajenos al propio texto constitucional. La C¨¢mara alta ha tenido un transcurrir m¨¢s bien tibio y de velado protagonismo Pol¨ªtico. Si bien esto era previsible no por ello disminu¨ªa lo m¨¢s m¨ªnimo las esperanzas ni las leg¨ªtimas y honestas aspiraciones de sus representantes. Y ahora, en la soledad del verano. los senadores ver¨¢n acrecentado un protagonismo que casi hab¨ªan visto desaparecer.
Y aqu¨ª radica la tentaci¨®n de los senadores. Tanto ellos como los diputados. hijos ambos de la esperanza nacida el 15 de junio de 1977 sienten en sus carnes la representaci¨®n de un pueblo en cambio constituyente. Y lo son leg¨ªtimamente. Pero de ah¨ª a llevar al paroxismo esa constataci¨®n hay tan s¨®lo un paso. Y ese peque?o paso puede ser un intento de superaci¨®n de frustraciones pol¨ªticas acumuladas en un largo tiempo. Esas tentaciones no son otras que la pretensi¨®n de aerecentar el protagonismo personal. los afanes electoralistas o una mala asimilaci¨®n de la representaci¨®n personal que tienen los senadores
Y una ¨²ltima tentaci¨®n puede ser la contemplaci¨®n parcial del texto constitucional. No es cuesti¨®n de aislar lo que satisface de lo que no sino de contemplar un conjunto v¨¢lido y si ¨¦ste lo es realmente. Nosotros, sinceramente, creemos que s¨ª si bien, como toda obra humana tambi¨¦n lo es perfectible. La unidad de Espa?a est¨¢ firmemente garantizada tambi¨¦n la regulaci¨®n de las autonom¨ªas. Y son los dos ejes centrales sobre los que se desarrolla la Constituci¨®n, junto al raudal de las libertades. Y a esto s¨ª que deben ceder las tentaciones maximalistas en uno u otro sentido. Que la sensatez prime en los debates Y ¨¦stos no se alarguen, pues la urgencia de la Constituci¨®n es la urgencia de Espa?a.?
4-10 agosto
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