Las ni?as de Pepe
Pepe, Pepe Blanco, el motorista del peri¨®dico, tiene dos ni?as y una vespa. La vespa est¨¢ vieja y las ni?as est¨¢n sin escuela. Lo de la vespa parece que no tiene arreglo, que aqu¨ª en el peri¨®dico no se ve disposici¨®n de comprarle otra, que dicen que no hay presupuesto, y el poco que hay no lo llevamos los columnistas.Lo de las ni?as ya podr¨ªa ser otra cosa. Habiendo como hay tantos ni?os y ni?as sin escuela, aqu¨ª en Madrid, parece que lo de las ni?as de Pepe el motorista se nota menos:
-Que no es eso, se?or Umbral, que es que yo tengo plaza para una, pero no quiero ocupar una plaza mientras haya tantos ni?os sin escuela en Madrid.
Marta y Ana Isabel. Las ni?as se llaman Marta y Ana Isabel. Se?or, se?or. Cinco y siete a?os. Pepe el motorista est¨¢ resultando la conciencia democr¨¢tica del peri¨®dico y yo creo que Juan Luis debiera empezar a encargarle los editoriales. Por lo menos algunos, los de la ense?anza, un suponer. He ah¨ª un hombre con conciencia c¨ªvica, he ah¨ª un dem¨®crata para los que empiezan a dudar del democratismo de este peri¨®dico, que aqu¨ª, en este pa¨ªs, no basta con ser honesta, sino que adem¨¢s hay que ser la mujer del C¨¦sar.
Somos dem¨®cratas hasta el l¨ªmite en este peri¨®dico, o sea hasta el motorista, porque el motorista es siempre el hombre-l¨ªmite en todas las situaciones, como bien recuerdan los noventa ministros de Franco, que fueron m¨¢s de noventa. La vespa de Pepe Blanco es nuestro mass-media y Pepe Blanco es nuestra conciencia igualitaria.
-Yo por mis ni?as mato a quien sea, se?or Umbral.
El por sus ni?as mata a quien sea, pero ha preferido dejarlas a las dos en casa, renunciando al pupitre que ten¨ªa reservado una de ellas, porque faltan miles de pupitres en Madrid para los primeros ni?os y ni?as de la democracia, que s¨®lo por eso debieran ser doblemente sagrados.
El ni?o es un geranio p¨¢rvulo que quiere crecer echando ra¨ªz cuadrada en el tiesto sencillo de la escuela. Y los maestros parados, mientras tanto, conduciendo autobuses, pegando carteles o picando piedras en su pueblo, por picar algo.
Ya saben: los sindicatos se han ofrecido para abrir las escuelas, levantar otras nuevas, aportar maestros, alba?iles, r¨ªos de Espa?a, reyes godos, argamasa, todo lo que hace falta para levantar una escuela nacional, p¨²blica, gratuita, eso. Pero al se?or ??igo Cavero, ministro de la cosa, se pas¨® el curso anterior sentado en el banco azul del Congreso, que le miraba yo a ver qu¨¦ hac¨ªa, andando en unos papeles, como corrigiendo los deberes del ¨²ltimo p¨¢rvulo de Madrid. No fuera malo.
Y en cualquier momento saldr¨¢ el alcalde, diciendo lo que han dicho siempre los alcaldes por que s¨ª:
-Tenemos previstos miles de puestos escolares para el futuro.
Los ni?os cl¨®nicos y los beb¨¦s-probeta puede que lleguen a perfumar un pupitre cuya madera crece a¨²n en los bosques de lo que fuera Espa?a, esperando el incendio forestal como se?al optimista de la llegada del verano.
A todo esto, Ia ense?anza religiosa sigue siendo un buen negocio, por lo que veo con s¨®lo asomarme a la ventana, que hay varios colegios p¨ªos, piadosos y caros en mi barrio. Florecen sus feos y benditos edificios en el p¨¢ramo aburrido de la educaci¨®n nacional y la ense?anza primaria, por donde s¨®lo transitan maestroescuela parados con las manos en los bolsillos y peque?os travoltas, breves quinquis sin luces que le pegan pedradas a los mismos perros con distintos collares.
?Por qu¨¦ funciona como negocio, ya que no como otra cosa, la ense?anza de frailes y monjas? Debe ser un milagrito del Ni?o Jes¨²s de Praga. ?Si hace falta me mato a trabajar y llevo a las ni?as de pago?, me dice Pepe Blanco. Ha renunciado al pupitre de su hija en beneficio de la ni?a, desconocida. Es el motorista ¨¦tico, y el pueblo est¨¢ lleno de motoristas interiores, que son los que votan socialismo. Por eso no hacen las municipales, no sea que encima salga elegido el maestro.
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