El tri¨¢ngulo amoroso en Cor¨ªn Tellado
La ¨²ltima obra de Cor¨ªn Tellado, Me caso con tu mujer, enfrenta desde el mismo t¨ªtulo a tres famosos personajes -yo, t¨², ella-, implic¨¢ndoles en la poco novedosa geometr¨ªa del tri¨¢ngulo amoroso. Un gran esfuerzo de imaginaci¨®n ser¨ªa necesario para decir algo nuevo sobre el tema: Cor¨ªn Tellado, con una econom¨ªa de recursos admirable -la simple utilizaci¨®n del posesivo tu-, sugiere que su hero¨ªna est¨¢ atrapada por los lazos del matrimonio, y de este modo ubica el conflicto en el terreno candente de la ruptura del v¨ªnculo matrimonial.Un tema actual y debatido, sin duda, un conflicto que Sof¨ªa, la protagonista, parece resolver positivamente, ya que al terminar la novela ha logrado su libertad y contrae un nuevo matrimonio que se promete feliz. Cierta l¨®gica elemental presupondr¨ªa que la soluci¨®n de ese conflicto inicial hab¨ªa de movilizar en Sof¨ªa dudas e inquietudes, oblig¨¢ndola a tomar decisiones, poni¨¦ndola en el centro, en fin, de una compleja mara?a jur¨ªdico-sentimental.
Me caso con tu mujer
Cor¨ªn Tellado. Editorial BrugueraBarcelona, 1978
Nada de eso sucede: al rastrear la novela, lo primero que sorprende en la actitud de esta hero¨ªna es su absoluta pasividad. En una obra que plantea con un rigor inquebrantable el sucesivo enfrentamiento de los personajes de dos en dos (Sof¨ªa conversa con su padre, el padre con el ex marido, el ex marido con el futuro marido, y as¨ª hasta el agotamiento), llama la atenci¨®n que s¨®lo uno de estos encuentros est¨¦ protagonizado por Sof¨ªa y el marido de quien se ha de separar, Fernando. Es m¨¢s, en el transcurso de esa conversaci¨®n se reitera no menos de siete veces que Sof¨ªa act¨²a aleccionada por su padre, a quien incluso llama por tel¨¦fono al promediar la escena, recibiendo de ¨¦ste felicitaciones por su desempe?o.
Tampoco Sof¨ªa expresa dudas, escr¨²pulos, cr¨ªticas a la instituci¨®n del matrimonio, la religi¨®n o las leyes: ser¨¢ el padre el encargado de cuestionarlas por ella. ?l es tambi¨¦n quien se ocupa de conseguir un abogado, viajar a Madrid para activar la nulidad, decidir la divisi¨®n y el reparto de los bienes e incluso asumir en los momentos necesarios el rol maternal de Sof¨ªa. A medida que la acci¨®n avance ser¨¢ Juanjo, el futuro marido, el que tome las riendas de la situaci¨®n.
Anulada Sof¨ªa como personaje, actuante, ?qu¨¦ papel le queda? Pues el de pasar de uno a otro hombre, tal como la prosecuci¨®n de las escenas evidencia; del cap¨ªtulo V al VI Sof¨ªa recorre el siguiente periplo: Juanjo, el padre, el ex marido, el padre, Juanjo, en un paso semejante al de esos juegos de ni?os donde la figura ubicada en el centro del corro se deja empujar como un cuerpo muerto de uno a otro.
Ya a esta altura, y en abierta contradicci¨®n con los discursos expl¨ªcitos de los personajes masculinos -?diste pruebas de ser una mujer fuerte y segura de ti misma...?, ?te han educado para liberarte de los prejuicios y tonter¨ªas que imperan en la sociedad, muy limitada, en la cual vivimos?- otro mensaje subyacente se evidencia: el matrimonio es una instituci¨®n establecida por los mayores; ellos lo han creado, y ellos son, sin duda, los ¨²nicos que pueden anularlo. La mujer separada, la mujer sola no puede existir; fracasada su relaci¨®n con un hombre, su padre es quien vuelve a asumirla para entregarla a otro hombre, quien regir¨¢ el nuevo matrimonio.
De la esclavitud y pasividad de la hero¨ªna se vuelven part¨ªcipes las lectoras, a quienes el desarrollo de la obra presupone incapaces de soportar la menor tensi¨®n narrativa. Para evit¨¢rsela, no s¨®lo el desenlace de las escenas se vuelve obvio o es anticipado, sino que incluso se les ahorra el m¨ªnimo trabajo de recordar los datos, ya que la reiteraci¨®n es la norma constante. Se repiten casi textualmente las caracterizaciones de los personajes y sus discursos, el lugar donde transcurre cada escena connota exactamente lo que sucede en ella, las relaciones que los personajes entablan entre s¨ª son siempre semejantes. Es obvio que esta insistencia machacona tiende a aplastar cualquier disenso y a coagular la posibilidad de otras lecturas. Pero, adem¨¢s, deja libre el inter¨¦s de las lectoras para centrarse en el ¨²nico conflicto que debe importarles, y que es, por otra parte, el ¨²nico que importa a la protagonista: evitar la relaci¨®n sexual con la nueva pareja antes del matrimonio. Manejado con habilidad narrativa, el acercamiento f¨ªsico de Sof¨ªa y Juanjo no desde?a las anticipaciones frustradas, utilizando frases que prometen m¨¢s de lo que otorgan (?No fue capaz de evitar lo inevitable: besarla?); o reiterando elementos secundarios, como las llaves, el olor, los dedos -cuya aparici¨®n, ya transformados en se?ales de acercamiento sexual, har¨¢ segregar exasperada saliva a las lectoras. Y as¨ª de seguido, hasta la gloriosa escena final en la cual Sof¨ªa, debidamente anulado su matrimonio por la iglesia, divorciada por la ley, lejos del escenario el primer marido, debidamente cuidados los hijos por el abuelo, nuevamente casada por la iglesia, abandona su pasividad para realizar el ¨²nico gesto importante de la obra: dejarse poseer por el nuevo marido.
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