El Gobierno brit¨¢nico estudia hoy las violaciones al embargo contra Rodesia
El pleno del Gabinete brit¨¢nico se re¨²ne hoy para estudiar las conclusiones del ?informe Binghamn? sobre la violaci¨®n por Gran Breta?a de su propio embargo petrol¨ªfero contra el r¨¦gimen rodesiano. A lo largo de sus 410 p¨¢ginas, el informe, publicado ayer, pone en tela de juicio la actuaci¨®n de todos los Gobiernos brit¨¢nicos desde 1968.Aunque el documento enfatiza m¨¢s la responsabilidad de los altos ejecutivos de las compa?¨ªas British Petroleum y Shell por ocultar informaci¨®n sobre las actividades ilegales de ambas compa?¨ªas, de su lectura se desprende meridianamente que las Administraciones laborista de Harold Wilson y conservadora de Edward Heath estuvieron informadas desde 1968 de que el petr¨®leo brit¨¢nico llegaba a Rodesia a trav¨¦s de las filiales surafricanas de ambas multinacionales. Londres prefiri¨® no darse por enterado por miedo a comprometer sus privilegiadas relaciones comerciales con el r¨¦gimen surafricano.
Desde 1968 hasta finales de 1971, con el conocimiento del primer ministro Harold Wilson, el crudo sigui¨® llegando a trav¨¦s de una ruta alternativa, negociada con la compa?¨ªa francesa Total. El ?petr¨®leo brit¨¢nico? no llegaba as¨ª directamente a Salisbury. La figura de Harold Wilson es la m¨¢s comprometida de entre todas las de alto relieve citadas en el informe encargado por el Ministerio de Asuntos Exteriores al abogado Thomas Bingham. El ex primer ministro laborista declar¨® inicialmente no saber nada de la violaci¨®n del embargo.
A partir de 1972, con los conservadores en el Gobierno desde dos a?os antes, el petr¨®leo sigui¨® llegando al r¨¦gimen de Ian Smith por la v¨ªa ?direct¨ªsima? habitual: la compa?¨ªa brit¨¢nica Shell Mozambique, a trav¨¦s del puerto de Louren?o Marques, hoy Maputo. La ruta mozambique?a qued¨® cegada con la independencia de la colonia portuguesa.
El informe Bingham descubre las l¨ªneas maestras del doble juego brit¨¢nico, pero no revela sus entresijos, que s¨®lo podr¨¢n ser aclarados por una investigaci¨®n a fondo de cuya ineludibilidad el primer ministro Callaghan parece ya convencido.
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