Los beneficiarios de una censura
AL IGUAL que ocurri¨® con el comunicado en que ETA reivindicaba el asesinato del general S¨¢nchez Ramos y del teniente coronel P¨¦rez Rodr¨ªguez, el ministro del Interior ha amenazado con interponer acciones contra los medios de comunicaci¨®n que reproduzcan, total o parcialmente, el mensaje con que la organizaci¨®n terrorista se ha proclamado autora del asesinato del capit¨¢n de corbeta Liesa. La raz¨®n esgrimida es que la inserci¨®n de ese documento har¨ªa incurrir a la publicaci¨®n que lo difundiera en responsabilidad penal por apolog¨ªa del terrorismo y por ofensas e injurias a las Fuerzas Armadas.El recuerdo de las continuas y abusivas invasiones del poder ejecutivo en el ¨¢mbito de la libertad de expresi¨®n se halla demasiado vivo en nuestro pa¨ªs como para que estas medidas cautelares de la Administraci¨®n no produzcan un reflejo inmediato de rechazo. El r¨¦gimen de censura previa, vigente en Espa?a hasta la ley Fraga, utilizaba tambi¨¦n como justificaci¨®n para el l¨¢piz roj¨® el presunto car¨¢cter delictivo de una noticia o las lesiones que para el bien com¨²n o los intereses superiores del Estado pudiera producir su publicaci¨®n. El reconocimiento de la libertad de informaci¨®n, garantizado en el texto constitucional, significa que el ejercicio de ese derecho, b¨¢sico en una sociedad pluralistal no puede tener m¨¢s l¨ªmites que el ordenamiento penal promulgado por los representantes de la soberan¨ªa popular, ni m¨¢s jueces que los tribunales ordinarios, ni m¨¢s acusadores que el ministerio fiscal o los querellantes privados. La actuaci¨®n del Ministerio del Interior al prohibir la difusi¨®n de los comunicados de ETA no s¨®lo lleva impl¨ªcita una carga intimidatoria apenas velada, sino que adem¨¢s significa la intromisi¨®n en los canales jer¨¢rquicos del ministerio fiscal.
Pero no se trata s¨®lo del natural temor que despierta la resurrecci¨®n de pr¨¢cticas administrativas del anterior r¨¦gimen ante la posibilidad de que esa prohibici¨®n s¨®lo sea el comienzo de la puesta en marcha de nuevos mecanismos censores. Hay, tambi¨¦n, cuestiones de fondo que hacen criticable la medida. Los asesinos del capit¨¢n de corbeta Liesa hacen la mayor apolog¨ªa del terrorismo al practicarlo y cometen la m¨¢s grave ofensa contra las Fuerzas Armadas al quita¨ªalevosamente la vida a uno de sus oficiales. Al lado de la brutalidad desnuda de ese crimen, su justificaci¨®n en un comunicado es puro e inevitable, formulismo. Esos documentos suelen componerse de farragosas elucubraciones, que muestran la indigencia te¨®rica y el fanatismo pol¨ªtico de sus elaboradores, y de conjeturas paranoides acerca de la realidad a las que se intenta descifrar de informaci¨®n, pero que no resisten la prueba de los hechos. La prohibici¨®n de su difusi¨®n s¨®lo puede servir para conceder a los rumores y a los bulos el privilegio de sustituir a la informacion y para crear cierta curiosidad morbosa acerca de los argumentos o las noticias censurados.
La reproducci¨®n de las bravatas de ETA y de sus acusaciones contra las Fuerzas Armadas puede ser, en cambio, necesaria para desmontar las falacias de los asesinos. S¨®lo incurrir¨ªa en apolog¨ªa del terrorismo quien aplaudiera los cr¨ªmenes de ETA; y en ofensas e injurias contra las Fuerzas Armadas quien suscribiera sus insultos contra el Ej¨¦rcito o la Marina.
Hay,que temer a los cr¨ªmenes de ETA, a ese insensato curso terrorista que est¨¢ sembrando de cad¨¢veres de espa?oles (entre ellos, varios vascos) nuestra naciente democracia. Hay que temer sus pistolas, sus metralletas y sus explosivos porque hablan el lenguaje brutal de la violencia, de la crueldad y de la muerte. Pero, en cambio, nada hay que temer de sus palabras, que s¨®lo expresan el discurso de unos criminales que tratan de justificar con una penosa jerga que pretende ser teor¨ªa revolucionaria una pr¨¢ctica abiertamente contrarrevolucionaria. Los textos en que ETA vierte sus desprop¨®sitos es un ¨²til material de lectura para los que deseen comprobar el grado de insensatez, el nivel de irrealidad y el techo de irracionalidad que puede alcanzar ese inefable c¨®ctel inventado por la izquierda abertzale extremista y que se compone de orgullo racista, ignorancia audaz, mimetismo tercermundista, gusto psicop¨¢tico por la violencia, tradicionalismo clerical secularizado y esclerosis marxista-leninista.
La organizaci¨®n terrorista se muestra disc¨ªpula aventajada de las viejas teor¨ªas de Goebbels sobre la necesidad de hacer enormes las mentiras para darles apariencia de verdad. Necesita aportar pruebas falsas a su grotesco an¨¢lisis, hu¨¦rfano de hechos, de que nada ha cambiado en Espa?a despu¨¦s de la muerte de Franco. Necesita trastocar las secuencias cronol¨®gicas y los datos para realizar su operaci¨®n favorita de travestismo: cambiar su condici¨®n de verdugos por el disfraz de v¨ªctimas, transformar su oficio de criminales en la profesi¨®n de combatientes, ocultar sus graves responsabilidades en los padecimientos del pueblo vasco tras la cobertura de un ej¨¦rcito de liberaci¨®n que acude en su ayuda, rebautizar sus chantajes a los industriales vascos como ?impuestos revolucionarios? recaudados por bandidos generosos. Necesita, en suma, mentir en los hechos para poder dar un m¨ªnimo soporte a sus enloquecidos diagn¨®sticos y a sus disparatadas propuestas. A sus falsedades hay que responder con la verdad, no con el silencio o con la censura. Porque s¨®lo as¨ª resulta posible poner al descubierto ese monumento de miseria ideol¨®gica y de necedad pol¨ªtica que justifica y motiva, a la vez, a los asesinos.
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.