Cuatro vidas detr¨¢s de las metralletas
?Estamos viviendo un momento pol¨ªtico negro, negr¨ªsimo?, comenta Jos¨¦ Fern¨¢ndez Cerr¨¢. Dicho esto, se detiene a dar un trago de su cuba-libre de ron.Es media tarde, y en la cafeter¨ªa Denver (ah¨ª, en la esquina de San Bernardino, muy cerca del local del Sindicato Provincial de Transportes, que est¨¢ en Cristino Martos, 4) se han reunido, como casi todos los d¨ªas, los camaradas de siempre. Est¨¢ Francisco Albadalejo, que saborea su segunda copa de co?ac Magno. Est¨¢ Sim¨®n Fern¨¢ndez Palacios, tambi¨¦n del sindicato. Est¨¢ Gloria Herguedas, la compa?era de Cerr¨¢, que calla y asiente. Est¨¢ Leocadio Jim¨¦nez Caravaca, ese hombre tan singular, un poco extra?o, s¨ª, pero digno de todo respeto. Un h¨¦roe, un mutilado de guerra que en su cuerpo guarda a¨²n las heridas que gan¨® con arrojo en la Divisi¨®n Azul.
Algunos dicen que Leocadio est¨¢ un poco loco, pero Carlos le respeta mucho. Respeta su edad adulta y, sin embargo, su activismo: es capaz a¨²n de emprender acciones; de ir a quemar un club de rojos; de sacar la pistola contra dos comunistas cabrones: aquellos dos muchachos sobre los que dispar¨® en el Metro de Oporto hace alg¨²n tiempo.
Es admirable: son hombres mayores y, a pesar de ello, no han perdido el arrojo. A pesar de las responsabilidades. A pesar de los achaques. Como Fern¨¢ndez Palacios, enfermo del coraz¨®n, con mujer e hijos, que es capaz a¨²n de seguir manteniendo una actitud militante. Como Albadalejo, que lleva veintid¨®s a?os de matrimonio; que es padre de cinco hijos, y que es capaz, pese a ello, de arriesgar su comodidad cotidiana. Cuando el suceso del Metro de Oporto dicen que Albadalejo, fue visto con Leocadio. No se han aburguesado: siguen siendo combatientes, siguen manteni¨¦ndose fieles a sus ideas.
"Espa?a, en manos de un hatajo de traidores"
?Para m¨ª, Espa?a est¨¢ en manos de un hatajo de traidores que est¨¢n metidos a todas las alturas, desde las m¨¢s elevadas magistraturas hasta la base del pobre pueblo espa?ol. Creo que vivimos un momento de desintegraci¨®n de la Patria?, sigue diciendo Fern¨¢ndez Cerr¨¢.
Pepe Fern¨¢ndez Cerr¨¢ es un tipo m¨¢s bien bajo, fuerte. Muy moreno de pelo y piel, los ojos viv¨ªsimos, tan negros. Mientras bebe algo sin alcohol, Carlos Garc¨ªa Juli¨¢ atiende con inter¨¦s sus palabras. Admira Carlos a Cerr¨¢: es todo un hombre. Ha cumplido ya Pepe la treintena y es una persona adulta, segura de s¨ª y de sus convicciones, valiente, inteligente. Y la inteligencia es una cosa muy importante. Piensa quiz¨¢ Carlos que Dios no le ha favorecido a ¨¦l con una gran capacidad intelectual: no pudo nunca concentrarse en los estudios, no pudo nunca sacar buenas notas y, por eso, cuando termin¨® sexto, se decidi¨® a dejar el colegio.
Es el mayor de nueve hermanos, adem¨¢s, con padre militar. Nunca ha habido demasiado dinero en casa, con tantos hijos. No era cosa de perder el tiempo estudiando y siendo una carga para la familia. Total, hizo el servicio militar de voluntario, en paracaidismo. Quer¨ªa hacer carrera militar, desde peque?o hab¨ªa vivido entre el sentido del honor y la disciplina. Intent¨®, tras la mili, meterse en la. Academia Militar. Pero tambi¨¦n ah¨ª hab¨ªa que estudiar mucho. Bueno, si para militar no serv¨ªa, si Dios no le hab¨ªa dado esa capacidad de concentraci¨®n y estudio, a cambio le dio fortaleza f¨ªsica, voluntad, limpieza y honestidad, resistencia.
Con placer, Carlos fue viendo c¨®mo sus m¨²sculos adolescentes se iban robusteciendo. A los veinte a?os se hab¨ªa convertido en un muchachote fuerte, fuerte. No es que hiciera nada por serio, no. Ni gimnasios ni nada de eso. Eso s¨ª, lleva una vida natural, deportiva, sana, como debe ser. Desde muy ni?o estuvo acostumbrado a duras y largas marchas campo a trav¨¦s, a trepar monta?as, a no quejarse ante los esfuerzos f¨ªsicos y las penalidades: es as¨ª como se forjan los hombres. Desde muy peque?o ha vivido en ese ambiente castrense y disciplinado. Desde muy peque?o ha jugado con las tres colecciones que posee su padre, la de armas, la de soldaditos de plomo y la de balas.
Y su madre. Su madre supo educarle en el bien, encarrilarle. Pese a tener tantos hijos, su madre hab¨ªa sabido conservar una moral pol¨ªtica activa e intachable: ir a m¨ªtines, a manifestaciones. Todav¨ªa recuerda Carlos a sus hermanas peque?as jugando al corro de la patata con la letra del Cara al Sol. Esta es la educaci¨®n de su madre. En ella encontr¨® cobijo su temprana afici¨®n pol¨ªtica: siendo un ni?o a¨²n pertenec¨ªa a la Organizaci¨®n Juvenil Espa?ola (OJE), y lleg¨® a ser jefe regional de Juventudes. Con catorce, con quince, con diecis¨¦is a?os, era ya conocido por los l¨ªderes, Carlos, Carlitos, ese muchacho guapo que gustaba vestir ropas militares, botas, pantalones b¨¢varos, gorra de sobre.
Las guardias en el Valle de los Ca¨ªdos
Y la camisa azul y los guantes con que cumpli¨® sus guardias de abanderado, aguantar hora tras hora, inm¨®vil, en vela, aguantar hora tras hora en el Valle de los Ca¨ªdos, por ejemplo, sin parpadear, sintiendo que tus m¨²sculos quincea?eros gimen, se acalambran, haciendo un esfuerzo por vencer el agotamiento, por vencerte a t¨ª mismo, por ser mejor.
Sali¨® en una portada de ABC con la bandera, fue emocionante, en primer t¨¦rmino Blas Pi?ar y ¨¦l atr¨¢s, agarrado al m¨¢stil, la mirada limpia y ni?a observando al frente un destino sin sombra de dudas. Despu¨¦s de la OJE estuvo en Fuerza Nueva. Y era conocido, querido, respetado: ese es un orgullo.
El d¨ªa del ¨²ltimo discurso del general¨ªsimo en la plaza de Oriente sali¨® por televisi¨®n. Estaban todos, Blas Pi?ar, Fern¨¢ndez Cuesta, Gir¨®n, los importantes. Y ¨¦l: Carlos Garc¨ªa Juli¨¢. Un adolescente. El ¨²nico joven en el grupo de grandes hombres. Hab¨ªa conseguido ganarse su confianza a pesar de su corta edad, a pesar de su inexperiencia. Qu¨¦ honor que los grandes reclamaran su presencia. Ser abanderado, acompa?ante, guarda personal. Qu¨¦ honor poder estar cerca de ellos, aprender de ellos, escuchar sus consejos.
Y si, serenos y paternales, le dieron alguna vez una palmada varonil en, el hombro, muy bien, muchacho, sigue as¨ª por Espa?a, en esos momentos qu¨¦ satisfacci¨®n, qu¨¦ calor h¨²medo que desborda el alma. S¨ª, Dios le ha dado a cambio honradez, capacidad de sacrificio, valent¨ªa y fuerza. Si en la Academia Militar no sirve tiene, sin embargo, una gran labor que hacer fuera. de ella. Siendo obediente. Siendo ¨²til. Teniendo una fe sin poros en los jefes. Acatando las decisiones de las jerarqu¨ªas sin cuestionar nada.
Y as¨ª ha hecho. Ha obedecido siempre, incluso cuando las ¨®rdenes no estuvieran muy claras. No importa: del contacto con los l¨ªderes ha aprendido bien qu¨¦ es lo que de ¨¦l se espera. De sus discursos, de sus sabias palabras, de sus denuncias a los traidores, de su coherencia, ha extra¨ªdo Carlos el suficiente conocimiento del papel que ha de jugar en esta nueva guerra civil que se avecina, que ya se entabla.
Los marxistas salen de sus covachas de intrigantes: dicen que van a legalizar incluso al Partido Comunista. Llega el caos, ser¨¢ de nuevo la quema de conventos, los caramelos envenenados, la violaci¨®n de mujeres, los asesinatos. Las hordas marxistas se han infiltrado ya en todas partes, el poder est¨¢ corrompido. Hay que luchar por salvar Espa?a.
Y Carlos ha luchado ya, y con arrojo. Ha participado en las acciones que ha podido. Por eso admira a Cerr¨¢: porque a su buen cerebro une un gran valor. Porque es un hombre hecho y derecho, mientras que ¨¦l es un ni?o. Porque lleva muchos a?os en la lucha. Porque es como el hermano mayor que ¨¦l no tiene.
Del Frente de Juventudes, a la Guardia de Franco
Estuvo Cerr¨¢ primero en el Frente de Juventudes y luego, a los diecisiete, ingres¨® en la Guardia de Franco: all¨ª conoci¨® a Caravaca. Dicen, adem¨¢s, que ha actuado en Guip¨²zcoa, en ATE, en los Comandos Antiterrorismo ETA: ?ser¨¢ verdad? Lo cierto es que se cas¨® con una vasca, y que sus dos hijas, Cristinita y Arancha, son medio del Norte. Despu¨¦s, el matrimonio sali¨® mal y hace unos meses que se han separado. Ahora Cerr¨¢ vive con Gloria Herguedas: no es muy ortodoxo esto, pero Gloria es una chica estupenda, una excelente camarada.
Adem¨¢s Cerra tiene el m¨¦rito de ser un hombre del pueblo que se ha hecho a s¨ª mismo. Comenz¨® a trabajar desde muy joven, primero en una empresa de publicidad, despu¨¦s en unos laboratorios, luego como vendedor de Espasa Calpe. Y tiene ese sentido del humor, esa iron¨ªa.... se le nota que es andaluz, que es de Almer¨ªa, aunque haya venido de chico a Madrid.
Ahora los dos, Cerr¨¢ y Carlos, est¨¢n en Falange. Cerr¨¢ ingres¨® hace tiempo, cuando dej¨®, a los veinticinco a?os, la Guardia de Franco. Carlos hace poco, porque hace s¨®lo meses que abandon¨® Fuerza Nueva por motivos personales. Y se puede aprender mucho de Cerr¨¢ hasta en eso, hasta en su veteran¨ªa militante.
Pepe tiene una estrecha relaci¨®n con los otros, con Albadalejo, con Fern¨¢ndez Palacios, con gente mayor y respetable. Se tratan como iguales, aunque Cerr¨¢ sea m¨¢s joven: se ha ganado el aprecio. A ¨¦l, a Carlos, le tienen estima, pero es un poco como el hijo de todos. Es normal. Es muy joven y ha de aprender mucho a¨²n.
Amigos personales de Blas Pilar Cerr¨¢ no. Cerr¨¢ est¨¢ a la misma ,altura que los dem¨¢s: acompa?a a Albadalejo a veces al Club Nacional de Tiro, del que ¨¦ste es socio. Conoce a gente importante, como a Luis Gonz¨¢lez Gay y a Antonio Gonz¨¢lez Pacheco, esos inspectores de polic¨ªa con los que se encuentra a veces en la Hermandad de Marineros... Cerr¨¢ se ha ganado ese respeto a pulso. Otros lo han tenido m¨¢s f¨¢cil. Lerdo, por ejemplo.
Conoce Carlos a Lerdo desde hace cinco o seis a?os, de las convocatorias y los actos de Fuerza Nueva (FN). Su padre es militar como el de Carlos, pero es de una familia de mejor posici¨®n: tienen fincas en El Toboso; buenas relaciones. Son amigos personales de Blas Pi?ar desde siempre, desde que ¨¦ste se instal¨® en Madrid como notario, en los a?os cincuenta Amigos hasta el punto de que hoy, d¨ªa 22 de enero del 77, Lerdo est¨¢ en el pueblo asistiendo a la boda de su hermano Luis, de la que es padrino el dirigente de Fuerza Nueva.
Y su madre pertenece a FN desde siempre, es una cercana colaboradora de Pi?ar. Bueno, eso es entrar un poco como por la puerta grande. Pero de todas formas, Fernando es un buen camarada. Ingres¨® en FN a los diecis¨¦is a?os y se ha negado siempre a ser el guapo ni?o de Serrano que s¨®lo se deja preocupar por la l¨ªnea del pantal¨®n o por los zapatos Lows. Hizo bachillerato, estudi¨® despu¨¦s inform¨¢tica.
?De los quince a los diecis¨¦is a?os estuve en un seminario, ?sab¨¦is? -dijo un d¨ªa Lerdo- Ah¨ª, en Logro?o, a cuatro kil¨®metros de un pueblecito que se llama Arnedo. Pero me echaron porque me gustaban demasiado las mujeres.?
Despu¨¦s se puso a trabajar de relaciones p¨²blicas en una empresa relacionada con el petr¨®leo. Tiene diez hermanos Lerdo, y aun siendo de buena familia, no quiere vivir como una carga: intenta ser independiente. Ahora acaba de despedirse del trabajo, el 15 de enero: tiene perspectivas de entrar como relaciones p¨²blicas de un banco. En marzo del 76, tras cuatro o cinco a?os de estar en Fuerza Nueva, Lerdo dej¨® el partido, y en el mes de septiembre ingres¨® en Falange: en esto la trayectoria ha sido similar a la suya, piensa Carlos.
?Cuando a m¨ª me detuvieron unas horas en el 59 -est¨¢ diciendo Albadalejo- fue por tenencia il¨ªcita de armas. Ya se sabe, esas cosas de juventud, no se me ocurri¨® que ten¨ªa que pedir licencia. Yo ten¨ªa pistola porque ya por entonces me hab¨ªan hecho amenazas, en fin, no s¨¦ porqu¨¦, pero tal vez sea una cosa de desgracia familiar. A mi padre o fusilaron los rojos, el 17 de octubre del 36, y yo no s¨¦ si es que mi familia les molesta a estos se?ores, pero lo cierto es que para m¨ª hay una verdadera persecuci¨®n por parte de esta gente. Total, que despu¨¦s saqu¨¦ la licencia de armas y ya no he tenido m¨¢s problemas.?
Est¨¢ Francisco Albadalejo en el sindicato vertical desde el d¨ªa 1 de diciembre del 48. Ahora es secretario provincial del Sindicato de Transporte. Pertenece a Falange desde el a?o 35, como suele decir con orgullo:
?Me apunt¨® mi padre, porque yo entonces ten¨ªa s¨®lo siete a?os ... ?
Su padre era falangista, claro, como el de Cerr¨¢. Y Albadalejo ha sabido serie Fiel en sus creencias. Ahora dicen que hay que desmontar los sindicatos: est¨¢n tirando por tierra toda una labor de reconstrucci¨®n patri¨®tica llevada a cabo durante a?os. Hace apenas meses de la muerte del general¨ªsimo y ya todo se tambalea: huelgas salvajes, piquetes de delincuentes que se dicen obreros... En el sector del transporte, precisamente, se est¨¢ sufriendo una huelga feroz promovida por esos marxistas canallescos que quieren volver al 36. Mientras tanto, secuestran a Villaescusa, a Oriol: es la destrucci¨®n de la Patria. Hay que luchar contra esto, hay que luchar, cada uno desde el campo que le corresponda. Y la lucha, hoy, puede ser en respuesta a la provocaci¨®n de los huelguistas del transporte, que no son m¨¢s que parte de una total, infame, campa?a.?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Matanza de Atocha
- Imputados
- Fernando Lerdo de Tejada
- Acusados
- Jos¨¦ Fern¨¢ndez Cerra
- Orden p¨²blico
- Atentados terroristas
- Seguridad ciudadana
- Juicios
- Proceso judicial
- Terrorismo
- Justicia
- Extrema derecha
- Transici¨®n espa?ola
- Madrid
- Ultraderecha
- Transici¨®n democr¨¢tica
- Conflictos pol¨ªticos
- Historia contempor¨¢nea
- Ideolog¨ªas
- Historia
- Comunidad de Madrid
- Espa?a
- Pol¨ªtica