El estreno de Luis
Luis Berlanga ha estrenado la otra noche su pel¨ªcula La escopeta nacional. En el estreno de Luis estaba todo el mundo, claro. (Solemos decir que est¨¢ todo el mundo cuando estamos nosotros y cuatro caras conocidas o que nos conocen.)Charo Soriano me presenta a su nuevo representante, que es una representante, Rosa, tan bella que lo mismo podr¨ªan llevar el negocio a la inversa. Es -salvadas las distancias a favor de estas dos mujeres- como si Nadiuska se hubiera dedicado, en tiempos, a representar a Dami¨¢n Rabal. Charo es mucho m¨¢s guapa que Dami¨¢n, pero Dami¨¢n tampoco est¨¢ tan mal, el hombre.
Luis est¨¢ nervioso en el estreno. Entre despistado y feliz. Yo le hab¨ªa visto por la tarde, curado de una cojera que la prensa ha dado tard¨ªamente. Conozco su pel¨ªcula desde esta primavera. Es un espejo deformado y deformante que Luis Berlanga pasea a lo largo del camino de una cacer¨ªa franquista. Un espejo que nos pone delante y en el que estamos todos reflejados. Ahora nos re¨ªmos del espejo y de la -imagen -la risa en el filme es continua-, pero la verdad es que todos estuvimos dentro de ese retrato oval.
-Me ha decepcionado -me dice Jaime Pe?afiel a la salida-. No es la gran pel¨ªcula que se puede hacer sobre una cacer¨ªa franquista.
En efecto, no es la imagen que el Hola, tribuna secular de Pe?afiel, daba de estas cacer¨ªas. Querido Jaime Pe?afiel, t¨² que estuviste en casi todas y las relataste hagiogr¨¢ficamente, as¨ª como tus Bodas reales (supongo que preparas Primeras Comuniones de la jet-society y los tiranos internacionales), ?por qu¨¦ no le echas un par y nos cuentas c¨®mo eran de verdad las cacer¨ªa franquistas?
B¨¢rbara Rey, procurando parecerse a la B¨¢rbara Rey de la pel¨ªcula, me cuenta que su papel tuvieron que cortarlo porque ella se fue a rodar un Curro Jim¨¦nez. En efecto, ?qu¨¦ pasa con la pin-up, amante de ese ministro del Movimiento que hace Ferrandis, cuando en la pel¨ªcula entra el Opus y el ex se queda s¨®lo en la ventana, con la toalla de afeitarse al hombro?
Lo cual que las pin-ups lo pasaron mal con los de la Obra, porque ¨¦sos s¨®lo cubr¨ªan a la santa esposa, y mucho, o no cubr¨ªan absolutamente nada a nadie, si eran de obediencia inguinal.
Gran pel¨ªcula, espejo tard¨ªo de la Espa?a reciente, espejo reciente de la Espa?a tard¨ªa que no se ha estrenado antes por esos oscuros manejos del cine. Luis Escobar, que es tan estrella de la pel¨ªcula como Saza, hace casi de s¨ª mismo -salvo an¨¦cdotas, claro-, est¨¢ muy modoso y moderado en el estreno, nada star, y pienso que Berlanga inaugur¨® en el cine espa?ol entre otras cosas, esto de incorporar personajes de la vida real a la realidad de sus filmes, como luego han hecho Fellini y otros. Ya saben ustedes que Fellini quer¨ªa meter a Pitita en una pel¨ªcula:-?Oh, qu¨¦ temperamentale! ?Come la Callas, come la Callas!
Para Fellinis est¨¢ Pitita.
No s¨¦ si irme a lo de San Sebasti¨¢n. Parece que este a?o el Festival aburre a los corderos. A lo mejor llego a la clausura. En el bar de al lado del cine, que es un bar casta de Opera, Ch¨¢varri, el de El desencanto, se acerca a saludar a Luis. No le veo como muy arrebatado. Luis le ha dicho a Flarguindey que quiere ser como los letristas cle La Latina (lo de Valle: el g¨¦nero chico multiplicado por cuatro), y Ch¨¢varri est¨¢ empezando por la otra punta: hermetismo, exquisitismo, homosexismo y mucho talento.
Mar¨ªa Jes¨²s Berlanga, como siempre, con la gran flor al pecho que la corrobora en lo que ella tiene de flor soriana que ha salido levantina. M¨®nica Randall:
-Te prometo, Umbral, que ya no estoy tan gorda como en la pel¨ªcula.
-Eso habr¨¢ que verificarlo despacio y aparte, Aurora.
Cine literario, coral, donde todos hablan a la vez, como en Espa?a, gran tertulia de curas, pol¨ªticos, catalanes y meretrices. Gran tertulia nacional. Pero a Jaime Pe?afiel -cronista en cuatricrom¨ªa del franquismo festivo- no le ha gustado, hombre.
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