"Se impone una oposici¨®n democr¨¢tica
(Catedr¨¢tico de Teor¨ªa del Estado y Derecho Constitucional)Algunos comentaristas pol¨ªticos vienen propugnando un Gobierno de ?gran coalici¨®n? integrado por UCD y PSOE, que comenzar¨ªa a gobernar despu¨¦s del refer¨¦ndum nacional y tras haberse aprobado la, Constituci¨®n. Se dice que un Gobierno de esta naturaleza -como el qu¨¦ tuvo Alemania Federal en sus primeras andaduras democr¨¢ticas, despu¨¦s de la segunda guerra mundial-, al estar basado en una evidente mayor¨ªa parlamentaria y propugnar un programa -pol¨ªtico de compromiso, podr¨ªa gobernar (pues todos sus proyectos de ley lograr¨ªan la aprobaci¨®n de las Cortes) y con ello acometer con eficacia las reformas de las es tructuras econ¨®mico -sociales de Espa?a y superar la grave crisis econ¨®mica y sociopol¨ªtica que pesa sobre el pa¨ªs.
Frente a esta postura opinamos que un Gobierno de coalici¨®n -aparte de que en la actualidad perjudicar¨ªa muy seriamente al PSOE- tan s¨®lo estar¨ªa absolutamente justificado por exigencias grav¨ªsimas impuestas por la naci¨®n y reflejadas previo proceso electoral. Si el pa¨ªs lo exigiera se tendr¨ªa que constituir un Gobiemo de coalici¨®n; pero eso tan s¨®lo en caso de graves emergencias, en ¨²ltima instancia. Ser¨ªa fatal para la joven democracia dejarla sin una ?oposici¨®n? al ?Gobierno?. S¨®lo si las C¨¢maras, en el futuro, hicieran inviable el proceso transformador, que la sociedad espa?ola exige, es cuando se tendr¨ªan que marginar diferencias y aunar esfuerzos para salvar al pa¨ªs. Los Gobiernos de coalici¨®n son Gobiernos para situaciones de emergencia, de crisis graves... Por eso, antes de que surjan tales Gobiernos han de existir las causas que justificar¨¢n, absolutamente, la necesidad de los mismos.
Gobierno y oposici¨®n
Gobernantes y gobernados son los dos t¨¦rminos indispensables de toda sociedad pol¨ªtica. Los gobernantes, en su acepci¨®n estricta, se estructuran en instituciones pol¨ªticas concretas, y el Gobierno o Gabinete, Administraci¨®n, etc¨¦tera, y tambi¨¦n a trav¨¦s de ?su? grupo parlamentario en las Cortes... Pero, al igual que los gobernantes, tambi¨¦n los gobernados se articulan en sus propias instituciones sociales, unas, y pol¨ªticas, otras. S¨®lo que estas ¨²ltimas cobran su mayor relieve y significado como factores de la vida pol¨ªtica y del proceso democr¨¢tico. Los partidos pol¨ªticos -fuerzas pol¨ªticas por excelencia- y los grupos de inter¨¦s, de promoci¨®n y de presi¨®n son los actores pol¨ªticos y sociales que ponen en movimiento la estruc tura pol¨ªtica creada por la Constituci¨®n. A este respecto creemos oportuno denunciar ya, desde ahora, que los partidos, a trav¨¦s de ?su? grupo parlamen tario y de la ?disciplina de voto?, seguida por los diputados y sena dores, est¨¢n imponiendo un nue vo tipo de mandato imperativo, que es abiertamente antide mocr¨¢tico. Bastantes diputados y senadores espa?oles actuales posponen los intereses del electo rado que los eligi¨®, y en contra de ?su propia disciplina personal?, seg¨²n palabras del diputado va lenciano del PSOE se?or Ruiz Ram¨ªrez, a la ?disciplina de voto ? impuesta por el partido. Hay que denunciar ?este peligro oli g¨¢rquico? que, cual espada de Damocles, pende sobre la joven democracia espa?ola. Si no se adoptan las medidas oportunas, pronto veremos que las institu ciones creadas por la Constituci¨®n ser¨¢n puras correas de transmisi¨®n de la voluntad de los comit¨¦s de los par tidos. Con ello, el camino tristemente seguido por la democracia italiana estar¨¢ ante nosotros, y la joven democracia espa?ola tomar¨¢ id¨¦nticas andaduras. Y frente a la democracia surgir¨¢, suplantando la voluntad de la mayor¨ªa, pero con el respeto de la minor¨ªa (y basada en el mandato representativo) la partidocracia. Y el partido es un instrumento para hacer viabl¨¦ la democracia y no para desvirtuarla, como sucede en Italia. La demo cracia debe basarse en el ?gobierno d¨¦ los ciudadanos? y no en una ?oligarqu¨ªa caciquil?, cual es la de los ?comit¨¦s de los partidos?. Hay que evitar la ?dictadura de los partidos?. En caso contrario, las instituciones pol¨ªticas ser¨¢n meras transmisoras de la voluntad de los partidos en el Poder. Y si as¨ª sucediere, la Constituci¨®n se habr¨¢ convertido en sem¨¢ntica onominal, al decir de Loewenstein.
Las Cortes generales
En el t¨ªtulo del proyecto constitucional -actualmente a debate por el Senado- se prev¨¦ un bicameralismo, en cuyo an¨¢lisis no vamos a entrar. Las dos C¨¢maras son la de los diputados y el Senado. Pues bien, el pueblo espa?ol, en uso de su soberan¨ªa, se dio -y se dar¨¢ en el futuro- un Parlamento, que es, y debe ser, la verdadera columna vertebral de toda democracia que merezca tal nombre. Y para eso el Parlamento no s¨®lo tiene que existir sino funcionar como tal. All¨ª el Gobierno -sin que medie una previa pol¨ªtica de consenso- tiene que exponer y defender su programa pol¨ªtico, y la ?oposici¨®n? o las ?oposiciones? deber¨¢n ese es su papel- pronunciarse: el Poder y el control del Poder por la oposici¨®n son los dos elementos esenciales de todo proceso pol¨ªtico democr¨¢tico.
Opino que, en el seno del Parlamento, el Gobierno, los gobernantes, deben dar la cara y responder, en exclusividad, de la acci¨®n de gobierno que les incumbe desarrollar; y si no pudieran cumplir con su esencial funci¨®n cual es la de gobernar, por no tener las apoyaturas parlamentarias suficientes, los gobernantes deben dimitir y se debe proceder a la formaci¨®n de otro Gobierno con suficientes asistencias parlamentarias o, en caso contrario, a un Gobierno de coalici¨®n con otras fuerzas pol¨ªticas ?minoritarias? que, con sus correspondientes votos en el Parlamento, le permitan gobernar con eficacia. Pero siempre hay que evitar las ?grandes coaliciones? porque ¨¦stas tan s¨®lo tienen raz¨®n de ser -como hemos dicho- en situaciones de emergencia, y por que, adem¨¢s, impiden otras ?alternativas de Poder?. Pero, eualesquiera que sean los Gobiernos que se formen, siempre ser¨¢n mejores que una reuni¨®n de ?conjurados? que a puertas cerradas -y bas¨¢ndose en la antidemocr¨¢tica pol¨ªtica del consenso-, tejan y destejan, como Pen¨¦lope, el posible pacto social y pol¨ªtico, necesario para toda sociedad pol¨ªtica, en este caso, Espa?a.
La pol¨ªtica del consenso?.o la ?pol¨ªtica de las oligarqu¨ªas de partido? es un m¨¦todo antidemocr¨¢tico, propio de las ?autocracias?. La luz y taqu¨ªgrafos de Maura es el mejor distintivo de las ?dernocracias?. Y la peor manera de construir una democracia es impidiendo la discusi¨®n p¨²blica de los asuntos que, directa o indirectamente, afectan al inter¨¦s general. Y sin la existencia de una ?Oposici¨®n?, tal discusi¨®n no se producir¨¢. Ser¨¢ inviable. ?Por qu¨¦? Ciertos comentaristas pol¨ªticos y algunas informaciones provenientes de fuentes fidedignas est¨¢n propugnando y defendiendo -como hemos dicho antes- un Gobierno de ?gran coalici¨®n?: UCD y PSOE. De realizarse esta operaci¨®n pol¨ªtica, la vida democr¨¢tica espa?ola se quedar¨ªa sin perspectivas, sin alternativa de Poder... y, en otro orden de cosas, sin una eficaz y necesaria ?oposici¨®n?.
Gobierno y control
As¨ª, pues, los gobernantes y gobernados se nos presentan, desde una perspectiva din¨¢mica, actuando y decidiendo, unos, y controlando, otros, es decir, los gobernantes impulsan, dirigen y deciden: ejercen la funci¨®n de regir los asuntos p¨²blicos. Y los gobernados deben exigir, reclamar -a veces de modo imperioso- y controlar, pero, normalmente no deciden. Una sociedad bien, organizada ha de implicar la existencia de ambos elementos: la dosis cambiar¨¢ seg¨²n las circunstancias sociales, econ¨®micas e ideol¨®gicas de cada uno de ellos. Por eso, si no hubiera efectiva participaci¨®n ciudadana en todos los niveles, la sociedad quedar¨ªa imperfecta, subdesarrollada, como es el caso de las sociedades totalitarias. Por eso se hace imprescindible la existencia de una ?oposicion?.
En s¨ªntesis, subrayemos con R. Dahl, que uno de los rasgos m¨¢s caracter¨ªsticos de la democracia es la existencia de uno o varios partidos que ejerzan o puedan ejercer una eficaz ?oposici¨®n? o funci¨®n de control a la gesti¨®n ordinaria del Gobierno, hasta tal punto que podemos afirmar que la ausencia de una ?oposici¨®n? de esta naturaleza puede servir como testimonio de la falta de car¨¢cter democr¨¢tico de un r¨¦gimen pol¨ªtico.
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