La bicicleta, un instrumento de utilidad p¨²blica
El aumento de bicicletas en Espa?a ¨²ltimamente ha sido muy grande. De unos a?os a esta parte parece como si las aburridas ?fijas? hubiesen tomado movimiento. Muchos j¨®venes y otros que no lo son tanto han salido a las calles y a las carreteras. El ciclismo es una escuela de salud y como tal era hora ya que se tomase en serio. Los cardi¨®logos lo recomiendan a sus pacientes y por eso en otros pa¨ªses hace a?os que se han dado facilidades para su pr¨¢ctica.En Estados Unidos, por ejemplo, hace diez a?os que muchos ciudadanos se dieron cuenta de que el infarto es menos infarto si se recorren dando pedales unos cuantos kil¨®metros saludables sobre dos ruedas. Hoy es posible que existan treinta millones de bicicletas en todo el territorio.
Los ejemplos m¨¢s cercanos en Europa son de sobra conocidos. Espa?a, desde siempre, aunque haya quedado sistem¨¢ticamente en el olvido, ha sentido envidia sana de pa¨ªses como B¨¦lgica y Holanda. Este ¨²ltimo, concretamente, tiene en su peque?a extensi¨®n 9.000 kil¨®metros de carriles para bicicletas. Ello no quita para que el 10 de junio del pasado a?o 9.000 ciclistas -uno por kil¨®metro- se manifestaran por las calles de Amsterdam pidiendo menos circulaci¨®n de autom¨®viles y m¨¢s transportes p¨²blicos. El problema de las ciudades siempre es m¨¢s grave que el de otras zonas. La gran manifestaci¨®n ciclista protagoniz¨® una monumental sentada ante el Rijkmuseum, donde se expone el c¨¦lebre cuadro La guardia nocturna, de Rembrandt.
El hecho de que hasta en Holanda se hayan producido protestas sobre el caos de tr¨¢fico indica entonces que a Espa?a a¨²n le queda much¨ªsimo camino por recorrer en este sentido. Sin embargo, estamos en el momento de dar pasos. Los movimientos ecologistas han tornado ya iniciativas en el tema, pero convendr¨ªa que se dejara a un lado el folklorismo -al que tan dados somos los espa?oles- y se viera de una vez con seriedad lo ¨²til de un mejoramiento en las condiciones para la pr¨¢ctica del ejercicio en bicicleta. Manifestaciones como la celebrada en Madrid hace unos meses son buenas, pero olvid¨¢ndose de disfraces rid¨ªculos que ahuyentan a los que s¨ª tienen el sentido de tal situaci¨®n.
En Barcelona est¨¢ en marcha una petici¨®n sobre el carril-bici, que lamentablemente en Espa?a se reduce a ciertos arcenes en las autopistas -cuando no est¨¢n llenos de cristales o animales muertos- En la campa?a que va a iniciar el Ayuntamiento de Madrid para evitar el colapso circulatorio, no deber¨ªa faltar un atisbo de inter¨¦s sobre el tema. Ser¨ªa bueno que en un plazo relativa mente corto se pusieran los medios para que al menos no sea peligroso recorrer en bicicleta la parte m¨¢s llana de la capital. A nadie se le oculta que la orograf¨ªa madrile?a no es la de otras ciudades europeas en las que es f¨¢cil rodar sin pendientes. Pero tampoco se trata de unas dificultades insuperables. Cada uno tiene su limitaci¨®n y los pasos deben darse para saberlo.
El aumento de cicloturistas lo fines de semana podr¨ªa ser espectacular por muchas de esas calles en que estacionar el autom¨®vil significar¨¢ la retirada del carnet de conducir. Ello ocurrir¨ªa en cuanto se diesen las facilidades para que los madrile?os pudiesen ir a su trabajo o a otros asuntos, en bicicleta.
En este caso no se trata de que el deca¨ªdo ciclismo profesional espa?ol vuelva alg¨²n d¨ªa a sonar como en los tiempos de Bahamontes o Loro?o. En realidad todo el deporte internacional de las dos ruedas est¨¢ en baja. Lo realmente importante es que todos ganemos, en Madrid, o en otros lugares, la carrera de la salud y la convivencia.
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