Chester Himes: la novela m¨¢s negra
?-Si parpadeas una vez, te asaltan -advirti¨® Coffin Ed al hombre blanco que rondaba de visita por Harlem.-Si parpadeas dos veces, te matan -a?adi¨® Grave Digger, con sequedad.?
Si el hombre blanco osa pasear por Harlem ning¨²n hermano negro se sorprender¨¢ al saber que ha sido mordido por una cobra.
En Harlem lo cotidiano es perder vertiginosamente la salud y lo m¨¢s f¨¢cil es ver las amigables caras blancas palidecer por una futesa. El barrio es un lugar peligroso para la piel p¨¢lida y recomendable s¨®lo para una breve visita tur¨ªstica, bien protegidos y rescuardados dentro del autob¨²s de chapa blindada y parabrisas antibalas. En Harlem, amigo m¨ªo, continuamente se cuece un guiso peligroso.
Coffin Ed y Grave Digger no son muchachos simp¨¢ticos. Ni siquiera pretenden aparentarlo. Hasta sus nombres son rudos y malsonantes: Ata¨²d Jhonson y Sepulturero Jones; el antes y el despu¨¦s del ¨²ltimo negocio, de la p¨¦rdida definitiva. Son feos, brutales, con sus caras marcadas por heridas y quemaduras de ¨¢cido, y no hacen nada para remediarlo Arrastran sus asombrosas humanidades en un c¨ªrculo que tiene su centro en el cruce de la 125 con la 7.? avenida, respondiendo a eso que los blancos llaman delito con desmedidas y aparatosas r¨¢fagas, de violencia. Se han hecho en Harlem: lo peor no es que sean polic¨ªas, sino que son negros, que tienen la piel te?ida y no se averg¨¹enzan.
En Harlem viven los negros -los negros pobres en el basurero; los negros ricos en las casas que abandonaron los blancos ricos-.En Harlem es donde trabajan los negros. Pero Harlem es propiedad del blanco, de ¨¦l son los comercios, de ¨¦l son las peque?as industrias, de ¨¦l son los huevos podridos y la carne de perro que comen los negros; de ¨¦l es tambi¨¦n el caviar y el champ¨¢n que dicen que comen y beben algunos negros ricos. As¨ª que es f¨¢cil, en Harlem el delito es cosa simple, se reduce a violencia.
La polic¨ªa, amigo, es tambi¨¦n propiedad del blanco y el blanco generalmente piensa que nada es tan normal, ni tan inevitable, como que en Harlem los negros mueran violentamente asesinados con los modos m¨¢s sangrientos y brutales. Por eso, ver a otro muerto produc¨ªa algo as¨ª como una especie de seguridad (...) Un muerto que adem¨¢s era blanco era algo m¨¢s. Val¨ªa la pena levantarse a cualquier hora de la noche para verlo.
Y siempre hay alg¨²n blanco de turbias intenciones que pasea su culo por Harlem a deshora, y siempre hay una cobra dispuesta a romperle la piel o a partirle la dura cabezota. Un blanco muere en Harlem por dos motivos: dinero o miedo.
Para decirlo claramente, en este barrio se abre entre negros y blancos el m¨¢s sangriento abismo.
Malcom X era negro y era un m¨¢rtir de la causa negra.
-?Sabes una cosa Digger? Estuvo a salvo mientras odiaba a los blancos; no le habr¨ªan hecho da?o, quiz¨¢ hasta le habr¨ªan hecho rico. Cuando comenz¨® a incluirlos en la especie humana le mataron. Esto deber¨ªa decirte algo.
-S¨ª. Me dice que los blancos no quieren ser incluidos en la especie humana junto con los negros. Antes prefieren abandonar la especie.
Hermano Digger, te equivocas. El blanco quiere que t¨², negro, abandones la especie o te recluyas all¨ª donde ¨¦l pueda vigilarte. Aun y as¨ª las cosas han mejorado; ahora todos los telefilmes incluyen ti un negro en el reparto y no es el chistoso que hace reir al blanco ni tampoco es su mayordomo. Pero tampoco exageremos, no se hace de ¨¦l sino un h¨¦roe blanco que ha visitado el tinte con exceso. Su humor es blanco, sus reacciones son blancas, hasta su Dios y su fe son blancas. T¨² y yo sabemos que existe un Dios negro.
?Ahora les daremos de comer la carne del Jes¨²s negro. No es necesario que os diga que la carne de Jes¨²s es indigesta.
Desfilaremos con la estatua del Jes¨²s negro hasta que los blancos vomiten.?
Coffin Ed y Grave Digger son polic¨ªas negros, son negros. Chester Himes es un escritor negro, es negro y el mundo de sus libros es ese mundo negro, es negro, que el blanco ha contaminado hasta hacer que huela, que huela profundamente.
Aqu¨ª, sin embargo, no hay soluciones, no hay asesinos numerados y conocidos, a fin de cuentas:
-?Qui¨¦n empez¨® el desorden?
-Lincoln.
-No debi¨® liberarnos si no quer¨ªa darnos de comer.
-Por otra parte, no pod¨ªan condenarle.
-Nunca se conden¨® a un blanco que hubiera alegado buenas intenciones.
-?Qui¨¦n incita a esta gente a la anarqu¨ªa insensata?
-La piel.
Nota: Entre las novelas de Chester Himes publicadas en castellano destacan Todos muertos y Un ciego con una pistola, ambas en la estupenda serie ?Novela negra? de Editorial Bruguera; El jeque de Harlem apareci¨® en la ?Serie negra? de Ediciones de Bolsillo.
En el texto, las bastardillas corresponden a textos de Chester Himes.
Babelia
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