Pagar la TV
SE ABRE paso la necesidad de establecer lo que algunos ir denominan un ?canon? por el uso de receptores de televisi¨®n, aunque en realidad se trata de un aut¨¦ntico ?mpuesto. Las recientes, declaraciones del se?or Arias Salgado, director general de Radio y Televisi¨®n, en Oviedo dan ya como hecho este nuevo impuesto. En principio, su necesidad y su justicia son indiscutibles. S¨®lo cabr¨ªa se?alar que al tratarse de un impuesto nuevo s¨®lo puede ser establecido mediante una ley y a trav¨¦s del Parlamento. Pero el hecho de que los consumidores de TVE paguen el servicio que se les rinde es algo incuestionable. La adquisici¨®n de un receptor no puede dar derecho a un servicio indefinido: la televisi¨®n en Espa?a es estatal, constituye un servicio p¨²blico que deben pagar quienes lo utilizan -anunciantes y consumidores- y que deben controlar los representantes del pueblo, al se? de hecho un monopolio de comunicaci¨®n audiovisual y un arma de insuperable influencia en el cuerpo social. El impuesto de televisi¨®n supondr¨¢, por una parte, una mayor justicia: actualmente la TVE la pagarnos todos los ciudadanos, los contribuyentes y los consumidores de toda suerte de productos cuyos fabricantes los anuncian en la peque?a pantalla, repercutiendo, claro est¨¢, en los costes de producci¨®n lo pagado por dicha publicidad. TVE ejerce, adem¨¢s, una competencia desleal al resto de los medios de comunicaci¨®n social -cuya existencia plural es garant¨ªa de libertad de expresi¨®n y de efectivo ejercicio democr¨¢tico- al cuasimonopolizar el mercado publicitario sin concurrencia posible, ya que no puede existir otra televisi¨®n. El impuesto es, por tanto, m¨¢s justo y democr¨¢tico. Y al mismo tiempo impulsar¨¢ al consumidor indiscriminado de la peque?a pantalla, al tener que pagar su impuesto anual, a una rnayor exigencia de mayor calidad y de menor corrupci¨®n en la fabricaci¨®n de ese producto, que a partir de ahora va a tener que pagar todos los a?os.
El ¨²ltimo presupuesto de TVE -unos 17.000 millones- se ha pagado con poco m¨¢s de 6.000 millones de los fondos p¨²blicos, esto es, de los contribuyentes, vean o no la peque?a pantalla, y 10.000 millones de publicidad, esto es, por los consumidores de los productos anunciados. En un principio existi¨® ya es te ?canon?, que fue suprimido en 1966 en una medida demag¨®gica, paternalista y propagand¨ªstica del antiguo r¨¦gimen, que utilizaba la peque?a pantalla de la manera m¨¢s desvergonzada en su propio provecho. A su trav¨¦s intoxicaba, deformaba, desinformaba y hac¨ªa una competencia terror¨ªfica a los medios independientes de comunicaci¨®n social, a los que, aquel mismo a?o, pretendi¨® dar una mayor libertad vigilada.
Pero el a?o que viene el presupuesto de TVE ascender¨¢ a 28.000 millones. Sus cuentas son otro de los temas a examinar con tanto o mayor cuidado que el de su gesti¨®n. Pero la sociedad, el contribuyente, no puede seguir pagando de su maltrecho bolsillo estas cuentas de Gran Capit¨¢n. TVE debe ser sufragada por el impuesto espec¨ªfico sobre el uso de receptores y por una publicidad restringida y mucho m¨¢s cara de lo que lo es actualmente. Ocho millones de espa?oles deber¨¢n pagar este nuevo impuesto, que, adem¨¢s, no podr¨¢ ser el mismo para quienes utilizan un receptor en blanco y negro que uno en color, pues estos ¨²ltimos, corno sucede en Occidente, deber¨¢n pagar m¨¢s.
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