Paquirri alcanza en Aranjuez la plusmarca de naturales y derechazos
ENVIADO ESPECIAL, La cosa negra esa que apareci¨® por los chiqueros en primer lugar era (o parec¨ªa ser) un novillete rid¨ªculo, que adem¨¢s estaba medio muerto. ?La bronca que se arm¨®! Pero en el palco hab¨ªa un funcionario triunfalista que, adem¨¢s, era (o parec¨ªa ser) muy poco democr¨¢tico y se pas¨® la protesta por donde le pareci¨®.En el ruedo, El Viti, serio se?or de ancestrales seriedades, se dispuso a dar derechazos y alcanz¨® alguno, entre costalada y costalada de la cosa negra esa, pero en cuanto sinti¨® silbar botes de cerveza junto a la mo?a, pies para qu¨¦ os quiero, entr¨® a matar. Atron¨® entonces el hist¨®rico coso un coro feroz, que mentaba a la madre de alguno.
La cosa negra esa que apareci¨® por los chiqueros en segundo lugar era..., etc¨¦tera. Es decir, que lo mismo. Y vuelta a la bronca, si bien las fatigadas gargantas no pod¨ªan dotarla del volumen que alcanz¨® en la ocasi¨®n anterior. El funcionario triunfalista de escasas inclinaciones democr¨¢ticas segu¨ªa imp¨¢vido. ?Qu¨¦ pide el pueblo? Pan y toros. Pues que le den morcilla. Pero habl¨® el se?orito. Un paso adelante dio -Paquirri en escena- e indic¨® con elocuentes gestos que el toro deb¨ªa ir al corral. Y, ?faltar¨ªa m¨¢s!, apareci¨® en el palco el pa?uelo verde.
Plaza de Aranjuez
Corrida de feria. Cinco toros de Carlos N¨²?ez, sin presencia, lisiados, y un sobrero de Mayalde (segundo), con las mismas caracter¨ªsticas. El Viti: Bronca y oreja protestada. Paquirri: Oreja y dos orejas y rabo. Ni?o de Aranjuez: Dos orejas y oreja. Lleno total.
Roto el esc¨¢ndalo, se enderez¨® la corrida hacia las triunfalistas metas que quer¨ªa el funcionario obediente al se?orito y sordo a la voz cargada de raz¨®n del pueblo. Y se aprovech¨® Paquirri. Con el sobrero, al que recibi¨® con dos valientes largas cambiadas de rodillas, y al que puso tres pares de banderillas donde cayeran, le dio naturales y derechazos. Cre¨ªmos que eran todos los naturales y derechazos que un torero puede dar (y un toro, o lo que aquello fuera, puede admitir), pero a¨²n quedaba la fabulosa plusmarca que alcanz¨® en el quinto, de tanta magnitud que deja la proeza de Llopart y su oro, en un trote cochinero.
Once minutos, once segundos -?tiempooo!- estuvo,Paquirri d¨¢ndole derechazos y naturales a ese torito de esmirriada anatom¨ªa, descaradita cabeza, mansedumbre contrastada y borreguez total. Eso s¨ª, surtidos. Primero fueron una serie de derechazos, otra de naturales; derechazos, naturales; derechazos, naturales. Luego, derechazos y derechazos, naturales y naturales; derechazos y derechazos, naturales y naturales. Y como en la variaci¨®n est¨¢ el gusto, siguieron naturales, derechazos y derechazos; derechazos, derechazos y naturales.
Mas cata que Paquirri corta la faena en el tercio y se lleva al morito a los medios. Pensamos: este es un gesto a destacar, pues tan antol¨®gica faena tendr¨¢ el remate de la estocada en el mismo platillo. Sin embargo, a Paquirri a¨²n le sobran inspiraci¨®n y repertorio. Y da naturales, derechazos y naturales, derechazos, naturales y derechazos. En fin: etc¨¦tera otra vez. De repente, un salto de pantera y cae de hinojos para el molinete. El toro se queda perplejo: no es eso, no es eso, mug¨ªa. Y rodando el minuto doce, la estocada. ?Ah, qu¨¦ delirio entonces! Para que la fiesta fuera completa el presidente otorg¨® vuelta al ruedo al novillete esmirriado, que hab¨ªa huido de una varita, intent¨® saltar al callej¨®n y escarbaba.
De El Viti dec¨ªan cuando le marcaba el viaje al cuarto, un agotado animalote de media arrancada: ?Mira, mira c¨®mo le ense?a a embestir.? El bruto, pese a las insistencias del maestro, no aprend¨ªa, y como la letra con sangre entra, all¨¢ que te va El Viti, serio profesor, con dos pases de castigo y una pu?al¨¢, que basta.
Un festejo que s¨®lo se identificaba como corrida de toros en el precio de las localidades. Una tarde de toros sin toros, pues todo eran gatos y cojos. Una explosi¨®n triunfalista que produjo la abundante cosecha de siete orejas y un rabo. ?Y qu¨¦ toreo vimos a cambio? Pues nada m¨¢s que unos impecables muletazos del Ni?o de Aranjuez en su primero y unas bonitas ver¨®nicas de este torero en el sexto. Las figuras son los otros, pero s¨®lo ¨¦l carg¨® la suerte; s¨®lo ¨¦l interpret¨® las suertes con arte. Por cierto, entre naturales, naturales derechazos, derechazos de nunca acabar. Tambi¨¦n el Ni?o de Aranjuez, ?rayos!
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.