Un programa econ¨®mico...
EN OPINION de los expertos, las soluciones para afrontar la crisis econ¨®mica son habas contadas. La experiencia de otros pa¨ªses de nivel de desarrollo semejante al espa?ol ha demostrado que las medidas para capear las coinsecuencias de la recesi¨®n desencadenada por la elevaci¨®n del precio de la energ¨ªa en 1974 se mueven dentro de una banda extremadamente delgada. No hay recetas m¨¢gicas. La demagogia irresponsable, que busca el apoyo de los sectores sociales m¨¢s afectados por la crisis o simplemente apunta hacia la desestabilizaci¨®n de la democracia, puede inventar cuentos de hadas o arbitrismos, pero es incapaz de ofrecer alternativas reales. Por lo dem¨¢s, esas falsas salidas para la crisis ya no son patrimonio exclusivo de algunos sectores de la izquierda, todav¨ªa dominados por una inercia ideol¨®gica que.les lleva a sustituir el an¨¢lisis cient¨ªfico por el ejercicio de sus deseos.La inflaci¨®n, el d¨¦ficit de la balanza exterior, la baja inversi¨®n y el desempleo constituyen males interrelacionados cuya erradicaci¨®n s¨®lo puede, lograrse mediante una estrategia a medio plazo, que vaya aislando los problemas para resolverlos por etapas sucesivas. Los acuerdos de la Moncloa, firmados despu¨¦s de que la devaluaci¨®n de la peseta enjulio de 1977 permiti¨® mejorar sensiblemente el d¨¦ficit exterior, han logrado buenos resultados para desacelerar la inflaci¨®n, pero no, han vencido la aton¨ªa de la inversi¨®n ni detenido el crecimiento del paro.
El plan elaborado por el equipo de estudios que dirige el profesor Fuentes Quintana -autor material de las l¨ªneas econ¨®micas del Pacto de la Moncloa (v¨¦anse p¨¢ginas de econom¨ªa de este mismo n¨²mero)- presenta unas propuestas concretas para proseguir la pol¨ªtica de saneamiento y reforma de nuestra econom¨ªa. Se trata de un plan para tres a?os y que de cara a 1979 propone tres objetivos: frenar la inflaci¨®n, crear 200.000 nuevos, puestos de trabajo y mantener el equilibrio en la balanza de pagos. Ni que decir tiene que se puede discrepar sobre los ajustes internos del plan y sobre los porcentajes que propone; pero la discusi¨®n, sobre las variantes menores dentro del marco general que la propuesta establece no invalida el hecho b¨¢sico de que una estrategia eficaz contra la crisis tiene que moverse en los estrechos l¨ªmites de una pol¨ªtica econ¨®mica de ese signo. No existen alternativas globales, basadas en planteamientos cualitativamente diferentes, a la f¨®rmula iniciada con los acuerdos econ¨®micos de la Moncloa. El aumento de la inversi¨®n y la lucha contra el paro son as¨ª objetos prioritarios.
Casi en v¨ªsperas de la jornada de reflexi¨®n convocada por el Gobierno para que las centrales patronales, los sindicatos y la Administraci¨®n intercambien sus puntos de vista sobre la pol¨ªtica econ¨®mica del inmediato futuro, hay que subrayar que la adopci¨®n de un plan a medio plazo para combatir la crisis es una necesidad nacional en la que se, hallan interesados todos los espa?oles -trabajadores y patronos, ocupados y desempleados- que renuncien a perspectivas catastr¨®ficas. La idea de que las medidas pueden limitarse a un simple pacto social. que establezca una pol¨ªtica de rentas a corto plazo descansa en una concepci¨®n simplista de la actividad econ¨®mica y en una infravaloraci¨®n de la gravedad de la crisis. Por esa raz¨®n tienen raz¨®n los que propugnan -entre ellos los comunistas- la incorporaci¨®n de los grandes partidos pol¨ªticos a la discusi¨®n sobre los objetivos y los instrumentos de ese programa de salvaci¨®n p¨²blica de la econom¨ªa, sin la cual las perspectivas para la consolidaci¨®n en Espa?a de las instituciones democr¨¢ticas ser¨ªan m¨¢s bien sombr¨ªas. Un pa¨ªs con una inflaci¨®n galopante, un d¨¦ficit exterior creciente, un desempleo generalizado sin esperanzas de reabsorci¨®n y una huelga de inversiones, es el escenario ideal para instalar los tanques.
As¨ª, pues, es una exigencia de la situaci¨®n espa?ola que la pol¨ªtica de consenso se extienda ahora a un programa econ¨®mico a plazo medio, cuya ejecuci¨®n se halle fuera de las luchas partidistas. Eso no equivale, de ninguna manera, a aceptar las tesis del consenso para todo el panorama pol¨ªtico, sino s¨®lo a articular un acuerdo sobre. los objetivos b¨¢sicos en pol¨ªtica econ¨®mica al margen de quien forme el equipo gubernamental que se responsabilice de su realizaci¨®n. Las reticencias mostradas por el PSOE para alcanzar ese compromiso s¨®lo ser¨ªan justificables si obrara en su poder una alternativa cualitativa mente diferente para combatir la crisis. La sospecha de que los socialistas no poseen esa receta se basa no s¨®lo en el escepticismo sobre su capacidad para inventos milagrosos, sino tambi¨¦n en el recuerdo de las pol¨ªticas aplicadas desde el Gobierno, en circunstancias parecidas, por otros partidos de la II Internacional. A menos que las f¨®rmulas del PSOE est¨¦n calcadas de las que aplicaron, con tan tr¨¢gica fortuna, los socialistas chilenos al comienzo de esta d¨¦cada. Por lo dem¨¢s, uno de los nudos que hay que deshacer para resolver la crisis es el relanza miento de la inversi¨®n privada; y ser¨ªa simple inconsciencia ignorar que los empresarios s¨®lo abandonar¨¢n sus cautelas cuando sepan con algunas garant¨ªas cu¨¢l va a ser la pol¨ªtica econ¨®mica de los pr¨®ximos a?os.
Un acuerdo entre los partidos con representaci¨®n parlamentaria sobre las grandes l¨ªneas de la pol¨ªtica econ¨®mica en los pr¨®ximos a?os ser¨ªa, sin duda, un buen camino para salir de la crisis. Para ello resultar¨ªa necesario que el PSOE y AP se unieran a UCD y al PCE, hasta ahora los ¨²nicos abogados de la f¨®rmula, en la b¨²squeda de ese pacto. La participaci¨®n en las discusiones de las dos grandes centrales sindicales, en las que son hegem¨®nicos comunistas y socialistas, es necesaria no s¨®lo para perfilar la pol¨ªtica de rentas, sino tambi¨¦n para movilizar en favor de los acuerdos a las bases trabajadoras. La inclusi¨®n de la CEOE y de otras organizaciones patronales cerrar¨ªa el c¨ªrculo de las partes que deben hacer ese trato de supervivencia nacional.
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