El futuro de los suministros y precios del petr¨®leo crudo
Ex subsecretario de la Marina MercanteEn la recientemente celebrada reuni¨®n de Bonn de los representantes de los grandes pa¨ªses consumidores de crudo se ha pedido con insistencia a Estados Unidos, por parte del resto de los asistentes, que trate de no aumentar el volumen de sus importaciones de crudo. Est¨¢ claro que detr¨¢s de, esta insistencia est¨¢ el inter¨¦s de todos los consumidores en que la demanda no crezca desmesuradamente, para evitar que los precios se disparen nuevamente apoy¨¢ndose en el crecimiento del consumo. Sin embargo, existen otras razones que conviene analizar, relacionadas con el juego de n¨²meros entre las capacidades de producci¨®n y las previsiones de la demanda.
Despu¨¦s de las dr¨¢sticas, y casi salvajes -por lo s¨²bitas y unilaterales- subidas de los precios en 1973 y 1974, cuyas consecuencias todos conocemos y padecemos, la verdad es que, gracias a la moderaci¨®n de Arabia Saudita y a la reducci¨®n de la demanda, los precios han subido discretamente, y si estimamos las correcciones a aplicar por depreciaci¨®n de las monedas (especialmente del d¨®lar norteamericano) casi se puede afirmar que se han estabilizado o reducido, en algunos casos, con respecto a los aplicados en 1974. En los ¨²ltimos dieciocho meses, por ejemplo, puede estimarse que el valor adquisitivo del d¨®lar ha disminuido en casi un 12 %, mientras que los precios del petr¨®leo han permanecido estables.
En los a?os 1973 y 1974, la solidaridad entre los pa¨ªses ¨¢rabes productores de petr¨®leo se vio estimulada por la tensi¨®n producida por la guerra contra Israel y los precios fueron impulsados, en buena parte, por motivaciones pol¨ªticas, o tal vez por razones todav¨ªa m¨¢s oscuras y complicadas.
Las tendencias naturales del mercado poco tuvieron que ver con la tremenda subida, puesto que la oferta te¨®rica, o, si se quiere decir de otro modo, la capacidad de producci¨®n, estaba por encima de la demanda.
La situaci¨®n actual, seg¨²n puede verse en los cuadros n¨²mero 1 y n¨²mero 2, es tambi¨¦n de exceso de capacidad de producci¨®n, especialmente en lo que se refiere a Arabia Saudita, quien gracias a esta privilegiada situaci¨®n domina ampliamente la situaci¨®n. Esta es la raz¨®n fundamental por la que la opini¨®n de Arabia Saudita, expresada por la voz del jeque Yamani, ha tenido un efecto decisivo en todas las reuniones de la OPEP celebradas con la intenci¨®n de modificar los precios.
A la vista de los datos de los a?os 1976 y 1980 podemos observar que la capacidad de producci¨®n de Arabia Saudita es suficiente para cubrir el 40 % de las exportaciones de los pa¨ªses de la OPEP.
Resumiendo ahora los dos cuadros y refiri¨¦ndonos solamente a los a?os 1980 y 1985 podemos analizar en n¨²meros el exceso de capacidad de producci¨®n de que dispone Arabia Saudita (cuadro 3).
Como vemos, el exceso de capacidad de producci¨®n de Arabia Saudita puede neutralizar cualquier tendencia alcista del mercado con la que no estuviese de acuerdo, simplemente aumentando su producci¨®n a los precios que fueran convenientes, hasta el a?o 1985.
La raz¨®n de la moderaci¨®n de Arabia Saudita no es, sin embargo, totalmente desinteresada en el m¨¢s amplio sentido de la palabra, sino que est¨¢ inspirada por diversos motivos, entre los que no est¨¢n ausentes los estrictamente pol¨ªticos. En efecto, el temor a un excesivo crecimiento econ¨®mico e industrial de su vecino Ir¨¢n, que aumentar¨ªa su ya notorio dominio en el golfo, as¨ª como las consecuencias que dicho crecimiento tendr¨ªa en el aumento del aparato militar iran¨ª, hacen que el Gobierno saudita se sienta muy sensibilizado y receloso.
Por otro lado, es claro que una nueva desestabilizaci¨®n de la econom¨ªa occidental provocada por una subida importante del precio del crudo repercutir¨ªa de rechazo en las econom¨ªas ¨¢rabes, e incluso en la estabilidad pol¨ªtica de la mayor¨ªa de los Gobiernos de los pa¨ªses exportadores del golfo, raz¨®n que est¨¢, sin duda, pesando en las decisiones que sobre aumento de precios se est¨¢n tomando ¨²ltimamente.
Estos supuestos son m¨¢s o menos v¨¢lidos hasta 1985, pero veamos ahora qu¨¦ ocurrir¨¢ en 1985 cuando, seg¨²n el cuadro n¨²mero 3, el exceso de capacidad de producci¨®n de Arabia Saudita se habr¨ªa reducido importantemente, en cuyo momento las cosas pueden cambiar.
En efecto, en esa fecha la demanda habr¨¢ aumentado tanto que rozar¨ªa el techo de la capacidad de producci¨®n de todos los pa¨ªses de la OPEP, situaci¨®n en la que puede producirse una tensi¨®n alcista que no podr¨¢ ser ya neutralizada por Arabia Saudita, tunque este fuera de su deseo.
Es entonces cuando puede sobrevenir una situaci¨®n de crisis nuy dif¨ªcil de superar, llevando a as indefensas econom¨ªas occilentales a las manos de quien controle el mecanismo de precios le la OPEP, de la que no hay que esperar que necesariamente enga criterios moderados, puesto que quien pudiera ser que la presi¨®n entonces fuera m¨¢s fuerte por parte de los pa¨ªses bajo influencia directa o indirecta del ¨¢rea sovi¨¦tica.
Hasta ese momento, lo m¨¢s probable es que la pol¨ªtica a seguir por Arabia Saudita -ya anunciada extraoficialmente- sea aconsejar subidas paulatinas y discretas a partir del 1 de enero de 1979.
Esto no quiere decir que hasta esa fecha no se produzcan subidas importantes, puesto que el criterio moderado de Arabia Saudita tendr¨¢ cada vez menos peso a medida que su influencia disminuya al mismo tiempo que su exceso de producci¨®n, sino que parece probable que de ahora en adelante y hasta 1985 no debe esperarse, razonablemente, una crisis parecida a la ocurrida en 1973, a menos que acontecimientos pol¨ªticos inesperados, aunque nunca descartados, disturben las reglas normales del mercado.
Para darnos cuenta de qu¨¦ forma repercuten los movimientos de los precios del petr¨®leo en Espa?a, conviene recordar que estamos importando alrededor de 42 millones de toneladas anuales a un precio aproximado de 93 d¨®lares por tonelada, con un total de 3.900 millones de d¨®lares, equivalentes a casi 300.000 millones de pesetas (es decir, la quinta parte del valor de todas nuestras importaciones o la tercera parte del valor de todas nuestras exportaciones en 19771 aproximadamente, o, si se quiere m¨¢s expresivamente, una cifra superior a los ingresos por turismo de cada uno de los ¨²ltimos cinco a?os). Asimismo, cada subida del 10 % del precio del petr¨®leo representa para nosotros un coste extra de 30.000 millones de pesetas (cantidad pr¨®xima a los ingresos del Estado por la renta de petr¨®leos en el a?o 1976).
?Qu¨¦ se puede hacer mientras tanto? La respuesta es clara: todo menos esperar que las cosas se arreglen por, s¨ª mismas, o con la Ayuda exclusiva de Santiago o de San Isidro.
Por lo pronto, parece aconsejable aumentar considerable mente el esfuerzo de exploraci¨®n; yo dir¨ªa que aumentarlo dr¨¢sticamente. Hasta ahora, nuestro esfuerzo, incomprensiblemente demorado, est¨¢ muy por debajo del de las dem¨¢s naciones industrializadas, a pesar de que los resultados han sido, en cierto modo, satisfactorios si los medimos en relaci¨®n al esfuerzo.
La inversi¨®n total en exploraci¨®n realizada en Espa?a asciende, en su totalidad, a 40.617 millones de pesetas (1.921 millones hasta 1959, y el resto hasta el a?o 1977, incluido). La producci¨®n total ha sido, hasta ahora, de 8.500.000 toneladas de petr¨®leo y 30.500 millones de metros c¨²bicos de gas (con un valor aproximado a 200.000 millones de pesetas).
Por otro lado, se hace absolutamente imprescindible el desarrollo de un programa de instalaci¨®n de energ¨ªas sustitutivas, entre ellas la inevitable opci¨®n nuclear.
El ahorro de energ¨ªa, como medida de contenci¨®n del consumo, es, sin duda, importante. Pero entendiendo bien el ahorro en cuanto se refiere a la eliminaci¨®n del despilfarro, y no en cuanto pueda provocar la disminuci¨®n de la producci¨®n industrial, puesto que esto ¨²ltimo nos llevar¨ªa a un c¨ªrculo vicioso que acabar¨ªa con nuestra ya maltratada econom¨ªa.
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